Economía
La llegada de Gustavo Petro al poder coincide con los años de mayor incertidumbre en el país, dice estudio de Fedesarrollo
Esos son los primeros resultados de una metodología para medir la incertidumbre en la política económica en Colombia que creó este centro de pensamiento. Una nueva reforma tributaria, el problema fiscal del país, la caída en la inversión y el deterioro de la seguridad, los ‘cisnes negros’ que pueden afectar el panorama en el futuro. Entrevista con Luis Fernando Mejía.
SEMANA: ¿En qué consiste el indicador?
LUIS FERNANDO MEJÍA: Este indicador es una metodología utilizada a nivel internacional. Tres autores académicos en el 2016 publicaron un artículo en materia económica justamente que pretendía crear un indicador para medir eso que los economistas, los analistas, siempre estamos hablando que es la incertidumbre, qué tan alta es la incertidumbre, qué tan baja, cómo se mueve en el tiempo. Esa metodología que se aplica desde el 2016 arranca una primera medición en Estados Unidos, luego se amplía a otros países como el Reino Unido, Japón, también otros países como Francia, en América Latina más recientemente, en economías como Brasil, México y Chile.
En Colombia había algunos intentos de autores previos de hacer este índice, pero no se había mantenido actualizado. Nosotros lo que hicimos fue aplicar esa metodología para el caso colombiano en lo corrido del siglo XXI.
SEMANA: ¿Cómo opera esta metodología?
L.F.M.: Básicamente es un algoritmo que mide el número de noticias que tienen que ver justamente con incertidumbre económica. La noticia tiene que contener la palabra incertidumbre en su cuerpo, tiene que contener palabras relacionadas con la economía y por supuesto con la política económica. Por ejemplo, una noticia que diga hay incertidumbre sobre los efectos económicos de la reforma tributaria, pues calificaría como una medida de noticia sobre incertidumbre de acuerdo con este algoritmo. Y lo que hace el indicador básicamente es cuantificar la frecuencia de noticias justamente que tienen esas palabras claves relacionadas con incertidumbre en la política económica.
SEMANA: ¿Cuáles fueron los resultados?
L.F.M.: Los resultados lo que indican es que después de la pandemia hubo un aumento muy importante de la incertidumbre en la política económica. De hecho, tres de los años con mayor incertidumbre en términos relativos en la política económica del país, de acuerdo con esta medición, justamente ocurrieron después del 2019. El primero, el más alto, de acuerdo con la medición, fue el 2022, especialmente en el segundo semestre. Recordará que ese año fue muy difícil, subió rápidamente el riesgo país, la discusión de la reforma tributaria, en fin, todo eso generó un aumento importante en la incertidumbre. El segundo año de mayor incertidumbre fue el 2023 y, finalmente, el tercero fue el propio año de la pandemia, 2020. Cuando llega la pandemia, naturalmente hay una gran cantidad de noticias que generan preocupaciones sobre la actividad productiva. El indicador calcula o mide el tamaño de la incertidumbre, la cuantifica, deja de ser algo anecdótico y por eso creemos que esto puede agregar valor como información para la política económica en el país.
SEMANA: Con base en esos resultados, ¿por qué el 2022 y el 2023, que coinciden con la llegada del presidente Gustavo Petro, se genera mayor incertidumbre, incluso por encima de una crisis tan profunda como fue la de la pandemia?
L.F.M.: Es muy claro el indicador, pero tampoco nos sorprendió. Recordará que en una pasada entrevista hace unos meses sobre lo que estaba pasando en materia económica, discutimos mucho lo que estaba ocurriendo con la tasa de inversión. La tasa de inversión en el primer trimestre de este año cerró a niveles del 17 % el PIB. Esa es la cifra más baja en 18 años de historia económica del país, incluso por debajo de lo que tuvimos alrededor de la pandemia. Y recordemos también que cinco trimestres consecutivos hemos tenido reducciones en justamente la inversión, la formación bruta de capital fijo. Y en esa conversación yo le decía dos cosas: la primera, los efectos de la política monetaria y la política fiscal. El apretón de tasas de interés por parte del Banco de la República es un efecto desde el punto de vista de reducción de crecimiento del consumo y la inversión, y eso ocurrió. También los efectos de la política fiscal, en particular de las reformas tributarias del 2021 y del 2022, justamente, que aumentaron sustancialmente el costo de uso del capital, el costo de invertir.
Entonces no sorprende, naturalmente, que haya un efecto negativo en la inversión. Pero el segundo punto que yo le he mencionado a usted era la incertidumbre producto de decisiones adoptadas por el gobierno nacional, algunas sectoriales, todo el debate y la discusión del sector minero energético, por ejemplo, sobre si se van a permitir nuevos contratos para la exploración de petróleo y gas, sobre la conformación de la Comisión de Regulación de Energía y Gas. Todo esto genera mucho ruido para un sector que naturalmente depende de inversiones de largo plazo. Las decisiones en materia del sector de infraestructura, el no haber aumentado los peajes el año anterior, fíjese que justamente hace algunos días hasta ahora se resolvió la mitad del problema pendiente, todavía falta por resolver el aumento en los peajes. Eso genera incertidumbre en un sector que naturalmente depende justamente de esa claridad de las reglas de juego.
Lo que ocurrió con el sector de la vivienda cuando el gobierno llega cambia la metodología de focalización. Eso genera una gran cantidad de desistimientos, parálisis de obras y bueno las cifras son contundentes en términos del impacto negativo de esas medidas.
Y también a nivel más nacional, más macro, las discusiones de algunas reformas como la de salud, que ha generado una parálisis de la inversión en el sector privado en la salud y también de la reforma laboral, que es una reforma muy inconveniente, pensada en un mercado laboral de hace medio siglo que sería muy gravoso para la generación de empleo formal.
Todo eso cuando usted lo empieza a sumar pues al final de cuentas se traduce en ruido en incertidumbre y esto es justamente lo que está cuantificando este indicador; es decir, hay una congruencia entre algo digamos un análisis más de noticias, de anuncios por parte del gobierno nacional y lo que eso está al final de cuentas generando en términos del comportamiento especialmente de la inversión privada en el país.
SEMANA: El cruce de la incertidumbre versus lo que usted estaba señalando alrededor de la inversión y del bajo crecimiento, ¿eso es un reflejo de lo que está pasando?
L.F.M.: Totalmente, porque, además, uno de los temas claves de este tipo de indicador de incertidumbre, y esto lo probaron justamente los autores académicos que publicaron esto, ellos tienen un centro de investigación en la Universidad de Stanford que está continuamente analizando estos indicadores de incertidumbre, y uno de los elementos más interesantes que ellos hablaron durante la publicación de ese documento académico, es que los indicadores de incertidumbre, como los que ellos proponían, podían tener una, si se quiere, anticipación de los movimientos de variables macroeconómicas claves y en particular mencionaban tres: la inversión, el empleo y el crecimiento económico. Es decir, cuando hay aumentos de este indicador lo que muestra que aumenta o empeora, la incertidumbre en la política económica, típicamente lo que ocurre es que de forma contemporánea o algunos meses más hacia adelante, se reduce la inversión, se reduce el empleo y se reduce el crecimiento. Entonces su observación es correcta en esa dimensión. No sorprende que estos años que se han caracterizado especialmente por una alta incertidumbre, me refiero al 22, al 23 y también lo ocurrido del 24, que no es el más alto de la historia, pero está a niveles similares en incertidumbre a los que tuvimos durante la pandemia, que sean también años en donde la tasa de inversión ha venido cayendo, en donde el crecimiento económico ha sido relativamente bajo y en donde el empleo viene deteriorándose desde el mes de agosto del año pasado. Cerramos con una tasa de desempleo del 10,7% en el primer semestre de este año. Así que esa coincidencia entre el aumento de la incertidumbre y el deterioro de las variables macroeconómicas principales, pues está claramente documentada y está ocurriendo también en el caso colombiano.
SEMANA: Mencionó el 2024 y este año se han dado algunos anuncios del gobierno, como, por ejemplo, una Asamblea Nacional Constituyente, el fast track para nuevas leyes, o incluso hasta la reelección. ¿Qué tanto están moviendo estos anuncios el indicador?
L.F.M.: Esto es un tema muy de fondo porque lo que veníamos viendo en el 2023, finales de ese año, es que la incertidumbre se mantenía en niveles altos, pero venía cayendo según el indicador. Llegamos a un mínimo más o menos en octubre del año pasado, de acuerdo con nuestro indicador, de relativa estabilidad al inicio del año, pero ya a partir de marzo-abril empieza a subir otra vez el indicador de incertidumbre. El último dato que fue justamente el que publicamos esta semana corresponde al mes de julio. El indicador está en 249. El promedio del indicador en el periodo 2000-2019 es 100, esa es la normalización del indicador. 249 quiere decir que hay 2,5 veces más incertidumbre en términos relativos que lo que había en el periodo previo a la pandemia.
Entonces, los anuncios, por ejemplo, de una Asamblea Nacional Constituyente, que naturalmente son un elemento adicional que se puede calificar como de incertidumbre frente a las reglas de juego, pareciera que sí han tenido un impacto desde el punto de vista de aumentar este indicador de incertidumbre. Antes de estas discusiones el indicador estaba alrededor de los 200. Entonces sí ha habido un aumento y naturalmente esto seguramente tendrá implicaciones en materia de inversión, crecimiento y demás. Y por eso el mensaje fundamental, más allá de la importancia de este indicador que está basado simplemente en un algoritmo técnico, sí es clave como un insumo para el gobierno nacional, para el equipo económico, para los tomadores de decisiones de política pública e ir monitoreando cómo está ese ambiente para hacer negocios, cómo está esa certidumbre frente a las reglas de juego y lo que dice esto es que mensajes como vamos a hacer una Asamblea Nacional Constituyente, van en contravía de lo que se requiere que es esa estabilidad, esa garantía de las reglas del juego y permitir que el sector privado haga su tarea a través del aumento de la inversión.
SEMANA: Fedesarrollo tiene un par de estudios que son muy importantes: el índice de confianza tanto empresarial como el índice de confianza del consumidor. ¿Cómo podría cruzar este índice de incertidumbre versus los resultados de esos dos otros indicadores?
L.F.M.: Ese tema es clave porque este no es un indicador único, sino un indicador complementario. Es decir, si uno quiere entender qué está pasando con la economía colombiana en la coyuntura actual, pues lo importante no es solamente mirar este indicador de incertidumbre que acabamos de publicar, sino también otros indicadores. Usted mencionó dos que también publicamos desde Fedesarrollo mensualmente, la confianza del consumidor, ese termómetro de qué están viendo los hogares en términos de sus condiciones económicas y de la economía en general, la confianza empresarial que se enfoca en dos sectores claves para la actividad productiva en Colombia, el comercio y la industria también, ahí hay un termómetro de cómo están viendo justamente los empresarios de estos dos sectores el giro de su negocio en la coyuntura.
Cuando usted cruza la información del indicador de incertidumbre que está en niveles altos, no tan altos como los del 2022 o el 2023, pero niveles similares a los de la pandemia, mira también lo que está ocurriendo con la confianza del consumidor que continúa en terreno negativo, es decir, hay más pesimismo que optimismo en los hogares de Colombia, y unos indicadores empresariales de confianza comercial e industrial que han venido cayendo, especialmente el de confianza comercial, lo cual no sorprende por las malas cifras en estos dos sectores, pues lo que le dice es que la economía probablemente está un poco mejor que lo que estaba el año anterior y esto va en línea con, por ejemplo, las mejoras relativas del indicador de incertidumbre, pero no está en un momento de bonanza, no está creciendo rápidamente, no está retornando a esos niveles de crecimiento de largo plazo. Y eso está en línea con los análisis que hemos hecho desde Fedesarrollo y los que tienen todos los analistas del mercado.
¿Cuál es la expectativa nuestra del crecimiento para este año? 1,6%, que no es una cifra realmente extraordinaria, especialmente teniendo en cuenta que el año pasado, recordemos, la economía creció apenas el 0,6%. Es decir, un estancamiento seguido de un año en donde el crecimiento es relativamente bajo, pero mejor que la del año anterior.
Este cruce de los diferentes indicadores de confianza, el indicador de incertidumbre, lo que está ocurriendo también con la demanda de energía, lo que dice es que la economía está creciendo más que el año pasado, digamos, retornando a esos niveles de crecimiento potencial.
SEMANA: Tuvimos el famoso lunes negro en los mercados internacionales por la posibilidad de una recesión en Estados Unidos. ¿Qué tanto están afectando los factores externos esta incertidumbre local?
L.F.M.: No lo hemos medido todavía porque el indicador lo publicamos este primer lunes del mes de agosto solamente para el mes de julio. Viene este choque adicional externo que es un fenómeno relacionado con un riesgo de una recesión de Estados Unidos producto de unas malas cifras en términos del mercado laboral, una tasa de empleo que estuvo por encima de lo que había anticipado el mercado, y la sensación de que la Reserva Federal probablemente se demoró un poco en iniciar un ciclo de reducción en sus tasas de interés. Eso generó un nerviosismo desde el domingo en la noche cuando abren los mercados en Japón, la bolsa allí cayó a niveles históricos, eso generó un contagio a nivel internacional y, por supuesto, pues esto tuvo implicaciones de desvalorización del precio de varios activos de la moneda local de la bolsa en nuestro país. Entonces, no lo hemos calculado todavía, pero no me cabe duda que cuando publiquemos el próximo mes en septiembre los resultados de agosto se verá un aumento en el indicador de incertidumbre.
La pregunta más importante aquí es qué tan permanente va a ser ese efecto y yo creo que hay lugar para decir que seguramente hay algo de preocupación y volatilidad, pero por ahora uno no debería ver una persistencia de caídas en los activos a nivel global porque si bien hay una mayor probabilidad de recesión en Estados Unidos, el escenario central sigue siendo que no va de recesión: 75% probabilidades de acuerdo con el mercado es que no va a haber recesión en Estados Unidos, entonces hay una mayor probabilidad y eso generó algo de nerviosismo, pero creo yo que los efectos de este choque van a ser relativamente transitorios, excepto por supuesto si efectivamente se materializa una recesión en el país del norte.
SEMANA: Uno de los termómetros de la economía que para nosotros es fundamental es el comportamiento del dólar y se ata a los anuncios y a lo que está pasando afuera. ¿Qué tanto se mueve el dólar en un escenario de incertidumbre externa y qué tanto pesa para la incertidumbre local?
L.F.M.: Hay una relación muy importante muy estrecha entre aumentos de la incertidumbre y depreciaciones de la moneda colombiana frente al dólar y eso está clarísimo en el indicador que nosotros publicamos. No sorprende, por ejemplo, que el aumento del indicador de incertidumbre que publicamos, que se da después de la pandemia, después de 2019, coincide también justamente con una depreciación, una pérdida de valor de nuestra moneda frente al dólar. Tampoco es sorprendente entonces que la corrección más reciente de los niveles de incertidumbre, porque este año sigue siendo alta, pero menor que la del 23 y la del 22, no sorprende que esa caída relativa en la incertidumbre en la política económica haya conducido a un proceso de apreciación de nuestra moneda muy importante en lo corrido este año, hasta antes de este choque reciente que tuvimos en términos de la volatilidad internacional.
Claramente los factores que mueven el indicador de incertidumbre también van a mover, por supuesto, el precio de nuestra moneda local frente al dólar. ¿Por qué? Porque lo que está detrás, por ejemplo, aumentos de la incertidumbre, como decisiones sobre la política fiscal, temas relacionados con la volatilidad de la inflación, el aumento en el riesgo país, pues al final de cuentas son variables fundamentales que deberían, cuando empeoran, generar una depreciación de nuestra moneda frente al dólar.
SEMANA: Miremos unos hechos muy puntuales y qué tanto le podrían pegar a la incertidumbre, no tanto por el indicador mismo, porque seguramente no lo tenemos en este momento, pero ¿cuál es la percepción que tiene? La primera es alrededor de la situación del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, con todos estos hechos de la UNGRD y ¿qué impacto podría generar en materia económica en el país?
L.F.M.: Por ahora no estamos viendo impactos de ese proceso que ha salido a la luz pública a través de algunos reportes de noticias, en el sentido de que, por ejemplo, a nosotros en particular todavía no hemos tenido ninguna pregunta o inquietud de algún analista local o internacional sobre la eventual salida del ministro Bonilla por este problema. El ministro ha dicho a la opinión pública que está atento a cumplir con sus obligaciones frente a los organismos de control, a declarar, a mostrar su inocencia. Y, en ese sentido, por ahora, no estamos viendo, digamos, impactos. ¿Qué podría generar eventualmente volatilidad o incertidumbre? Que el propio ministro o el presidente tomen la decisión de que él se aparte del cargo y que haya una discusión sobre quién podría suceder al actual ministro de Hacienda. Eso sí podría generar un poquito de incertidumbre. Pero, por ahora, nosotros más allá del indicador no hemos recibido inquietudes o preguntas de algún tipo de analista local o internacional frente a lo que está ocurriendo en términos de este proceso que viene desarrollándose en las últimas semanas.
SEMANA: El segundo tema es también muy coyuntural y está relacionado con el ministro Bonilla y es la anunciada reforma tributaria. ¿Qué tanto afecta este anuncio la incertidumbre?
L.F.M.: Ese sí va a ser un factor determinante porque cuando nos sentamos a revisar los resultados del indicador para 2022, miramos ese pico de la incertidumbre en octubre de 2022, la gran mayoría de temas, no los únicos, pero la gran mayoría estuvieron relacionados justamente con esa reforma tributaria, la del 2022, que aumentó sustancialmente la carga tributaria, especialmente para los hogares y en particular para los asalariados de ingresos medios y altos que hasta ahora cuando arranca este mes de agosto van a poder sentir en su bolsillo el impacto del aumento en la tributación que en algunos casos puede llegar a ser del 30 o el 40%.
Cuando eventualmente el gobierno presente esa ley de financiamiento, que no es otra cosa que una reforma tributaria, muy seguramente se va a abrir una discusión adicional que va a mover al alza la incertidumbre en este indicador y que seguramente, además, más allá de que suba el indicador, creo yo, no va a ser positiva para una estrategia de recuperación. No hay peor cosa para evitar que una economía se recupere más rápidamente que abrir una discusión de aumentar la carga tributaria y no sabemos a quiénes, si a las empresas, a los hogares o a través de impuestos al consumo.
Yo creo que es muy difícil que esto se materialice. Técnicamente consideramos que no es apropiado. Políticamente va a ser difícil también esta discusión justamente por los efectos de la reforma del 2022 en las declaraciones de renta. Y yo creo que al final de cuentas vamos a tener un periodo de incertidumbre en términos justamente de una discusión que además ratifico consideramos no conveniente en este momento.
SEMANA: Sigamos con los temas muy puntuales. ¿Qué pasa con algunos sectores, por ejemplo, como el minero energético en materia de incertidumbre o el desarrollo de infraestructura o, incluso, las reformas que están pendientes en el caso de salud que van a presentar una nueva o en el caso laboral que sigue viva en el Congreso?
L.F.M.: Esos cuatro factores son absolutamente claves para explicar el aumento relativo de la incertidumbre en el 2022 y en el 2023. Lo que ha ocurrido con el sector minero energético ha sido infortunado desde el punto de vista de esas previsiones de largo plazo. El sector minero energético típicamente es un sector de altísimas inversiones de capital que no se pueden materializar en términos de retorno, sino a través de 5, 10, 15 o hasta 20 años. Luego, si no hay certidumbre en las reglas de juego en ese sector, pues es muy difícil que un nuevo inversionista o un inversionista actual amplíe un proceso de producción a raíz justamente de ese ruido regulatorio. Lo de la infraestructura, yo creo que fue muy infortunada esa decisión de no aumentar los peajes. La motivación era no impactar la inflación. Nuestros cálculos indicaron que el impacto de un aumento en los peajes del 13%, que fue la inflación del 2022, era del 0,001% en la inflación total, es decir, realmente marginal, y sí generó justamente mucha incertidumbre, porque no olvidemos que esto es una obligación contractual del gobierno nacional con los inversionistas privados. Ahí se generó pues un incumplimiento que el gobierno lo tuvo que financiar a través del presupuesto general, pero que más allá de si se resuelve esa deuda que está pendiente, pues queda en el ambiente la posibilidad de que el gobierno hacia adelante pueda otra vez incumplir contractualmente con ese aumento de los peajes producto de la inflación. Obviamente también es negativo.
Y de las reformas estructurales que además han sido técnicamente rebatidas desde el punto de vista de los impactos negativos que podrían generar, volver a abrir esa puerta de la discusión de una reforma a la salud, que es un cambio del modelo realmente sustancial, no es construir sobre lo construido y mejorar lo que puede ser obviamente corregido, es un revolcón total con una prevalencia mucho más fuerte del sector público en términos de la provisión de los servicios de salud, por un lado, y una reforma laboral que lo que pretende es aumentar el costo del empleo formal en una economía que viene aumentando su tasa de desempleo desde agosto del año pasado y que hasta ahora está creciendo al 1,6%, pues claramente luce inconveniente en esa estrategia de recuperación. Seguramente, si otra vez se abren estas discusiones, vamos a ver aumentos en la incertidumbre y efectos negativos en términos de la actividad productiva.
SEMANA: Después de este panorama si uno pudiera resumir en dos o tres los cisnes negros, que llaman los expertos, que podrían generar más incertidumbre en Colombia, ¿en qué los resumiría?
L.F.M.: Yo creo que el más importante de corto plazo va a ser la ley de financiamiento o reforma tributaria. Esa es una discusión que consideramos inoportuna, que puede generar impactos muy negativos, incluso si no se aprueba la reforma. Desde el punto de vista de las discusiones de política pública, desde el punto de vista de lo que están pensando los inversionistas locales internacionales hoy para el país, yo creo que es absolutamente inconveniente y es un efecto ratifico de aumento de incertidumbre que podría tener impactos también en variables macroeconómicas como la inversión y el crecimiento.
El segundo relacionado con el anterior, es el déficit fiscal. Nosotros publicamos hace algunos días un comunicado de prensa en donde alertábamos sobre justamente los riesgos del presupuesto para el próximo año, producto de estos 12 billones de pesos que el gobierno pretende recaudar a través de una ley de financiamiento o reforma tributaria, por un lado, que consideramos técnicamente inconveniente y muy probablemente va a ser políticamente inviable. Pero, además, aparte de esos 12 billones, el gobierno incorpora 14,6 billones adicionales de ingresos tributarios frente a los que había estimado apenas a finales de junio, cuando publica la actualización del marco fiscal.
Entonces, incluso en el escenario en donde el gobierno logra aprobar una ley de financiamiento de 12 billones de pesos, habría un faltante de 14,4 billones adicionales que el gobierno no ha dicho de dónde van a salir. Muy seguramente pensará que se pudo hacer con gestión de la Dian.
La suma de esas dos cosas nos da 26,6 billones de pesos de ingresos en riesgo para el próximo año. Nuestra recomendación ha sido hay que recortar el presupuesto de esos 523 billones de pesos a esa cifra digamos consecuente con un recorte de 26.6 billones de pesos, es decir alrededor de 498 billones de pesos.
SEMANA: ¿Por qué?
L.F.M.: Porque si no se hace ese recorte el próximo año vamos a tener el déjà vu de lo que fue este 2024. el año pasado dijimos: ojo con el presupuesto va al gobierno a tener que hacer un recorte. Pasado el tiempo pues efectivamente el gobierno tuvo que implementar un recorte de 20 billones que seguramente tendrá que complementar con otro recorte adicional en los próximos meses y es mejor tener las cuentas claras desde ya, evitarse esos elementos de un nuevo recorte el próximo año.
Segundo cisne, el déficit fiscal y los riesgos asociados a los ingresos tributarios el próximo año. Tercer cisne, crecimiento económico y especialmente comportamiento de la inversión, relacionado con todo lo anterior. Si no logramos darle la vuelta a esa caída de la inversión, crecer desde el punto de vista de la formación bruta de capital fijo, va a ser muy difícil que la economía vuelva a retornar a tasas de crecimiento por encima del 3%.
SEMANA: ¿Qué tanto nos está pegando el tema del deterioro de la seguridad en materia de incertidumbre?
L.F.M.: Es un componente importante porque cuando hacemos el análisis sectorial, que es otro valor agregado que trae este indicador que publicamos desde Fedesarrollo, más o menos entre el 10 y el 11 por ciento de las noticias de incertidumbre en la política económica, están también relacionadas con componentes de la seguridad. El deterioro reciente que se ha visto en términos de la seguridad, no en tasas de homicidio, que ha venido manteniendo una trayectoria estable, hoy en día, la tasa de homicidios en Colombia está alrededor de 26 homicidios por cada 100 mil habitantes y ahí se ha mantenido durante los últimos tres o cuatro años, pero sí el aumento de otro tipo de delitos como la tasa de extorsión, la tasa de secuestro, el hurto común, pues claramente pintan un panorama de un deterioro en las condiciones de seguridad no solamente en la parte urbana, sino también en la parte rural. Y el indicador justamente ha venido capturando ese componente. Entonces ratifico, más o menos entre el 10 y el 11 % de las noticias de incertidumbre en política económica están de alguna manera relacionadas con el componente de seguridad. Así que ese tema por supuesto es clave y de hecho la literatura económica hace mucho tiempo había determinado que un país en donde hay condiciones de inseguridad difícilmente puede tener condiciones propicias para el crecimiento económico. Buena parte del boom económico que tuvo Colombia durante el siglo XXI justamente tuvo que ver con eso con la caída en la tasa de homicidios, con el aumento del control territorial, con el acuerdo de paz con las Farc, la salida de la guerrilla de las Farc de algunos territorios, pero las dificultades en la implementación del proceso de paz, lo que se ha percibido como una ausencia del copamiento de las Fuerzas Militares y del Estado de esos territorios donde antes estaban las antiguas Farc, pues ha generado unas condiciones adversas en materia de seguridad que claramente se están viendo en este indicador de incertidumbre.
SEMANA: La semana entrante se conocerá el dato del PIB del segundo trimestre de este año. ¿Cuáles son los cálculos de Fedesarrollo y cómo ve esa dinámica frente a lo que pasó el año pasado, donde llevamos varios trimestres sin siquiera llegar al 1 % de crecimiento?
L.F.M.: Las cifras del segundo trimestre de este año han estado un poquito mejor, incluso alrededor del 2% en alguno de estos meses del segundo trimestre del año. Así que es muy probable que la cifra esté alrededor del 1,8 o 2 %, las cifras de mercado también están más o menos en ese rango. Con un primer trimestre que recordemos no fue tan bueno. El primer trimestre el crecimiento fue apenas el 0,9%. Entonces, un segundo trimestre un poco mejor en materia de crecimiento. Un primer semestre que estará alrededor del 1,3 %, 1,4 % y una segunda mitad del año que también estará más o menos en esos órdenes de magnitud para cerrar un año de crecimiento en 2024 con un crecimiento de alrededor entre el 1,5 % y 1,6 %. Así que nosotros estamos muy en línea con lo que está estimando el mercado. Un segundo trimestre mejor que el primer trimestre del año, pero todavía por debajo de ese crecimiento potencial que en Colombia debería estar entre el 3 % y el 3,5 %.
SEMANA: ¿Qué tanto está pesando la base de comparación de este año con relación a los mismos periodos del año pasado?
L.F.M.: Ya empieza a jugar a favor, porque el año pasado naturalmente tuvimos un estancamiento de la actividad económica, incluso un trimestre de crecimiento negativo, en general un estancamiento de la actividad económica. Entonces, parte de lo que estamos viendo en la recuperación es obviamente un efecto base, que entre otras cosas genera algo de preocupación. Luego de un año de estancamiento de la economía con un crecimiento del 0,6 %, crece al 1,6 %, no es una cifra para lanzar campanas al vuelo. Es una cifra muy moderada porque ahí está también el efecto base. Se está comparando la actividad productiva del 2024 contra un año como el 2023, en donde la actividad productiva estuvo prácticamente constante. Entonces, ahí es donde creo que está el reto importante y eso tiene que ver justamente con ese tercer elemento que hablábamos ahora y es cómo darle el impulso a la inversión, a la inversión productiva, que seguramente va a ser el jalonador del crecimiento económico hacia adelante en nuestro país.