EMPRESAS
Así fue como un fondo de inversión armó un gigante del reciclaje
Con apenas cinco años de operaciones, Atica es uno de los mayores gestores de residuos industriales de Colombia. Los tapabocas son ahora un gran desafío en un país poco acostumbrado a reciclar.
Los fondos de capital privado, que reúnen recursos de diferentes actores como fondos de pensiones, personas naturales, inversionistas extranjeros y fundaciones para invertirlos en compañías en las que ven un gran potencial, se han convertido en motores clave del desarrollo empresarial del país. Esto porque no solo llegan con recursos, sino también con gerentes y expertos que ayudan a que las empresas crezcan más rápido. Su objetivo es valorizar las compañías para luego venderlas y ganar una importante utilidad.
Un ejemplo de este modelo de inversión fue lo que hizo en 2016 el fondo Altra Investments, que ha invertido 524 millones de dólares en 18 compañías. En ese año compró cinco empresas que trabajaban en temas como incineración de residuos industriales o gestión de aguas y las juntó en una sola firma que denominó Industria Ambiental y cuya marca es Atica.
Esta compañía gestiona los residuos de pequeñas peluquerías así como de grandes petroleras, atiende diferentes sectores económicos y tiene presencia en las principales ciudades del país, así como en Perú y República Dominicana. Mauricio Abondano, gerente de negocios de Atica, explica que su foco son las empresas, pero que con la Resolución 1407 de 2018 que le exige al sector industrial tener un plan de gestión de por lo menos 10 por ciento de sus empaques de papel, cartón, plástico, vidrio y metal, también están atendiendo algunos usuarios residenciales o colegios. Atica certifica ese reciclaje a nombre de la empresa que vendió originalmente dichos empaques.
Falta mucho
Pese a la labor de compañías como Atica y a todo el trabajo de los recicladores en el país, Colombia registra bajas cifras en este campo. Mientras en los países desarrollados se recicla el 70 por ciento de los desperdicios, acá no se llega al 15 por ciento, sumando residuos industriales y residenciales. Abondano señala también que las empresas son más juiciosas que los hogares a la hora de reciclar y que uno de los problemas que ha traído la pandemia ha sido la mala disposición de los tapabocas.
Tendencias
La única directriz que se ha emitido al respecto establece que los tapabocas son desechos ordinarios y se deben arrojar en doble bolsa negra, pero el problema es que además de contener virus son artículos que demoran demasiado en descomponerse. Se estima que una mascarilla tarda más de 450 años en degradarse, mientras que la bolsa en la que se empaca se demora otros 20 años.
“La mayoría terminan en rellenos sanitarios, pero lo ideal es darles un aprovechamiento energético, el cual consiste en incinerar los tapabocas en hornos especiales. Ese proceso genera energía térmica y eléctrica”, explica el directivo, y agrega que también usan este tipo de incineración para algunos de los residuos hospitalarios que recogen.
Tan solo el año pasado, Colombia generó 41.995 toneladas de residuos hospitalarios, donde 35.255 fueron biosanitarios; 4.970 anatomopatológicos (restos provenientes de los humanos); 1.270 cortopunzantes y 495 de desechos de animales. Cada uno tiene un proceso de disposición distinto.
Economía circular
Con la energía que generan en sus hornos, Atica logra remplazar entre 15 y 20 por ciento de la energía que utiliza en sus diversos procesos que también incluyen una refinería de aceite usado, que recogen en los lubricentros. Dicho aceite lo transforman y venden a las asfalteras para su reutilización. Un proceso similar realizan con las 1.200 toneladas de plásticos y residuos aprovechables que luego venden a los molinos de papel. Se estima que el país genera unas 12 millones de toneladas de residuos sólidos al año.
Atica tiene 1.200 trabajadores, de los cuales 800 trabajan dentro de las empresas que son sus clientes, otra parte de su fuerza laboral está en su flota de vehículos para reciclaje. El año pasado tenían 130, que al no poder operar durante la pandemia, se dedicaron a hacer desinfecciones en diferentes ciudades. Por ejemplo, con sus carros cisterna ayudaron a la desinfección de Corabastos.
Con una inversión que supera 1.630 millones de pesos, la empresa está en proceso de convertir 10 por ciento de su flota de vehículos en tractocamiones y camiones híbridos o eléctricos. Era un proyecto que traían desde 2020, pero que tuvieron que poner en pausa por la pandemia y ahora lo están retomando, así como el montaje de celdas fotovoltaicas para remplazar 25 por ciento del consumo en oficinas.
El año pasado, al no haber cirugías y registrarse una menor actividad manufacturera se redujeron los residuos hospitalarios e industriales, lo que impactó los ingresos de Atica, que fueron de 130.346 millones de pesos, 3 por ciento menos que en 2019. Este año, por el contrario, la empresa está en pleno crecimiento y se consolida como una de las más grandes del país, con una participación de mercado de 32 por ciento, contando todas sus líneas de negocios.
Para 2022, esperan crecer entre 13 y 15 por ciento, así como aumentar su apuesta por la economía circular incluyendo cada vez más materiales como el Tetra Pak, que en el país solo es aprovechado por dos organizaciones. Así mismo planean consolidar su operación peruana y dominicana, donde manejan plantas de tratamiento de agua.
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