Especial colegios / El número 1
La meta del Liceo Campo David es que todos sus egresados puedan entrar a la Universidad Nacional
Este colegio bogotano se ubica como el mejor del país por sus resultados en las Pruebas Saber 11.

El Liceo Campo David es un colegio atípico. Es el único ubicado en el sur de Bogotá que compite “de tú a tú” con los más costosos del país por ocupar los primeros lugares en las pruebas de Estado y, sin ser bilingüe, lo ha logrado durante más de una década.
Es atípico porque está en medio de una zona comercial de difícil acceso por el tráfico, pero al que cada año llegan cientos de familias ilusionadas con poder matricular allí a sus hijos (en 2024, lo intentaron 800, pese a que solo había 56 cupos). Pero quizás, lo que lo hace más fuera de lo común es un récord bastante especial: 92 por ciento de sus estudiantes logran ser admitidos en la Universidad Nacional, cuyo examen de ingreso muchos aseguran que es más difícil que las Pruebas Saber. “En otras palabras, de cada diez estudiantes nuestros que se presentan a la Nacional nueve acceden a la carrera que quieren, pues no quedan en el segundo o el tercer grupo, sino generalmente en el primero”, comenta con orgullo Luis Alejandro Pérez, quien lleva poco tiempo como rector, pero cinco años en la institución, en principio como profesor de matemáticas.

El Campo David completó 10 años en el primer lugar entre los colegios de calendario A, nivel Bogotá, y en 2024 se ubicó en el primer lugar nacional, teniendo en cuenta calendario A y B.
Pérez considera que esos buenos resultados son consecuencia del acompañamiento que hacen a los estudiantes, sobre todo, a nivel convivencial. “Es raro, pero realmente lo académico pasa a un segundo plano y nos consolidamos mucho en el respeto mutuo y en el entender las diferencias. Y cuando la convivencia fluye de manera adecuada, pues las clases se pueden impartir también de forma idónea. Hay un espacio constructivo para que se puedan aclarar dudas, para que haya un conversatorio muy fructífero dentro de la clase”, enfatiza el rector.
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También opina que es clave el trabajo mancomunado con las familias, con las que se conforma una tríada que completan docentes y estudiantes, todos con un mismo objetivo: el ingreso a la Universidad Nacional.
Frente al nivel de exigencia del colegio, Pérez dice que es un hecho, pero que se hace con afecto, en la medida que buscan potencializar las habilidades de sus educandos. “Nuestra apuesta es por el esfuerzo constante y el cumplimiento oportuno. Nuestro discurso no es el de solo recibir y promover a los estudiantes más inteligentes, sino a los que tienen constancia y dedicación”, indica y añade que entre los aspectos que más valoran sus egresados está el de haber adquirido la seguridad de que podían ingresar a la universidad con unas bases sólidas. Esto les permitió que su transición colegio-universidad no fuera caótica, ya que no se sienten saturados y llegan con los conocimientos y habilidades necesarias para afrontar ese desafío.
Esta institución lleva 49 años de creada y la primera promoción salió en el 2001. Su política en materia de tareas consiste en tener un cronograma organizacional para cada asignatura, con el objetivo de que dejen trabajos para cada 15 días, no diarios.
“Estamos hablando de que realmente más que hacer un montón de ejercicios o un montón de actividades, la idea es reforzar. De hecho, no las llamamos tareas, sino actividades de refuerzo, con el objetivo de que, con ayuda de herramientas digitales, puedan consolidar los conocimientos adquiridos en clase. Creo que la tecnología es parte fundamental para poder hacer que los estudiantes mejoren sus procesos”, precisa el rector.