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Multipropiedad de clubes: el negocio millonario que desafía la equidad en el fútbol
El control simultáneo de varios clubes por parte de un mismo propietario ha generado una creciente polémica. Actualmente, cerca de 366 equipos en el mundo operan bajo este modelo.

La multipropiedad de clubes o multi-club ownership (MCO) se ha convertido en un modelo dominante dentro de la industria futbolística global. El fenómeno se ha hecho muy atractivo para empresas que buscan inversión y publicidad. ¿Pero en qué consiste? Se trata de la adquisición simultánea de varios clubes por un mismo grupo empresarial, donde esta evolución ha propiciado un cambio radical en las dinámicas de propiedad y gestión de los clubes.
Desde grupos como Red Bull y el City Football Group (CFG) hasta conglomerados como Orlegi y Grupo Pachuca en México, la multipropiedad ha crecido de forma acelerada. Según la Uefa, más de 366 clubes en el mundo están bajo estructuras de multipropiedad, cifra que en 2012 no superaba los 40. Las ventajas económicas son claras: reducción de riesgos, control del desarrollo de talento, optimización comercial y expansión global de las marcas deportivas.
El informe del Centro de Inteligencia de la Uefa revela que más de 13.000 futbolistas juegan en clubes vinculados a grupos MCO. La inversión extranjera, especialmente de Estados Unidos y fondos soberanos como el de Arabia Saudita, lideran este crecimiento.

Sin embargo, como advierte el trabajo académico titulado La multipropiedad en los clubes de fútbol: retos éticos y reguladores, de Alejandro Manero, este modelo amenaza directamente la integridad competitiva.
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“El riesgo de enfrentamientos entre clubes bajo una misma propiedad en torneos internacionales genera dudas sobre la legitimidad de los resultados. Además, existe un proceso de mercantilización de los aficionados, cuya identidad con el club queda subordinada a intereses comerciales”, aclara el autor.
Casos emblemáticos, como el del Red Bull Leipzig y Salzburg, o el conflicto reciente entre Manchester City y Girona FC en la Uefa Champions League, evidencian las limitaciones de la regulación actual.
En México, pese a las restricciones establecidas, la multipropiedad sigue presente. Un ejemplo claro es el caso de Santos y Atlas, ambos clubes en propiedad del Grupo Orlegi. Precisamente, el pasado 15 de julio, la empresa, mediante un comunicado de prensa, anunció ante medios mexicanos el inicio de un proceso de transición ordenada para Atlas, agregando que instituciones financieras de Estados Unidos serán las encargadas de supervisar la venta del club.
Este anuncio no parece casual. La multipropiedad es ilegal según diversos estatutos de Fifa. De hecho, en el reglamento del Mundial de Clubes, el artículo 10, “Propiedad de varios clubes”, establece que ninguna persona ni entidad puede controlar o influir sobre más de un club participante en la competición.
Esta normativa fue aplicada recientemente en el caso del Club León que, pese a haberse ganado su lugar en el Mundial tras vencer a Los Angeles FC y coronarse campeón de la Concachampions, quedó fuera del torneo. ¿El motivo? Su pertenencia al Grupo Pachuca, que también controla al Club Pachuca. Aunque León ganó su pase en la cancha, Fifa determinó que no acreditaba suficiente independencia administrativa.
En contraste, Pachuca, que sí presentó mayor autonomía organizativa, fue aceptado. Esto dejó claro que la Fifa no solo analiza resultados deportivos, sino también la estructura interna de propiedad y la gestión de los clubes.

Pero, ¿es mala o buena la multipropiedad?
La multipropiedad es, al mismo tiempo, una estrategia financiera efectiva y una amenaza al modelo deportivo tradicional. Las ligas y federaciones enfrentan el desafío de reformar sus marcos regulatorios para equilibrar el negocio con la integridad competitiva. La multipropiedad en el fútbol es una estrategia empresarial eficiente que permite a los grupos maximizar ingresos y reducir riesgos, pero plantea un serio desafío ético y deportivo: amenaza la equidad de las competiciones y diluye la identidad de los clubes, transformándolos en simples activos comerciales.
Por eso, la multipropiedad, de acuerdo con los análisis que se han realizado, no es ni buena ni mala. Se podría decir que es un modelo empresarial rentable que requiere regulación estricta para no convertir en un sin sentido la competitividad en el fútbol.