Empresarios
David Vélez y Simón Borrero: las reveladoras confesiones de los dos cacaos digitales del país en Nu y Rappi
Los dos empresarios también hablaron sobre por qué crear empresa en países como Colombia y cómo transmitir el gen emprendedor a los hijos.
El mundo empresarial colombiano lleva décadas dominado por grandes apellidos como Sarmiento Angulo, Santo Domingo o Ardila Lülle. Sin embargo, desde hace unos años a ese selecto grupo entraron dos emprendedores que cada día son más reconocidos, no solo por sus logros al innovar en los negocios, sino también porque han logrado reconocimiento internacional y crecer sus patrimonios.
Se trata del paisa David Vélez, cofundador de Nu Bank y hoy el hombre más rico de Colombia, y del caleño Simón Borrero, cofundador de Rappi. Ambos son asiduos conferencistas de diversos eventos sobre emprendimiento, pero en un acto poco usual, se reunieron en Bogotá para participar juntos en el programa Tertulia Digital, que fue fundado por el manizaleño Nicolás Llano Naranjo y que para su edición 200 decidió reunir a los dos mayores cacaos digitales de Colombia.
Vélez inició la conversación explicando por qué decidió emprender en Latinoamérica y no en mercados como Estados Unidos y por qué decidió competir en una industria tan consolidada como la bancaria. “Emprender en América Latina es como el último nivel de Mario Bros, donde Mario está saltando y lo atacan dragones con bolas de fuego, pero igual él se mete ahí. Cuando íbamos a iniciar Nu lo que más nos decían era que nuestra idea era difícil. ‘Hay problemas de corrupción, hay problemas políticos, hay problemas de licencias, hay todo tipo de dificultades’, nos insistían, pero yo pensaba que lo difícil no es necesariamente malo; al contrario, como decimos en tecnología, es un feature, pues en lo difícil va a haber menos competidores”, sostuvo y agregó que como empresa hay que desarrollar agilidad a la hora de tomar decisiones y eso da la posibilidad de tener una ventaja competitiva en ejecución. “En Estados Unidos eso casi no existe. Todo el mundo logra ejecutar. En Colombia uno puede tener una ventaja competitiva al simplemente ejecutar, haciendo las cosas mejor que el resto de las personas”, precisó.
Borrero comparte también la filosofía de que la dificultad es un motor para los negocios y considera que eso se supera con un equipo que rema para el mismo lado, sacando el instinto de supervivencia. “En Rappi varias veces hemos tenido caja para apenas tres semanas, algo que, en cualquier otra empresa, habría enloquecido a la gente y se hubieran ido, pero lo que nosotros hicimos fue reunir al equipo contar lo que estaba pasando y nos convencíamos de que podíamos salir adelante y lo hemos hecho”.
Con respecto a la formación de equipos de trabajo, el fundador de Nu –con presencia en Brasil, Colombia y México y más de 100 millones de clientes– dice que su apuesta está en encontrar misionarios y no mercenarios. Los primeros son los que se motivan intrínsecamente porque quieren resolver problemas y están motivados por el impacto que pueden crear, le ven un propósito a lo que hacen diariamente; por eso, cuando las cosas están mal, ellos aumentan su compromiso. Los segundos, los mercenarios, entran porque quieren tener la marca en su currículo.
En Rappi, Borrero dice que para motivar a los equipos le han funcionado dos cosas. Dar ejemplo y estar superpegado a los usuarios, lo cual incluye incluso entregar pedidos cuando la operación está desbordada. “Yo hoy tengo 8.000 clientes que tienen mi WhatsApp personal y me escriben, con toda razón, a las 11 de la noche un domingo diciendo que no les llega la hamburguesa que pidieron y yo estoy ahí. Obviamente no siempre puedo estar en ese segundo, pero ellos saben que hay alguien que va a solucionarles y que pueden confiar en Rappi”, confiesa, y dice que en su caso también hay una motivación inspiracional, no solo de atender la demanda de quienes requieren el domicilio, sino la de ayudar a generar ingresos a 950.000 rappitenderos en todos los países en donde operan.
Mentalidad emprendedora
Vélez considera que para que los emprendimientos funcionen se debe tener la disposición de querer resolver problemas. “Salir a la calle da muchas ideas de cosas que se podrían corregir y hay dos formas de reaccionar a eso: victimizándose o buscando soluciones. Al identificar los problemas que se pueden resolver también se crea una oportunidad de emprendimiento. Además, para ser emprendedor se requiere la capacidad de tomar riesgo. Seamos honestos, la mayor parte de los emprendimientos no tienen éxito. Esta es una tarea más concentrada en la jornada que en el destino, en los aprendizajes que se logran en ese proceso, en el cual, además, se puede intentar apagar ese miedo a fallar que todos tenemos”, puntualizó.
Borrero lo complementó al asegurar que el espíritu paisa del emprendimiento no solo debería estar concentrado en esa capital, sino en todo el país y que ese debe ser el legado más importante que deben dejar empresas como las de ellos.
Frente a la dificultad que enfrentan muchos empresarios de poder heredar ese espíritu creador de nuevas empresas a sus hijos, Vélez, con cuatro descendientes, dijo que la clave está en el ejemplo, que vean que el trabajo es importante y empezar a darles responsabilidades desde pequeños, que tengan desafíos que los motiven a buscar soluciones. El fundador de Rappi, con una pequeña de dos años y un bebé en camino, considera que el trabajo no solo consiste en moldear a los hijos, sino también en pensar qué tipo de padre se quiere ser para ellos y encaminarse en esa vía.