Entrevista
Hasta con venta de llantas de aviones pagarán a trabajadores de Viva Air, el drama en las liquidaciones, según revelaciones del superintendente de Sociedades
Billy Escobar contó detalles desconocidos de los procesos de liquidación y reorganización empresarial. Respondió qué tan politizada está la entidad y habló de la reforma a la ley de insolvencia.
La realidad de la quiebra
SEMANA: Tras el cambio de gobierno y con numerosas dificultades en la economía, muchos colombianos sienten que se volvió frecuente que las empresas se declaren en insolvencia. ¿Sí es así?
BILLY ESCOBAR (B.E.): Lo que se ha presentado es un fenómeno mundial que pasa por las crisis globales de la economía y la pandemia. Ya en un periodo de estabilización, que es el actual, hemos visto en la Superintendencia que ese fenómeno se repite al interior de nuestra institución. En una medición real, los pacientes llegan enfermos (empresas en dificultad) y nosotros no hemos tenido que adoptar medidas de emergencia que impliquen que tenemos que atender con urgencia a dichos pacientes. Pensamos que lo que está sucediendo está dentro de los cálculos normales de las variables de la economía en ese escenario.
SEMANA: Con las cicatrices que quedaron de la pandemia en las empresas, ¿cómo está la foto? ¿Cuántas entraron en quiebra o en liquidación?
B.E.: Fue un fenómeno bien interesante, pero también hay que decir que los colombianos tenemos un gran poder de resiliencia. Adicionalmente, se implementaron en su momento –en el Congreso– medidas de emergencia que fueron los decretos de salvamento empresarial con los que hemos venido trabajando y apoyando, y si se quiere, mejorando.
Tendencias
De hecho, el Congreso de la República ya adelantó una normativa que ha sido aprobada mayoritariamente con miras a que lo mejor de esos decretos quede, haciéndoles unos ajustes. Teníamos herramientas tecnológicas (dentro del sistema judicial somos líderes en la implementación de herramientas tecnológicas para la solución de conflictos), por lo que se pudo solventar de manera eficiente la situación, aún en la virtualidad que reclamó ese momento. Los procesos que tradicionalmente duraban tres años o más hoy duran –a lo sumo– seis meses y menos.
Quiere decir que ha habido una muy buena reacción que ha permitido que las empresas se salven y salgan adelante.
SEMANA: ¿Podríamos hablar de una estadística, cuántas empresas se fueron a insolvencia en la época de la pandemia y cuántas en los últimos dos años?
B.E.: Eso es propio de un reporte que nosotros llamamos Atlas de Insolvencia. Las cifras no son para asustarse, están dentro del margen de la lógica y no han crecido sustancialmente.
SEMANA: ¿Y para el cierre del año pasado cómo fueron esas cifras?
B.E.: Hablamos más o menos de cuatro mil empresas. De esas, aproximadamente el 70 % son de reorganización y las otras de liquidación. Quiere esto decir que la mayoría son para salvarse, hacer acuerdos con los acreedores y, aún esas empresas que están en liquidación se devuelvan a reorganización. Ya hay doctrinas sobre eso. Decisiones nuestras que han permitido que la empresa que se veía como potencial liquidada esté hoy en reorganización, salvándose. Cuando se rescatan las unidades económicas, salvamos el empleo, protegemos a los acreedores y mantenemos la sostenibilidad de las empresas.
El hilo conductor a la liquidación
SEMANA. ¿Cuál ha sido la principal causa de esas liquidaciones? ¿Hay algún hilo conductor que explique por qué están naufragando?
B.E.: Cuando uno mira las empresas en dificultad, la gran causa es la económica, que se agrava por supuesto con la pandemia, y por eso el peor error es abordarla desde el punto de vista jurídico solamente.
Nosotros dijimos: si el problema es económico, por qué no lo abordamos desde lo económico, y de ahí la gran estrategia que implementamos con el Gobierno nacional el año pasado. Hicimos ferias empresariales en todas las regiones del país y las seguimos haciendo este año, encaminadas a conseguir fondos de inversión nacionales e internacionales; accionistas que quieren hacerse parte de las empresas e, incluso, en algunos casos empresarios que quieren comprar empresas, pero nunca liquidarlas.
Y eso ha sido un éxito porque la idea es llegar al fondo de la problemática. En su mayoría, son empresas que tienen una buena apuesta de innovación, una buena apuesta social, una buena apuesta económica, pero la economía las ha golpeado, con la pandemia o con las mismas variables macroeconómicas.
Las compañías necesitan inversiones y esos empresarios, por lo general pequeños y medianos, no tienen a quién acudir, o a veces los bancos tienen unas tasas muy altas o no son atractivas, o no tienen la forma de garantizar esas obligaciones porque las exigencias para darles crédito son difíciles de cumplir.
Por eso hemos abierto unas ferias con el auspicio del Ministerio de Comercio en la idea de que lleguen esas diferentes entidades a apoyar la causa y nos sentamos a hablar con los empresarios y salvamos las empresas, pero no en esa visión de la norma, porque la visión de la norma es eminentemente legal y es mirar la foto del enfermo y como está mal, entonces de una vez liquidarlo. No, la idea de nosotros es de prevención, de acompañamiento y de conseguir recursos para que esas empresas en el marco, ahí sí, de la ley, puedan salvarse y salir adelante. Es cambiar la lógica.
Sectores más golpeados
SEMANA: ¿Hay algún sector específico con más liquidaciones?
B.E.: Es por épocas. Por ejemplo, hemos visto una tendencia en el sector de la construcción, es normal dadas las variables que se presentan, pero ahí digamos que somos optimistas en términos de ver las medidas que ha anunciado el Ministerio de Vivienda con miras a inyectar recursos y a agilizarlos para esas empresas, lo que automáticamente tendrá un efecto sobre la solución de las diferencias entre los acreedores que están en reorganización, más no en liquidación.
SEMANA: ¿Esas constructoras están en reorganización?
B.E.: Sí, las que están en dificultad sí.
SEMANA: ¿Y en liquidación hay constructoras?
SEMANA: Se habla de que, a partir de lo sucedido el año pasado con el aumento en los precios, principalmente al productor, habrían desaparecido muchas panaderías. ¿Qué sabe de eso?
B.E.: No tenemos evidencia de eso.
¿La Súper salió de la oficina?
SEMANA: ¿Qué tanto ha avanzado ese sistema de monitoreo para evitar que las empresas lleguen al colapso, que la Superintendencia sea más preventiva?
B.E.: Como superintendencia, no nos podemos quedar en la oficina esperando a ver cuándo es que tiene conflicto una empresa. La estrategia ha sido más bien de prevención, de acompañamiento, de seguimiento, y de ahí las ferias que mencioné. Pero, además, hemos visto la necesidad de hacer un fuerte monitoreo a través de sistemas de información que permita tener un diagnóstico previo antes de que la empresa entre en dificultad.
Por eso, oficiosamente, a veces tomamos la decisión de someterlas a control, las vigiladas, y a veces las enviamos al proceso de reorganización o liquidación.
Un ejemplo es el proyecto constructivo de la carrera séptima con calle 100 en Bogotá, que es enorme. Ahí encontramos a través del monitoreo una situación de dificultad, un proyecto que es de interés de la ciudad y casi que nacional (hay inversión nacional), pero también internacional, y está ligada con el sistema de transporte. Esa evidencia la encontramos, la acabamos de someter a control y dentro de la decisión también la enviamos a proceso de reorganización.
Reorganización que no es liquidación y busca llamar a los acreedores, buscar un acuerdo que permita que ese proyecto que genera empleo, que genera inversión nacional e internacional salga adelante y es una medida que tomamos.
Detalles desconocidos
SEMANA: Dentro de las empresas emblemáticas que entraron a liquidación tenemos La 14, Justo & Bueno, Viva y Ultra, ¿qué casos de salvación por prevención podría mencionar?
B.E.: Hay dos ejemplos emblemáticos, uno el Cúcuta Deportivo y el otro Bioenergy. Ambos iban para liquidación, ambos eran pacientes terminales. En ambos llegamos a acuerdos con múltiples acreedores, incluida la banca, que permitieron que hoy esas empresas que todo el mundo daba por perdidas, sean viables y sostenibles. Son dos ejemplos maravillosos y como esos hay varios en muchas regiones del país, que nos permiten decir que, la apuesta es la prevención y el diálogo entre todos.
En el caso del Cúcuta, por ejemplo, había un gran acreedor que era la Alcaldía, y el alcalde se puso la camiseta y permitió que se llegara a un acuerdo, la Dian también, al igual que los acreedores particulares y hoy en día es un ejemplo de generar empleo y también de bienestar para la ciudadanía.
Y en el de Bioenergy, que trabaja con la generación de energía, con el medio ambiente, lo que se corresponde con el discurso del Gobierno nacional.
Por el contrario, La 14 es un ejemplo desafortunado, pero al que afortunadamente se le pudo dar una orientación positiva.
Ahí realizamos reuniones con acreedores, en Fenalco, en un auditorio abierto, donde estaban 300, 400, 500 personas, pequeños acreedores, grandes acreedores, para mirar cómo nosotros salvábamos la unidad económica para poderles pagar a todos.
Y ha sido un proceso muy bonito, exitoso, calmado, dialogado. Y esa dinámica que utilizamos ahí, pese a que hubo liquidación, podría permitir que otras unidades comerciales se salvaran. Después de ese proceso, algunas empresas adquirieron el control de unidades económicas, estoy hablando de supermercados, y se conservó el empleo. Y a través de la venta de activos que sí tenía La 14, se han venido cumpliendo las obligaciones laborales y aspiramos a que se cumplan al 100 %, se salve el empleo de gran cantidad de la gente, y se les pueda pagar a muchos de esos minoritarios que proveían a La 14.
SEMANA: Y del caso, por ejemplo, de Justo & Bueno, ¿qué pasó ahí?
B.E.: El caso de Justo & Bueno es todo lo contrario. Allí hay una mezcla de temas muy técnicos. Justo & Bueno era un modelo de negocio innovador, modernísimo, pero donde el controlante no era dueño de nada. El controlante movía diversos actores que proveían: uno ponía el local, otro la estantería. Uno suministraba los congeladores, otros los productos. Ninguno era quien diseñó el negocio ni era dueño del aviso. A la hora de entrar en liquidación pues no había bienes para solventar las necesidades de los trabajadores y los proveedores, a diferencia de La 14.
Por eso nosotros no nos limitamos a desarrollar un proceso de liquidación, sino que de manera paralela adelantamos una investigación para saber quiénes eran los verdaderos controlantes de Justo & Bueno. Lo pudimos determinar, los pudimos sancionar y al hacer esa identificación quedó a la voluntad de los acreedores el poder llegar hasta ese controlante para que él responda patrimonialmente.
“No somos perseguidores”
La preocupación de nosotros, de poder identificar los verdaderos controlantes de las empresas no es un capricho, no es una persecución. Es que la ley lo manda así, con miras a que, patrimonialmente, haya quien responda en el momento en que se generen obligaciones insolutas; y en particular, la de los más damnificados que suelen ser los trabajadores o esos pequeños empresarios que fueron proveedores y no les pagaron.
Estamos enfocados en ese ciudadano de a pie, en ese empresario incipiente que es parte de más del 70 % de las empresas del país.
SEMANA: ¿Podría decirse que el de Justo & Bueno es el caso más dramático que ha habido en los últimos años, o hay otros?
B.E.: Ese caso es desafortunadamente emblemático y doloroso, porque no había con qué resolver.
Hay también otra realidad. Cuando yo llegué, ese proceso estaba estancado porque se hablaba de un empresario inversor que parecía que llegaba, pero después no. En esas, nosotros no podíamos hacer nada porque en el marco de la ley estaba en manos de él. Cuando todo quedó en manos de la Superintendencia, de manera inmediata tomamos medidas y el proceso fue más ágil. Lo que había que hacer se hizo y era liquidar y darle claridad jurídica a la gente.
Había más de mil locales en todo el país que no se les habían entregado a sus propietarios, pero tampoco se les pagaban arriendos. Todos estaban pegados de un proceso que no avanzaba.
Episodios graves
Un día llegué a mi oficina y habían bloqueado las puertas de la Superintendencia. Dos ciudadanos se habían amarrado en las puertas del edificio y decían que estaban próximos a suicidarse.
La situación era complejísima. Yo personalmente fui, los atendí, los recibí, les expliqué. Porque esa es otra labor que adelantamos: informar a la gente, documentarla para que sepa cómo actuar y cómo defender sus intereses y esa ha sido una gran apuesta de nosotros.
Incluso como hecho anecdótico, en uno de esos locales, cuando se fue a entregar había un ciudadano muerto. Era una persona que entró a robar, pero como estaba vacío, se accidentó y murió. El cadáver duró allí largo tiempo y nadie se había dado cuenta de que había un muerto.
Pudimos entregar prontamente los locales para que los propietarios, también necesitados, los alquilaran y de hecho se acabó esa protesta.
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Con llantas de aviones de Viva Air
SEMANA: En el caso de Viva y Ultra. ¿en qué va el proceso?
B.E.: Con Viva y Ultra pasó algo similar, desafortunadamente se fueron a liquidación y esos son dos procesos que hemos hecho de manera ágil. En Viva consideramos que vamos a poder recaudar suficientes recursos también para pagarles a los trabajadores.
Los aviones estaban, pero no eran de ellos. Los repuestos sí y estos, en materia de aviación, tienen un valor considerable y los tenían en inventario, así como otros activos, por ejemplo, las llantas. Una llanta de un avión puede valer entre 300.000 y 500.000 dólares. Cada repuesto del mundo de la aviación tiene un valor, pero también hay muchas empresas que tienen intereses y que también –incluso de orden internacional– desean la seguridad jurídica de nuestro país en la toma de decisiones. Y a esas empresas, grandes multinacionales, que son proveedores de servicios aeronáuticos les hemos respondido, hemos actuado con celeridad y ha habido claridad. Queda un remanente relacionado también con los usuarios que compraron.
SEMANA: Precisamente de eso queríamos hablar, porque se había anticipado una denuncia penal ante la Fiscalía, pues casi que se había captado dinero (con la venta de tiquetes) mucho tiempo antes de prestar el servicio…
B.E.: Es muy común porque existen las precompras en el mundo aeronáutico. Hay que entender ese mundo, y ahí están de por medio las agencias de viajes también. Entonces, a instancias del Ministerio de Comercio y la Superintendencia de Industria y Comercio, se logró solventar la gran mayoría de controversias relacionadas con los usuarios, lo que ha permitido ir solucionando esta situación. Incluso con el apoyo de Avianca porque también asumió el hecho de que pudieran viajar muchos de los usuarios que no lo pudieron hacer en Viva.
Lo que está próximo a salir
SEMANA: En los casos de Viva y Ultra están identificados quiénes son los controlantes, porque, con Viva, por ejemplo, Avianca tenía unas participaciones. Estaría también esa aerolínea obligada a responder por algunas acreencias. ¿Qué hay con Ultra Air?
B.E.: En ambos casos adelantamos las investigaciones. En la de Ultra ya se emitió una decisión: hay un controlante y es William Shaw. Fue multado porque no declaró su condición como tal. Con respecto a Avianca y Viva la decisión está próxima a salir, pero adelanto que no encontramos un vínculo jurídico de la misma naturaleza que sí lo hubo en el otro lado con relación a la persona jurídica.
Así se siente en el gobierno de Petro
SEMANA: Usted dice que muchos lo ven como perseguidor y no lo es. ¿Cómo se ha sentido en este gobierno que se dice que tiene cierto roce con el sector privado?
B.E.: He ido a todas las regiones y me han tratado de forma maravillosa. Lo primero es que todos identifican en Billy Escobar un superintendente cercano a las empresas. A veces he tomado decisiones que son impopulares y más adelante los mismos empresarios dicen: “Sí, tenía razón”. Mi mensaje es el diálogo.
Vengo del mundo de la academia. Traje lo que sé y eso es educar, orientar, acompañar. Eso lo han sabido leer así los empresarios.
Con las cámaras de comercio he tenido un diálogo franco también, y –si se quiere– fuerte: tienen que cambiar el chip, hacer énfasis en llegar a las regiones y viajar menos fuera del país; formalizar más gente, ayudarle al empresariado a hacer tejido social para que tengamos un sistema empresarial sólido, porque también hay que decirnos la verdad: el sistema empresarial colombiano es incipiente.
¿Está politizada la SuperSociedades?
SEMANA: Usted es prácticamente el único superintendente que no ha sido cambiado. ¿Qué tan independiente se siente para hacer la misión que tiene de vigilar, de controlar? ¿Qué tan politizada está la superintendencia?
B.E.: Llegué y estoy aquí porque soy técnico. No soy político, no sé de política y afortunadamente el presidente Petro privilegia a los que venimos de la academia. Soy una persona de discurso social, no de ahora, sino de toda la vida. Siempre me ha preocupado la pobreza, me duele la injusticia. Eso lo he dicho en mis clases, en mis conferencias. No soy social de ahora, soy social de siempre. Me identifico plenamente con el Gobierno nacional, con el presidente. Creo que el empresariado necesita una apuesta social precisamente para llegar a más colombianos y para ser sostenibles e innovadores.
El gran motor del trabajo en el país es precisamente esa pequeña y mediana empresa, a la que a veces no miramos tanto. Entonces, yo me siento a gusto.
Reforma a la ley de lnsolvencia
SEMANA: La reforma a la ley de insolvencia sería para tocar más el tema de las pequeñas empresas.
B.E.: La Ley 1116 ya tiene 18 años, pero en ese tiempo el mundo ha cambiado. La fuente máxima de riqueza no es la misma que había antes. Hoy, por ejemplo, el valor que tiene la agricultura en la economía de las naciones –lo que a veces era despreciado y que está ligado con el medio ambiente– es preponderante.
A veces sentimos que hay que equilibrar las cargas en esos procesos de insolvencia e, incluso, de reorganización, mirando que también hay acreedores que son débiles y que a la hora de llegar a esos procesos siguen siendo débiles. Y a la hora de repartir lo que queda no alcanza para llegar a ellos.
La idea es poner a tono esa legislación de hace 18 años para hacerla corresponder con la realidad de hoy. Presentaremos a mitad de semestre un proyecto de ley nuevo, innovador, bastante social, que reconozca a esa mayoría de empresas para que en el momento en que entren en dificultad, tengan el lugar que les corresponde, independientemente de su condición económica.
SEMANA: ¿Eso cambiaría el orden de pago a los acreedores?
B.E.: Por lo menos subiría a unos que están muy abajo, aquellos que no tienen una garantía sólida que les permita ubicarse más arriba. Es el caso de las garantías mobiliarias. Ahí estamos como débiles con relación a ese ciudadano que tiene esa garantía y que es el de menos recursos.
Monómeros
SEMANA: La última pregunta es sobre un caso emblemático, ¿cuál es el futuro de Monómeros?
B.E.: Lo primero que hay que decir es que Monómeros es una empresa colombiana, otra cosa es que tenga accionistas extranjeros. Lo otro es que es una empresa muy importante –y la gente lo vio en la pandemia y en lo que sucedió en Ucrania y en Rusia–, porque es una empresa de insumos agrícolas. Entonces, no es cualquier empresa, es una empresa que al Gobierno nacional le interesa que sea viable y sostenible.
Hoy en día es un paciente que está en tratamiento médico, o sea, en reorganización.
La información que tenemos es que han avanzado en la definición de las obligaciones que tienen con sus acreedores y creemos que también con el ajuste que se hizo en su gobierno interno y en su dirección, esa empresa va a ser viable y sostenible. Es un ejemplo de una empresa que estaba enferma, que nosotros salvamos y que va a generar empleo y va a ayudar con la sostenibilidad agrícola de los colombianos.