Entrevista
“Este año vamos a vivir en el mundo del rezago”, Diego Guevara, MinHacienda, en entrevista con SEMANA
El recién posesionado funcionario habla de lo que llamó ‘pandemia fiscal’, las expectativas macroeconómicas en 2025 y hasta se refirió a su experiencia en el consejo de ministros público que realizó el presidente Gustavo Petro.
SEMANA: Acaba de destapar el Plan Financiero de 2025, ¿son suficientes esas líneas de acción para enfrentar la crisis fiscal?
Diego Guevara: En el último año tuvimos un escenario complejo en términos de recaudo respecto al presupuesto. Esto nos ha generado rezagos. Con algunos sectores aún nos estamos poniendo al día en lo referente a 2024, por ejemplo, con subsidios de energía o vías.
El espíritu y corazón del Plan Financiero 2025 es la sostenibilidad fiscal. Ese plan contiene muchos elementos alrededor de cómo podemos ver más detalles de la regla fiscal. Para 2024 ya usamos transacciones de única vez, que nos generaron debate con el Carf (Comité Autónomo de la Regla Fiscal). Lo que nosotros consideramos transacción de única vez, para ellos no lo es (y es lo que causa el desfase en el faltante que ellos ven), pero en la metodología de la misma regla fiscal y técnicamente hablando, tenemos todo el sustento para decir que una caída en impuestos de carbón del tamaño que se dio es una transacción de única vez.
La regla fiscal, se cumple o no
SEMANA: Se ratifica en que se va a cumplir la regla fiscal, aunque el Carf estima que el recorte debió ser mayor.
D.G.: La regla fiscal de 2024 la vamos a cumplir. Hay que recordar que los conceptos del Carf no son vinculantes.
En 2025, nuevamente emergen dudas alrededor de cuánto más se tendría que ajustar o –al contrario– recolectar en términos de impuestos. Bajo esa premisa, el Carf, en un escenario estático en materia tributaria, como el de enero, plantea un faltante mayor al de los 12 billones de pesos que se hizo con el aplazamiento de recursos, porque no contaremos con los esperados por ley de financiamiento. Yo creo que es algo que se debe ir revisando a medida que avanza el recaudo en el año.
SEMANA: ¿Ya habló con Luis Eduardo Llinás, nuevo director (e) de la Dian, sobre cómo subir el recaudo?
D.G.: Mi primer diálogo con el doctor Llinás ha sido mantener, como mínimo, la meta. El año pasado nos tocó recalcularla muchas veces. Con él está el compromiso de mantenerla con una visión firme de ingresos.
También tenemos un plan adicional, que es la tributaria, que nos ha sugerido el presidente Petro. Esa es una propuesta que revisaremos según los espacios y la disposición política, pero en general es una apuesta por la consolidación de ingresos.
Cuando hablamos de sostenibilidad fiscal, también lo más importante es el compromiso con los acreedores. Del presupuesto 2025, en ningún momento hemos pensado aplazar el servicio de la deuda.
SEMANA: Pagan la deuda, pero se castiga la inversión, como se vio en la ejecución del presupuesto 2024. ¿Qué dice de eso?
D.G.: En ese sentido, hay una realidad y es que, en los escenarios macrofinancieros, la deuda es intocable. El día que mueva la deuda, inmediatamente se cierra cualquier espacio para otros rubros. El sacrificio en la inversión ha sido complejo.
De hecho, después del ajuste de los 12 billones en el presupuesto (con el decreto de aplazamiento) quedó aún una cifra cercana a los 76 billones de pesos en inversión y la deuda sigue en 112 billones.Históricamente, lo que muestra esto es un compromiso de sostenibilidad fiscal.
Por supuesto que requerimos recursos frescos para la inversión y por eso estábamos esperando una ley de financiamiento. Por eso estamos apuntándole ahora a una tributaria. La inversión es el corazón de cualquier Gobierno, pero no se puede olvidar que, cuando se tienen vigencias futuras comprometidas, eso también es inversión.
El combo indeseado: tributaria más ley de financiamiento
SEMANA: Pero es que el gasto público ha crecido demasiado, y la inversión nada…
D.G.: Es un mito que el gasto público en la administración Petro haya crecido en 100 billones de pesos simplemente por un deseo del Gobierno.
Cada vez que un Gobierno debe hacer combo de tributaria y ley de financiamiento es por una restricción y una inflexibilidad del presupuesto, en especial el de funcionamiento, donde se tienen la transferencia del Sistema General de Participaciones (SGP), que son las más grandes de todas. Allí están las pensiones de los maestros y de militares que nadie puede recortar.
El incremento en el gasto público realmente se debe a que el SGP crece con los ingresos corrientes de la nación, y porque la deuda ha subido como resultado de los compromisos adquiridos durante la pandemia.
SEMANA: También se han creado nuevas entidades que implican más burocracia...
D.G.: Los cuestionamientos a un nuevo ministerio (el de la Igualdad), o a una nueva embajada, en un presupuesto de 511 billones de pesos (el de 2025), no miran que eso no representa más de 5 billones de pesos. No es ni el 1 por ciento. Creo que, como Estado, sí tenemos que hacer una gran reflexión y pensar en hacerle una reforma al gasto. Hay que repensar, por ejemplo, la focalización de subsidios.
No es justo que una gran parte de colombianos que están muy por encima de la línea de la pobreza tengan subsidios en energía. El estrato 3 en Colombia es un espacio muy grande. Mi padre, que es un hombre pensionado, y además recibe la pensión de mi madre –ya fallecida– vive en el estrato 3 y tiene un subsidio. Entonces, uno se cuestiona si debería tenerlo.
’Vivimos una pandemia fiscal’
SEMANA: A propósito de subsidios, para la energía anunciaron el pago de un billón de pesos. ¿De dónde saldrá la plata y cuánto más falta por pagar?
D.G.: Hoy debemos 2,7 billones de pesos que ya las empresas causaron a los hogares. Hemos manifestado que nos vamos a poner al día, pero este es un año de tanta tensión fiscal que vamos a vivir en el mundo del rezago.
De esa manera, en la primera parte de 2025 vamos a poder pagar los subsidios pendientes del año pasado, y en la segunda mitad de este año empezaremos con el primer trimestre 2025. Inclusive, en 2026 estaremos pagando aún parte de la obligación de este año. Creo que las empresas lo entienden.
El billón de pesos mencionado sale de los recursos que van entrando a la caja. El verdadero acuerdo nacional es que muchos actores del sector privado, que tienen una alta dependencia de los subsidios, también entiendan el choque fiscal por el que pasa el país después de una pandemia. Hoy realmente aún vivimos una pandemia fiscal, gran parte de la presión sobre el gasto público viene de un crédito flexible con el Fondo Monetario, de un escenario de crecimiento grande del SPG. Esas son las reflexiones que tenemos que hacer.
El mundo del rezago
SEMANA: Si vamos a vivir en el mundo del rezago, ¿por qué no ejecutan?
D.G.: Cuando uno revisa 2023, la ejecución al final mejoró considerablemente. En el consolidado de ese año se vio limitada: por más de que algunos sectores al final quisieron ejecutar, no existió la caja para hacerlo. Es lo que ahora estamos poniendo al día. Parte del efecto se va a ver este año en el crecimiento del PIB. Por eso, tenemos la proyección de crecimiento en 2,6 por ciento. Eso también será positivo en términos de recaudo.
SEMANA: Usted tiene una expectativa alta con el recaudo. ¿Cuánto espera recaudar?
D.G.: La meta de la Dian está alrededor de los 275 billones de pesos. Es la que traíamos. Uno siempre está presto a revisarla. El compromiso hoy con el doctor Llinás, con la Dian, es darle un aire fresco a ese recaudo y tratar de buscar una mejora significativa con el control a la evasión en puertos y aduanas, cruzando los datos que hay con la unidad de análisis de inteligencia del sector financiero.
Impuestos por conmoción interior más tributaria
SEMANA: Estamos en conmoción interior y el Gobierno ya ha emitido 16 decretos, mientras que los de Hacienda, con los impuestos, los deja para el final. ¿Por qué si lo que se requiere es plata para el Catatumbo?
D.G.: Esa decisión se debe a que se requiere tener consolidadas las necesidades de los diferentes sectores para ponerlas en los decretos. Una vez que se tenga esa información hay que compararla con los escenarios de ingresos. También hay todo un debate sobre la jurisprudencia, acerca de si las medidas pueden durar más allá de la vigencia o no. Hay un espacio jurídico en términos de que la consolidación del orden público en una región puede trascender la duración de la conmoción y esto permitiría tener un mayor margen en la vigencia fiscal para los impuestos. Además, tributos como el IVA se recaudan cada dos meses y el IVA que se quiere aplicar a juegos de suerte requiere toda una adaptación. Es rápido, pero tampoco tan rápido como se cree.
SEMANA: Van tres impuestos mencionados en medio de la conmoción interior: IVA a juegos en línea, timbre e impuesto a las exportaciones de petróleo y carbón. ¿En qué más está pensando?
D.G.: Son tres impuestos en la conmoción interior. Lo que se ha mencionado con las iglesias son elementos que han surgido para la discusión, pero alrededor de la reforma tributaria.
SEMANA: Ya se cuestiona la idea de una nueva reforma tributaria, en parte, porque el Estado tiene plata en fiducias y rezagos presupuestales. ¿Hay espacio político y ciudadano para tramitar esa iniciativa?
D.G.: Desde afuera es muy sencillo decir que hay plata en fiducias y cuestionar por qué no la usan, pero la realidad es que las platas que están en fiducias ya han sido comprometidas sectorialmente en proyectos de inversión. Al final, la tributaria es para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas con nuevos ingresos.
SEMANA: ¿Cómo solucionará la deuda por opción tarifaria que tiene con las empresas de servicios públicos? ¿Con una ley?
D.G.: Nosotros ya lo dijimos: si no tenemos un artículo en una ley, en una reforma tributaria o en un proyecto de ley, no la podemos pagar porque no está habilitada la herramienta legal para hacerlo con deuda pública. Insistiremos en este artículo en la reforma tributaria.
Un gasto militar brutal
SEMANA: Pero es que en Colombia se hacen reformas tributarias de manera muy seguida y no se llega a una solución estructural. ¿Cuándo vamos a cambiar esa tendencia?
D.G.: Parte de eso se debe a que como Estado tenemos una estructura de gasto alta por SGP, por el costo de la guerra. Nunca nos dicen que en las últimas dos décadas el gasto militar ha sido brutal. Eso es una presión grande, pues el costo de la guerra implica más pensiones y más hombres de la fuerza pública, lo que está bien, lo respetamos y los hemos protegido en este Gobierno. Pero el costo de la guerra en Colombia le mete una presión constante al SGP, porque son hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas que llevan 20 años y se empiezan a pensionar hoy.
SEMANA: ¿Qué diferencia ha sentido entre ser viceministro y ministro? Ahora tiene escoltas y toda la parafernalia de los altos funcionarios del Estado. ¿Se siente cómodo?
D.G.: La gran ventaja es que ya conozco la institución, las personas. Es menos divertido tener menos libertad. He tenido una vida bastante tranquila, suelo ir a montar en bicicleta solo, nunca tuve esquema de seguridad en estos dos años como viceministro, ahora claramente por la dignidad del cargo se me ha asignado uno, pero siempre prefiero mantener una vida tranquila y parsimoniosa, como la de todos los ciudadanos.
SEMANA: No podemos dejar de preguntarle: ¿cómo se sintió en el consejo de ministros televisado? ¿Estuvo asustado, enojado, preocupado? Por momentos hasta se le vio reír.
D.G.: No, prudente como siempre. En general sonrío y, al final, es parte de la empatía con todos los momentos de la vida.
SEMANA: Aún sigue firme con las ideas de izquierda de este Gobierno.
D.G.: Soy un humanista y un economista heterodoxo, pragmático, pero siempre con el ser humano como valor central.