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Estos empresarios paisas de la construcción se volvieron exportadores sin querer queriendo. Así lo hicieron
Su material estrella es el concreto. Iniciaron con la meta de industrializar los procesos de edificación en el país y ahora ya venden en 10 países. Y no solo a arquitectos y constructores, sino a consumidores finales.
Como muchos profesionales, Luis Franco y Andrés Mesa sabían que querían ser sus propios jefes y crear empresa, pero no tenían muy claro cómo. De hecho, lo venían discutiendo desde que estaban en la universidad, hablaban de la posibilidad de crear un negocio de alquiler de equipos para la construcción, pero se graduaron y empezaron a trabajar como empleados.
Luis es arquitecto y la vida lo llevó a trabajar a Singapur. A su regreso al país comprendió que una de las grandes diferencias con una nación tan desarrollada como esa, es que allá escasea la mano de obra y eso los llevaba a industrializar todos los procesos, mientras que acá, como hay mano de obra abundante y relativamente económica, pues muchos procesos siguen siendo artesanales, en especial la construcción.
“Entonces me di cuenta de que el negocio podría estar en industrializar procesos, lo cual permite medir, controlar y planear mejor. Así que, en lugar de vender equipos para construcción, podíamos ayudar a industrializar la construcción en el país”, recuerda Luis, quien con esa idea le dio vida a Konkretus en julio 16 de 2012, pero no con Andrés Mesa, sino con su hermano Daniel (dos años después Andrés también se unió a la empresa).
El tema con la construcción en Colombia es que es muy artesanal, todo se hace en la obra, mientras que en otros países son piezas prefabricadas que se llevan a la construcción, lo que no solo es más eficiente, sino que reduce el desperdicio. “Para hacer un símil, es como la industria automotriz, la cual tiene todas sus piezas prefabricadas y las plantas en el país hacen el ensamblaje. Por el contrario, en una obra en Colombia hay 600 personas mezclando concreto, poniendo ladrillo por ladrillo para hacer un muro y en el mundo los muros ya vienen listos con diferentes referencias, así que nosotros empezamos a hacer elementos arquitectónicos para las fachadas y los puntos fijos”, recuerda Luis.
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Si bien la idea funcionó y tenían demanda, pronto se dieron cuenta que los márgenes no eran buenos, y ahí encontraron una nueva oportunidad en el amoblamiento para espacios públicos, es decir, bancas, bicicleteros, bolardos y jardineras. Empezaron a ganar licitaciones para este tipo de proyectos, pero decidieron meterles diseño a sus productos, de tal manera que pasaron de vender bancas de forma cuantitativa a vender bancas diferentes, que les daban mucha mejor presencia a los espacios públicos. ”Ahí fue cuando les tocamos la fibra a los arquitectos, que empezaron a decir sí se puede hacer algo funcional y además bonito, así que estoy dispuesto a pagar un poco más por ese diseño”, recuerda Daniel.
Le estaba yendo bien con el mobiliario urbano, pues vencieron ese obstáculo inicial del margen, pero se les presentó uno nuevo: que su producto era difícil de escalar. En 2016 se ganaron una licitación en Ecuador para abastecer dos ciudades (Manta y Portoviejo) y como era difícil enviar los productos, lo más viable fue abrir una planta en Cumbayá cerca de Quito, desde donde hoy atienden el mercado ecuatoriano, el peruano y el panameño.
La era de los lavamanos
Konkretus (que viene del latín concretus) estaba avanzando en su tema de mobiliario urbano, cuando un cliente les pidió hacer unos lavamanos para una cadena hotelera en Santa Marta, bajo la idea de que ellos eran expertos en el manejo de concreto, pues habían ganado dos premios nacionales de diseño con este material. Luis y Daniel le echaron números al tema, pues no estaban tan convencidos de que esa fuera su área y se dieron cuenta de que los lavamanos tenían un margen muy superior y, además, tenían la gran ventaja de poder exportarse. “Eso fue literalmente sacarle pasaporte a la empresa”, recuerda Luis.
Estos empresarios paisas explican que los lavamanos de concreto no compiten con los de cerámica, pues son más costosos y apelan a las personas que están dispuestas a pagar más por el diseño. Empezaron a vender dentro del país y a mercados cercanos, pero su meta era llegar a Estados Unidos, donde el concreto era un material muy marginal, pero en donde los consumidores pagan mucho más, incluso allá el precio se puede quintuplicar frente a lo que cuesta acá en Colombia.
Arrancaron en 2022 participando en una feria de baños y cocinas en Orlando y eran la única empresa latinoamericana con estand; al año siguiente volvieron y el resultado es que hoy tienen presencia en más de 70 puntos de venta en Estados Unidos en 12 estados, así como en 10 países.
Todos sus productos los fabrican en una planta que tiene en La Estrella (Antioquia), hoy también producen lavaplatos y bañeras, y a futuro buscan crear artículos que sean de compra de impulso, pues los lavamanos son un tema que la gente planea y no compra en la primera entrada a un almacén. Allí se podrían incluir pocillos y platos hechos en concreto, una nueva apuesta de una empresa que no se queda quieta.