Economía
La apuesta de Oleoducto de Colombia por la transición energética
Natalia de la Calle, presidenta de Oleoducto de Colombia, una de las más grandes transportadoras de crudo en el país, explica cómo se prepara la compañía para la transición energética.
La industria de los hidrocarburos es absolutamente neurálgica para la transición energética, toda vez que está en el centro de la discusión de cómo transitar a una matriz energética cada vez menos dependiente de los combustibles fósiles. En ese punto, también cobra relevancia analizar el futuro de la gran infraestructura petrolera actual y cómo se van a transformar los modelos de negocio que operan en el sector energético, que va desde la recolección, procesamiento, transporte y distribución de crudo para distintas finalidades.
Una empresa que ha comprendido este reto muy bien es Oleoducto de Colombia, empresa líder en el transporte de hidrocarburos, llegando a ser la encargada de transportar cerca del 30% del crudo que se mueve en Colombia. Es decir, una compañía con gran impacto nacional, teniendo en cuenta lo esenciales que son actualmente los derivados del crudo para el crecimiento económico.
En este caso, ese 30% del crudo es transportado por un oleoducto de casi 500 kilómetros que tiene la compañía, que va desde Puerto Boyacá hasta Coveñas, para ser exportado o también con destino a la refinería de Cartagena. Una gran operación que atraviesa con su infraestructura a cuatro departamentos y 21 municipios del país, aportando al crecimiento de las comunidades.
“Esa composición de crudo, logística, de acompañamiento a las comunidades a lo largo de 500 kilómetros hasta punto de exportación, es una contribución enorme en el Producto Interno Bruto de la economía y, por tanto, al crecimiento del país”, señaló Natalia de la Calle, presidenta de Oleoducto de Colombia.
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En ese sentido, la ejecutiva comprende la gran responsabilidad en su espalda frente a un tema tan prioritario para la agenda global como la transición energética. Eso implica, por un lado, continuar creciendo y consolidándose en su línea de negocio con metas en corto plazo, mientras que por otro se exploran modelos rentables con energías limpias.
Un reto que describe casi como “repensar el negocio”, entendiendo el rol de liderazgo que tienen en la búsqueda de ese giro hacia la sostenibilidad.
“Estamos en una industria de transporte de crudo y logística de hidrocarburos, con una curva volumétrica decreciente y con una importante apuesta de política pública en la senda de la transición energética y la sostenibilidad”, expresa.
Uno de los desafíos centrales frente a la transición energética, tiene que ver con qué se va a hacer con toda la infraestructura petrolera que hoy sostiene una de las industrias más poderosas del mundo. En el caso de Oleoducto de Colombia, por ejemplo, esta representa una enorme capacidad de transporte y exportación para cualquier producto.
“Se está generando la necesidad de tener estudios de nuevos usos del sistema, qué hacemos con una infraestructura tan potente que permite el transporte de cualquier producto, así como la exportación. Sea este producto el que tenemos hoy como crudo o sea un producto más sostenible como el que seguramente tendremos en el mediano plazo”, concluye De la Calle.
Oleoducto de Colombia, creciendo con la transición energética
Si bien el negocio de Oleoducto de Colombia tiene que ver con el transporte de crudos pesados y medios, mezclas y otros servicios en torno al sector de los hidrocarburos, esta es una empresa que desde su misionalidad se propone crecer con la transición energética, como bien lo mencionaba Natalia de la Calle.
De hecho, en la misión de la compañía ya encontramos un cambio importante, al notar que se proponen “movilizar energía de manera innovadora y sostenible para contribuir al futuro del país”. Lo cual deja entrever el transporte de nuevas formas de energías limpias, con cuatro objetivos: crecer con la transición energética, tener retornos competitivos, conocimientos de vanguardia y generar valor con sosTECnibilidad.
Todo lo anterior implica, entre otras cosas, operaciones con bajas emisiones, reconfiguración de la canasta energética hacia las energías limpias, enfocar sus esfuerzos a la competitividad y crecimiento, implementar transversalmente la ciencia, tecnología e innovación, pensar nuevos usos del sistema, tener una meta de cero vertimientos con el uso eficiente del agua, entre otros.
Unos objetivos que están lejos de quedarse sobre el papel, pues hoy en día la compañía ya adelanta numerosos proyectos en sus zonas de injerencia. Hace poco, por ejemplo, la empresa inauguró una nueva granja solar en Caucasia, Antioquia, estación responsable del 70% de las emisiones de la compañía, reemplazando el 26% del gasto energético por una fuente renovable.
*Contenido en colaboración con Oleoducto de Colombia.