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De un error nació un éxito: la historia de una pareja que convirtió los postres saludables en un negocio en expansión
La marca Libre de Culpa proyecta una expansión ambiciosa con nuevas plantas y más puntos de venta.
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Hace unos siete años, Andrés Pieschacón estaba buscando un proveedor de postres saludables para su restaurante Canasto Picnic Bistró, al norte de Bogotá. Su novia en ese momento, ahora su esposa, Ana María Blanco, le referenció una influencer. Sin embargo, el pedido nunca llegó.
Blanco, aunque estaba trabajando, asumió la responsabilidad y entró a participar en un nuevo proceso con otros posibles proveedores. Ella presentó sus propuestas a los socios del restaurante y fue elegida. “Sabían muy bien, aunque no se veían bonitos. Pero eso se podía mejorar”, recuerda Pieschacón.
Así nació Libre de Culpa: una oferta gastronómica para comer postres sin restricciones alimentarias por salud o algunas autoimpuestas por temas de cuidado físico. Apenas unos meses antes de la pandemia, Blanco perdió su empleo y la decisión fue dedicarse de lleno al nuevo negocio de los postres. Pero llegó la crisis sanitaria.

Mientras Pieschacón y sus socios veían cómo podían enfrentar la compleja coyuntura en el sector de restaurantes, Libre de Culpa daba grandes señales de vida. “Cuando apareció la pandemia, gracias a Dios teníamos ese negocio y en ese momento despegó”, dice Pieschacón, actual gerente de Expansión y socio de Libre de Culpa. Blanco es la gerente general y también socia de la empresa.
El apartamento, que en principio fue la fábrica, se quedó pequeño y tuvieron que moverse a una especie de cocina oculta en Usaquén, donde ya tienen un local. A ese se sumaron otros puntos de venta: en Quinta Camacho, en la Fundación Santa Fe, uno más en Cedritos y otro en el centro comercial Parque La Colina.
Ahora bien, si los últimos años han sido de consolidación, los que vienen serán de crecimiento en su operación. Para 2026, el plan inicial es el montaje de una nueva planta que les permita atender unos 20 puntos de venta y abrir entre cinco y siete locales en Bogotá. Estos proyectos –la nueva planta y los puntos de venta– suman una inversión cercana a los 3.500 millones de pesos para 2026, que harán vía deuda y recursos propios.
“Nosotros estuvimos en Shark Tank el año pasado. Ahí hicimos unos contactos con los sharks, pero finalmente decidimos no meter a nadie en la sociedad. Sigue siendo ciento por ciento familiar”, señala Pieschacón.

Destaca que han financiado una parte con a2censo, de la Bolsa de Valores. Incluso evalúan volver a hacer una ronda de préstamo, no de capital.
El siguiente paso es identificar opciones para llegar a otras ciudades. Analizan si lo efectuarán con un socio o bajo el modelo de franquicia. Han manifestado su interés en ciudades como Medellín y regiones como la costa caribe como un todo, con Barranquilla, Santa Marta y Cartagena. Para 2027, el plan es seguir construyendo en Bogotá puntos de venta para alcanzar los 20 planteados y llegar a una o dos ciudades.
En sus proyecciones, también tienen en el mapa desarrollar el negocio en Estados Unidos. “Nos llama mucho la atención llegar a Estados Unidos.” Tuvimos una propuesta de ir allá con financiación de socios, pero creo que primero hay que coger las manzanas que están cerca. La idea, sin embargo, después de tener ya el músculo y la fuerza aquí, es irse para Estados Unidos a ciudades como Miami o Los Ángeles. No obstante, eso ya sería en 2027 o 2028”, puntualiza Pieschacón.