EMPRESAS

IA generativa en la prevención del fraude: de la detección a la anticipación

Por: Robson Ohosaku, manager de fraude y crimen financiero para las Américas en SAS.

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31 de octubre de 2025, 6:59 p. m.
Los peligros de confiar ciegamente en la inteligencia artificial: datos en riesgo y errores graves.
Imagen de referencia, no corresponde al caso en mención. | Foto: Getty Images

En la era de la realidad sintética, los límites entre lo real y lo artificial se desdibujan. Los delincuentes digitales ya no requieren estructuras complejas para ejecutar ataques: basta con un modelo generativo para crear identidades falsas, deepfakes convincentes y esquemas de phishing capaces de engañar incluso a los profesionales más experimentados.

Ante esta evolución, las instituciones financieras y organizaciones de todos los sectores están llamadas a responder con una inteligencia que avance al ritmo de la amenaza. Hoy, la competencia por la seguridad se libra en el terreno de la Inteligencia Artificial (IA).

Según un estudio global realizado por SAS, el 60 % de las entidades financieras ya están probando soluciones de IA generativa (GenIA) para la prevención del fraude, y un 87 % planea implementarlas en los próximos años. No se trata de una moda tecnológica, sino de una estrategia de supervivencia frente a un panorama de fraude cada vez más sofisticado y dinámico.

La IA generativa, un subconjunto de la IA tradicional, se potencia mediante el aprendizaje profundo (deep learning) y el procesamiento del lenguaje natural. Esta tecnología es capaz de generar nuevos datos, imágenes o textos a partir de simples instrucciones. Su verdadero valor no reside en reemplazar la analítica existente, sino en complementarla. Mientras que la IA tradicional (machine learning) identifica patrones de riesgo y anomalías en grandes volúmenes de datos, la IA generativa permite optimizar la eficiencia operativa, mejorar la experiencia del usuario/investigador, fortalecer la gobernanza y la explicabilidad de modelos estadísticos, y anticipar escenarios de fraude, reduciendo falsos positivos.

El equilibrio entre ambas tecnologías redefine la forma en que se gestionan la prevención y el cumplimiento normativo. Hoy, las organizaciones pueden simular las acciones de un estafador antes de que ocurran en el mundo real, gracias al uso de datos sintéticos. Estos datos artificiales replican las características de transacciones reales, permitiendo entrenar modelos predictivos sin comprometer la privacidad ni la seguridad de la información.

Entre los casos de uso más relevantes se encuentra el empleo de GenIA para generar recomendaciones de alerta a los investigadores, ayudándoles a identificar patrones de riesgo y optimizar sus análisis mediante agentes inteligentes (Agentic AI). Asimismo, la IA generativa puede aplicarse al análisis de documentos y medios de comunicación negativos, utilizando modelos de lenguaje de gran escala (LLMs).

El impacto es tangible: el 88% de las instituciones que aplican GenIA reportan mejoras en la gestión de riesgos y cumplimiento, mientras que el 90 % afirman haber incrementado su eficiencia operativa. Esto se traduce en menos horas dedicadas a tareas repetitivas y más tiempo para el análisis estratégico y la toma de decisiones de alto nivel.

Sin embargo, este nuevo paradigma no está exento de desafíos. Persisten vacíos regulatorios, preocupaciones sobre la privacidad de los datos y una necesidad urgente de fortalecer la confianza en los sistemas inteligentes. La adopción de estas herramientas exige gobernanza, transparencia y una comprensión profunda de su interacción con los modelos existentes.

La tecnología, por sí sola, no es suficiente. El conocimiento humano sigue siendo esencial para interpretar, contextualizar y decidir. Por ello, la conversación no gira en torno a reemplazar al experto en fraude o al oficial de cumplimiento, sino en potenciar su capacidad analítica. La GenIA libera a los equipos para que se concentren en lo que realmente importa: anticipar, investigar y comprender las dinámicas de riesgo en un entorno cambiante.

La banca del futuro —y, por extensión, toda organización que gestione información sensible— debe avanzar hacia una sinergia entre el talento humano y la inteligencia artificial. No se trata de elegir entre uno u otro, sino de combinar lo mejor de ambos mundos.

La IA generativa en acción no es una promesa lejana; es la herramienta que permitirá pasar de la reacción a la anticipación, de la detección a la prevención. Y en un contexto donde cada segunda cuenta, anticiparse es la forma más inteligente de protegerse.

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