Especial colegios
Impacto de la baja natalidad: Así está afectando a los colegios del país
La caída en los nacimientos está poniendo a prueba la actual estructura educativa. ¿Efecto dominó?

El Dane ratificó, en uno de sus estudios, una tendencia que trae el país: la reducción en la natalidad. En 2024, Colombia tuvo 445.011 nacimientos, 13,7 por ciento menos que en 2023, es decir, 70.538 menos alumbramientos.
De hecho, según la entidad, este es el volumen de nacimientos más bajo de la última década, con 32,7 por ciento menos de nuevos colombianos que en 2015.
Antes de conocerse este dato, en uno de sus análisis, Anif había puesto sobre la mesa la discusión. La población colombiana se está envejeciendo, con una dramática disminución de nacimientos, por encima incluso de la proyección. Desde 2020, los alumbramientos registrados han sido muy inferiores a los proyectados: en promedio, entre 2020 y 2023 nacieron 145.000 niños menos de lo pronosticado por año.
La tasa de fecundidad en Colombia ha pasado de cerca de 2,5 hijos por mujer en el año 2000 a 1,6 en 2024, según BBVA, que cita al Banco Mundial. Además, la tasa de fecundidad específica ha disminuido, pasando de 69 nacimientos por cada 1.000 mujeres en 2014 a unos 39 nacimientos en 2023.
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Aunque esta situación, como advierte el análisis del BBVA, refleja un logro “indiscutible” para la equidad de género y autonomía personal, puede no serlo tanto desde una perspectiva estructural y de largo plazo. Por una parte, no se trata de un fenómeno pasajero, sino estructural. “La pirámide poblacional se está invirtiendo y las consecuencias serán en transformaciones económicas. El enfoque sigue anclado en la idea equivocada de que el envejecimiento es automáticamente positivo porque refleja progreso social”, dice el BBVA.
Por su parte, para Anif, a medida que la población envejece y no hay nuevas generaciones que la releven, la fuerza laboral disminuye. Esto afecta los niveles de producción del país. “Igualmente, si el ahorro que realiza la población joven no logra superar el desahorro de las generaciones mayores, la inversión en capital podría verse comprometida, afectando también el crecimiento económico”.
Uno de los sectores que podría ver amenazado su futuro es el educativo, en especial en etapas como la del jardín o la del colegio. Como explica Gloria Bernal, directora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, la caída de la natalidad en Colombia es una tendencia que se ha mantenido desde inicios de la década pasada, impactando el llamado bono demográfico.

Uno de los efectos más evidentes de este cambio es la reducción en la matrícula total en educación regular. A comienzos de la década de 2010, el número de estudiantes superaba los 11 millones, mientras que en 2023 se redujo a 9,8 millones, reflejando el impacto directo de la baja natalidad en el sistema educativo.
“Entre las consecuencias directas se encuentra la disminución, también continua, en la matrícula en la educación regular, tanto en el sector oficial como no oficial, por lo que la demanda educativa se ha reducido año tras año. La contracción en estos niveles educativos se trasladará, asimismo, a la educación terciaria. Por tanto, un efecto directo en la caída de los nacimientos es la menor demanda por educación en los diferentes niveles”, explica Bernal.
Menos colegios
Ante la disminución en la demanda, la oferta también se resiente. Según una solicitud de información realizada por el LEE al Ministerio de Educación, en 2019 cerraron 890 establecimientos educativos en el país; en 2020, unos 830; en 2021 se registró el mayor número, con 1.780 instituciones; en 2022, la cifra fue de 1.399; en 2023, 1.190, y durante gran parte de 2024, alrededor de 174 colegios cesaron sus actividades.

“Esto quiere decir que, en los últimos seis años, 6.263 sedes educativas han cerrado, de las cuales 2.446 (el 39,1 por ciento) son no oficiales y 3.817 (el 60,9 por ciento) son oficiales. Esta cifra representa cerca del 12 por ciento con relación al universo de sedes educativas en el país. Aunque ha habido creación de colegios, la nueva oferta no compensa en número, y en ocasiones en calidad, la que ya no está”, asegura Bernal.
Por su parte, Andrea Escobar, directora ejecutiva de la Fundación Empresarios por la Educación (FExE), señala que, aun cuando la caída en natalidad está relacionada con los decrecimientos en matrícula, su efecto no logra explicar del todo la variación presentada en la matrícula entre 2022 y 2023.
Escobar añade que, al analizar las variaciones en la matrícula por edad, las caídas más fuertes se presentan en jóvenes entre 16 y 20 años (-2,9 por ciento) y de 11 a 15 años (-1,8 por ciento). Y al revisar los cambios por nivel educativo, se observa que el nivel de secundaria fue el más afectado al caer 3 por ciento.
“Esto indica que la pérdida de estudiantes se presenta en mayor medida en los grados más altos de la trayectoria y, en consecuencia, ligar la caída en la matrícula a un fenómeno netamente demográfico no responde la pregunta de la baja de estudiantes. La pregunta interesante para hacerse en estos momentos es por qué los estudiantes no están completando la trayectoria educativa, a dónde se están yendo y cómo el sistema educativo y la sociedad apoyan para que los niños y los jóvenes no abandonen el sistema”, señala Andrea Escobar.

En su análisis establece que las variaciones en natalidad y matrícula presentan diferencias significativas respecto al choque experimentado en 2020. “Por un lado, no se ha presentado una situación coyuntural que obligue al cierre masivo de instituciones educativas. Por otro lado, el país no ha experimentado una crisis económica que impacte sustancialmente el ingreso de los hogares y aumente la probabilidad de que los jóvenes se vean obligados a abandonar sus estudios con el fin de buscar ingresos para sus familias. De hecho, según cifras del Dane, tanto la pobreza monetaria como la pobreza multidimensional en Colombia se redujeron”, advierte Escobar.
Para Juliana Salazar, rectora del Colegio Buckingham, la disminución de la natalidad ha impactado el campo educativo a todo nivel. “Desde los jardines infantiles hasta las universidades están viendo el efecto en el que hay más cupos disponibles que los niños y jóvenes que se matriculan”.

Salazar considera que, en su caso, están viendo que son menos que antes las familias que se acercan a conocer el colegio, aunque, por lo pronto, con las que llegan los cupos se están llenando.
“Sin embargo, sabemos que esta tendencia va a bajar año tras año y que la competencia entre todos va a ser cada vez más dura. Hay demasiados colegios privados en Bogotá, muchos de ellos son costosos dadas las altas inversiones que hacen, y la situación económica está difícil”. Y agrega: “Los colegios debemos hacer un esfuerzo aún más grande por estar a la vanguardia y eso requiere inversiones altísimas que no todos están en capacidad de hacer. Los colegios que no inviertan en su propuesta pedagógica, desafortunadamente, no van a tener mucho futuro”.Bernal afirma que el Gobierno nacional y las autoridades locales deben adoptar estrategias que permitan una transición ordenada y sostenible en el sistema educativo. “Es fundamental planificar la reestructuración del sistema escolar, evaluando la fusión de colegios con baja demanda y la optimización de la infraestructura para evitar cierres abruptos que afecten a las comunidades. Además, se debe garantizar una redistribución eficiente de los docentes, ofreciendo formación y reubicación en áreas donde aún se requieren sus servicios”.