Economía
“Debemos hacer que el ahorro sea el primer gasto de los hogares”, el llamado de Camilo Herrera, fundador de Raddar, frente a lo que viene en materia económica
En entrevista con SEMANA, el analista explica cómo será la cuesta de enero y febrero para los hogares, qué pasa si el aumento del salario mínimo es muy alto y los efectos de las indexaciones de la inflación de este año en precios como los arriendos y la educación.
SEMANA: ¿Qué nos espera y cómo nos debemos preparar para el inicio del año? ¿Cómo va a ser ese inicio del año en materia de indexación con una inflación que, si bien ha venido cayendo desde marzo, todavía se mantiene alta y la reducción ha sido gradual incluso frente a países como Brasil, Chile o Perú?
Camilo Herrera (C. H.): Las noticias de la cuesta de enero son medianamente buenas para Colombia y entendiendo esa cuesta de enero, como enero y febrero, es una cosa que se alarga un poquito más en función de cómo se transmiten los precios y la cantidad de categorías y temporadas que se van ajustando ahí. La primera buena noticia es, como lo informó la ministra del Trabajo, que muchas categorías sobre todo del sector público empiezan a desindexarse tanto de la inflación como del salario mínimo. Pero es una noticia maravillosa, ya que son cerca de 150 indexaciones que existían en años pasados que ya no existen y eso hace que la transmisión de la inflación y el salario mínimo sea menor. Esa es la buena noticia. Otra buena noticia, la inflación sigue cediendo y seguramente durante el primer trimestre del año 2024 va a seguir una tendencia de freno. Vamos a ver a qué velocidad frena y a qué velocidad no frena. Entonces, para entender esa cuesta de enero vale la pena teorizar un poco. Lo primero es que la mayoría de los hogares que tienen algún tipo de ingreso lo reciben en diciembre por allá el 20 de diciembre y vuelven a recibir dinero los que tienen quincena el 15 o el 14 de enero o hasta finales de enero. Los que reciben dinero el 20 de diciembre y solo les dan dinero hasta final de enero, pues es un mes muy largo de cerca de 40 días o más donde no tienen ingresos.
Ese es quizás uno de los componentes más grandes de esa cuesta y de esa dificultad. Obviamente, esto viene de las indexaciones del aumento de particularmente arriendos –dependiendo de cómo esté el contrato de cada persona–, de servicios públicos, de salud y de educación.
Estamos pendientes de cuánto va a ser la norma de aumento de educación que aún no ha salido emitida por parte del Gobierno nacional ni tampoco el aumento del salario mínimo. Uno podría especular que el salario mínimo entre el 10, 11 o 12 %. Vamos a ver cómo se comporta en las negociaciones de los sindicatos frente a esto.
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El primer trimestre de los hogares colombianos tiende a ser muy apretado al peso, pues como vienen de un gran gasto en diciembre donde básicamente no ahorraron y comienza la temporada escolar, la temporada de cambio de ropa y la temporada de ajustarnos para las metas que nos ponemos en el año siguiente, la gente comienza el año muy cuidadosa. No es muy distinto a cuando uno comienza el año diciendo: “voy a bajar de peso”. Se cuida y no come y hace ejercicio, y en la medida en que va pasando el año las cosas tienen una dinámica totalmente distinta. Aunque parecería que no hay inicialmente un componente de presión muy fuerte sobre la inflación, cabe anotar varias cosas.
SEMANA: Por ejemplo…
C. H.: En noviembre aumentó un 10 % el costo en salida de planta de los productos ultraprocesados de alimentos y aumentará un 5 % adicional en enero del año 2024, lo cual nos ayudará a que esos alimentos denominados como ultraprocesados presionen la inflación al alza y son categorías que son de compra frecuente en todos los hogares. Van a sentir el golpe de una manera directa. Segundo, seguirá el aumento en el precio de la gasolina corriente y la gasolina Premium. Según ha declarado el Gobierno, puede que durante el primer trimestre sigan dándose aumentos y todos estamos pendientes de cómo se va a transmitir el aumento de precios del diésel que eso sí le pega a toda la cadena logística del país y no solo afecta alimentos, sino inclusive afecta los precios del vestuario en todo el país porque la ropa hay que moverla en camiones por todo el territorio nacional. En una primera revisión, uno diría que no hay señales de pánico para el primer trimestre, pero todo depende de cuánto aumenta el salario mínimo y claramente cómo se transmita el tema de ultraprocesados y qué tan intenso llega el fenómeno de El Niño que afecte el precio de los alimentos en el mercado colombiano.
SEMANA: Usted mencionó el tema de los arriendos. Este año tuvimos un techo de un poco más de 13 % que fue la inflación del año pasado para el aumento de los arriendos. ¿Qué tanto llegaron a ese nivel los aumentos de los arriendos?
C. H.: Históricamente los contratos o muchos de los contratos dicen que el arriendo sube el IPC del año anterior más uno o más dos puntos, eso depende de cómo se define el contrato y dentro de la norma es posible. Pero cuando uno mira las cifras del Dane, normalmente los arriendos sufren un aumento de precio muy inferior a la inflación del año anterior porque obviamente hay arriendos que empezaron de cero, como cuando usted compra un apartamento y lo pone en arriendo. El año pasado hubo gente con unos contratos definidos, casi que fijos en el tiempo, y hay unas negociaciones con los dueños de esos inmuebles que hacen que de una u otra manera el precio de esa inflación de arriendo sea muy bajo. En los últimos años, si no me equivoco el aumento de los arriendos es menos del 60 % de la inflación del año anterior. La inflación de arriendos en Colombia para noviembre de este año es solamente del 7,43 %, muy por debajo del total de la inflación del año pasado que fue más de un 13 %. Si uno mira eso no es que se transmita tan directamente. Entonces no es una cosa que se transmita con toda la fuerza que uno piensa que se debería transmitir, pero sí afecta a ciertos hogares y esto depende de qué ciudad sea, de qué estrato sea y de qué condiciones estemos hablando porque obviamente no todo es igual en el mercado.
SEMANA: El otro tema que usted mencionó es el de la gasolina y ahí hay una discusión y es que el precio del petróleo internacionalmente viene cayendo. Algunos analistas dicen que ya es suficiente con los aumentos que ha hecho el Gobierno y, de hecho, pues parecería que el Gobierno está mirando que no son necesarios muchos más aumentos. Sin embargo, la tensión viene por el lado del diésel y han hablado de hacer solo unos aumentos a grandes consumidores. ¿Esos aumentos selectivos también podrían generar esos impactos grandes en precios o no?
C. H.: El problema grande del tema de precios es que tiene que ver con los costos. La gente cree que, si usted aumenta el salario, la gente tiene más plata y entonces puede comprar más. Eso es cierto si y solo si los costos no subieran, pero usted al aumentar el salario lo que hace es aumentar la estructura de costos de las compañías que a la vez tienen un aumento por el aumento del precio del diésel que hay que mover la carga y comprar productos que se mueven con carga, más los peajes, más otra cantidad de cosas que hacen que los costos aumenten. Antes de 2023 las estructuras de costos en Colombia para las compañías crecieron cerca de un 20 % y la inflación no llegó a transmitirse a más del 13 %; es decir, las empresas se comieron una gran cantidad de aumento de sus costos, lo cual reduce los márgenes de las compañías y eso no es una buena noticia porque pone en riesgo la sostenibilidad de las empresas e incluso afecta de manera clara el recaudo tributario. Pero este tema de la gasolina es un no negociable. Colombia no puede seguir financiando la gasolina, los recursos del fisco nacional son limitados y tenemos que ser muy eficientes a qué se los damos y a qué no se los damos.
Afortunadamente el Gobierno, de una manera técnica y sensata, empezó a subir el precio de la gasolina corriente y la población, de alguna manera, lo entendió sabiendo que esto no afecta la totalidad de la inflación de la población, sino más o menos el 30 % de los hogares que tienen carros o motos. Digamos que eso no es tan fuerte y algo pegó en logística porque hay camiones de pequeño tamaño que se mueven entre las ciudades que usan ese tipo de combustible.
Pero cuando usted ya entra a diésel se refiere a grandes camiones, se refiere a tractomulas y con eso se mueve la papa que llega a las ciudades, la ropa que llega de los puertos, los vehículos que llegan de nivel internacional, inclusive los alimentos de todo el país moviéndose por diferentes ciudades y municipios desde las zonas de siembra hasta los centros de abasto. Entonces esto sí metería un golpe fuerte en los costos que es lo que podría hacer que la inflación se mueva a una velocidad menor y esto tiene unas implicaciones fuertes porque el tema no es que la inflación ceda rápido o despacio, sino que una inflación alta implica inevitablemente unas tasas de interés altas y esto hace que el mercado se mueva a una velocidad mucho menor de lo que esperábamos.
SEMANA: El otro tema y donde hay una gran preocupación es en el de las tarifas de servicios públicos, particularmente en el de energía, y ahora con el tema del fenómeno de El Niño hay preocupación. ¿Cuál es el análisis que hacen?
C. H.: El tema de tarifas en Colombia es una cosa que tiene por lo menos tres componentes que son muy importantes: uno, la estructura de costos que tiene que ver con la generación de los servicios públicos sea agua, sea energía, sea teléfono e inclusive internet. En muchos de los casos y esto tiene que ver con a cuánto están los costos de producción y cuántas de las cosas que traemos son importadas, lo cual tiene un componente que no es menor. Para el caso particular de energía sabemos que la regulación que existe en la Creg es algo complicado a nivel de tarifas, no es fácil de explicar y se está intentando cambiar esa norma de las tarifas eléctricas, pero hasta que esa norma no se cambie dependemos de si estamos usando energía hidroeléctrica o energía termoeléctrica esto suena extraño y suena complejo, pero Colombia tiene cerca de un 65 % de su generación eléctrica para viviendas y para empresas desde hidroeléctricas, es decir dependemos del agua. Si el fenómeno de El Niño nos quita el agua porque los embalses están bajitos, la energía va a ser más cara y hay que prender las termoeléctricas que funcionan con carbón o con gas, y ese kilovatio/hora es mucho más costoso. Entonces esto llegaría con unos costos más altos a los hogares y a las empresas insisto, hay que diferenciar los dos contextos porque los hogares sienten un golpe en el bolsillo, pero es que las empresas sufren un golpe en sus costos de producción que se transmite a todos los hogares y los hogares no se dan cuenta porque llega vía precios y no vía tarifa de servicios públicos.
Y segundo, está el tema de la estrategia de identificación de la presencia de los estratos socioeconómicos en Colombia hacen que solo dos de los cuatro estratos que no alcanzan a ser más del 10 % de la población en Colombia financien el resto del sistema, lo cual no se puede hacer y lo termina financiando el Estado. Entonces el tema de los servicios públicos tiene que ver con no solo con las condiciones climáticas y el tipo de cambio, sino con que básicamente hoy por hoy el Gobierno subsidia mucho de estos aparatos y hay que ver si tenemos los recursos y si no tenemos los recursos y esto seguramente va a ser uno de los debates fuertes en 2024 y 2025.
SEMANA: Al principio de la conversación usted señaló el tema de la temporada escolar y quiero detenerme en qué tanto impacto tiene esa temporada en lo que llamamos la cuesta de enero y febrero…
C. H.: La temporada escolar puede generar dentro del total del mercado en enero y en febrero cerca de un 5 % de crecimiento del gasto de los hogares en esos meses. Claro, no todos los hogares tienen hijos y si tienen hijos no todos están en kínder, no todos están en preescolar, en primaria, en secundaria o en universidad, donde los componentes de costo van a ser diferentes. Hay que entender que la canasta educativa está cambiando, es una revolución muy lenta, pero ocurre. Hay menos niños, esto hace que los costos de educación sean diferentes; segundo, hay unos cambios tecnológicos importantes donde los colegios hoy demandan más el uso de plataformas que la compra y la venta de libros e inclusive los artículos escolares han cambiado, o sea, si bien aún mucha población se mantiene con cuadernos, lápices y bolígrafos o esferos pues evidentemente no el total de la población está en ese esquema.
Estamos ante un cambio de la forma de la educación y de los insumos de educación. Esa cuesta puede ser cercana al 4 % porque no solo incluye las matrículas y las pensiones que muchas de las matrículas se pagan realmente en diciembre, no solo incluye el aumento en pensiones, en el tema de textos escolares y tecnología, sino que también implica ropa, uniformes que los jóvenes o los niños vayan a usar durante el año 2024, que esto depende si tienen uniformes o no tienen uniformes. Entonces la canasta escolar es mucho más amplia que simplemente pagar una pensión y comprar un esfero.
SEMANA. En el tema educativo, ¿hasta dónde se pueden aumentar las pensiones y las matrículas?
C. H.: Ese es el secreto. Es lo que autoriza el Ministerio de Educación. Tiende a sacar un decreto donde dice autorizamos un aumento hasta del tanto por ciento de las pensiones de educación en primaria, educación secundaria, educación superior y eso tiende a aplicar a las matrículas y pensiones que ya están vigentes si mi hijo está en segundo de primaria –no sé si se sigue diciendo segundo de primaria–, pues él paga una pensión en primero de primaria y solo puede subir lo que suba la norma. Pero si mi hijo está entrando al colegio, en jardín infantil, ahí la regulación es distinta porque no hay un precio base contra el qué compararse. Los aumentos son diferentes. Lo mismo pasa en los primeros semestres de las universidades; entonces, el grueso de los aumentos se dan en lo que ya tiene algún histórico que puede ser regulado y en esos primeros años tienden a darse unos aumentos un poquito más altos, pero en el promedio tiende a mantenerse muy cerca la inflación del año anterior, lo cual es una trampa para el sistema educativo porque si usted aumenta los costos del valor de la educación, solamente la inflación del año pasado –digamos que en 2023 la inflación acaba en el 10 %– y usted aumenta todas las pensiones un 10 % el otro año si los salarios aumentan un 12 %, las instituciones educativas quedan con un problema porque en salarios tienen que pagar más, pero no reciben el mismo aumento de ingreso y eso va reduciendo el margen y la capacidad operativa de las instituciones educativas. Entonces no es una decisión fácil de tomar y cada organización tiene que hacer unas productividades muy fuertes cada año para ser en lo posible más eficientes ante esas dificultades que se han presentado que no es muy distinto a lo que ha pasado en el sistema de salud y todo lo que hemos visto en los últimos seis meses.
SEMANA: Usted inició hablando de las decisiones que ha tomado el Gobierno desindexando algunos precios, pero dentro de lo grueso que a la gente en el bolsillo le toca, ¿qué sigue indexado a inflación? ¿Qué sigue indexado al salario mínimo?
C. H.: Mayormente lo que no se refiere a gastos públicos a gastos del servicio público es decir está educación, está salud, están los arriendos, algunos servicios públicos, puede estar tecnología, todo el tema de celulares, de internet y cosas de estas están vinculadas o a inflación o a salario mínimo dependiendo lo que sea. Hay un tercer indicador que hay que tener presente que es la UVT, que es la unidad de valor tributario, que es la tercera indexación que tiene la economía y ya muchas cosas están usando la UVT como referencia, pero mayormente el salario mínimo, solo que tiende a impactar temas públicos y, obviamente, de salarios y por lo tanto estructuras de costos. Pero la inflación es el que está más indexado sobre todo en las estructuras de servicios que tienen los hogares como los arriendos, los servicios públicos, la salud y la educación.
SEMANA: Es muy importante el tema que menciona sobre la decisión de incremento del salario mínimo y su impacto en la estructura de costos que es una cascada que impacta todo…
C. H.: Exacto. En ese debate metámonos en camisa de once varas. Uno entiende la posición de los sindicatos en que digan queremos que nos aumenten un 18 o un 20 %. Claro, todo el mundo quiere que le suban el sueldo. Yo creo que esa discusión ni siquiera existe y está bien tener ese pensamiento, pero si esto aumenta un 18 % tienen que aumentar las estructuras de costos no en un 18 % porque seguramente el tema laboral no es el 100 % de los costos de las compañías –hay unas que sí y otras que no– pero aumentar un 18 % presiona la estructura de costos.
Entonces, a la empresa no le queda otra opción que subir los precios y subirlos más de lo que se estaba esperando y eso al final lo que hace es comerse el aumento de los salarios. En esto hay que encontrar un justo equilibrio muy cuidadoso para que las cosas funcionen bien. Por eso digo que un buen ejemplo es el sistema de salud en el año 2023. La famosa unidad de pago por capitación (UPC) de la que tanto se habla tuvo un aumento muy relacionado a la inflación del año anterior, pero los salarios del sistema de salud, los arriendos y demás subieron mucho más que la UPC, al subir mucho más que eso pues desbalanceó el sistema de salud. Hay que tener muchísimo cuidado con las decisiones que uno toma hacia futuro porque tiene que entender que el comportamiento de los precios tiene que ir en la misma tendencia del comportamiento de los costos o va a poner en problemas financieros al generador del producto o del servicio. Esto ha pasado en la educación, en los últimos años, ha pasado en salud, ha pasado en una cantidad de cosas y si en este momento hacemos un aumento de salario muy alto entramos en problemas en todo el sistema.
Imagínese solamente el sistema de salud que es uno de los temas más candentes de la opinión pública en Colombia. Usted va a subir los costos de la UPC seguramente para el próximo año pongamos un número cualquiera la inflación de 2023 un 10 % o un 12 %, pero los salarios subieron un 18 %, les tiene que pagar mucho más a los médicos, mucho más a las enfermeras, pero no recibe el ingreso. Eso hace que no sea viable ningún sistema de salud o ningún sistema de educación o ningún sistema productivo público o privado. En eso hay que tener un cuidado gigantesco en encontrar el mejor equilibrio posible en un aumento de salarios para que los costos de las empresas no se vean afectados, no suba los precios y al final lo que hace usted es generar inflación y no beneficiar en el mercado a nada fuera de eso. Si se sube mucho salario pues las empresas no pueden contratar más personas y tienen que tomar decisiones que nunca son fáciles dentro de las organizaciones.
SEMANA: Estamos en una tensión inflacionaria que, aunque viene cayendo no lo hace tan rápido como todos esperaríamos, con unos rezagos de precios, pero por otro lado una tensión en el crecimiento de la economía donde la demanda se ha visto resentida y donde no hay unos motores de crecimiento que nos estén impulsando y uno ve que el primer trimestre del año entrante va a ser complejo en donde algunos analistas prevén que el crecimiento pueda ser negativo no por nada distinto a la base de comparación con el del primer trimestre de este año que fue relativamente bueno con un crecimiento del 3 %. ¿Cuál es el escenario que usted ve en esa posible tensión que se esté generando allí?
C. H.: Usted ahí me está metiendo en un dolor de cabeza, pero voy a intentar solucionarlo de la mejor manera. Lo primero es que voy a decir una cosa medianamente impopular para muchas personas. Cuando uno mira los indicadores económicos de Colombia en 2023 a excepción del crecimiento del producto interno bruto que ahora es negativo, pero en 12 meses sigue siendo positivo el mensaje es que los indicadores son buenos: la tasa de desempleo cae, la inflación cae, el tipo de cambio cae, el déficit fiscal cae, el déficit fiscal comercial cae, el déficit en balanza de pagos cae, o sea el grueso de los datos de la economía en 2023 son buenos. Son datos que dicen que el ajuste se está dando por donde se tiene que dar. Claro a nivel de producto interno bruto crecemos muy poquito o estamos en una caída, como nos pasó en el tercer trimestre de 2023, pero porque es esa caída por dos componentes fundamentales: uno, crecimos muchísimo en 2022, cosa que se nos olvida meter en la discusión siempre y es que 2021 y 2022 los crecimientos de la economía fueron muy grandes y en muchos de los casos el mercado –usted, yo, mi mamá, una cantidad de gente– anticipó compras en 2022 que iba a hacer en 2023 para que los precios no fueran tan altos y las tasas no fueran tan altas. La gente, al ver que las cosas subían, pues se anticipó. La gente no es boba. Esa anticipación hizo que la producción creciera mucho, la economía creció 7,3 % en el año 2022 cuando históricamente crecemos al 3 o al 3,5 %, en un año crecimos lo que hemos crecido en dos años.
2023 inevitablemente va a tener un crecimiento lento, no es una cosa sorprendente y es parte de lo que usted hablaba del efecto base: la economía creció demasiado. A eso se suma la decisión del Banco de la República de frenar la economía que no es una decisión loca, es una decisión técnica, es una decisión sensata. Cuando usted va en un carro a más de 100 km por hora, usted va a frenar el carro por si le toca reaccionar y tener la capacidad de hacerlo. Entonces, el Banco la República sube las tasas en función de que la inflación está alta y está haciendo que la industria pues invierta menos y se ve en inversión en los hogares inviertan menos en bienes durables y semidurables, en la caída del gasto, pero esto no va a generar una caída de la inflación tan rápida porque la inflación en Colombia no es solamente demanda también es de costos y hasta que los costos no se regulan a nivel mundial y a nivel local no vamos a poder transmitir eso a la dinámica de aumento de precios que es lo que llega a inflación.
Si los salarios siguen aumentando es difícil bajar la inflación, si los precios internacionales de los productos básicos siguen creciendo, es difícil bajar la inflación, si a eso le sumamos que las tasas de interés para la industria siguen altas, es difícil bajar la inflación. Estamos ante lo que los técnicos llamarían una inflación espesa porque es una inflación de costos que no han terminado de transmitirse a precio final que hace que los precios aún sigan subiendo sistemáticamente no a la misma velocidad que venían subiendo en el primer semestre del año 2023 pero siguen creciendo.
Sabemos que la inflación va a bajar yo no veo cómo vaya a bajar rápido a menos de que haya una guerra de promociones gigantesca en el mercado, que ya entendí que no va a llegar. Yo esperé todo 2022 una guerra de promociones que no se dio y no se dio por ese aumento de los costos en las compañías. Es que una cantidad de compañías compraron insumos a 4.800 y 5.000 pesos por dólar, y hoy el dólar está cerca de 4.000, eso es una revaluación del 20 o del 25 %. Ante eso, la estructura de costos está completamente afectada, no hay forma de bajar precios en un momento dado.
Uno piensa, dónde está el motor del crecimiento de la economía. El gobierno nacional dice que, si aumentamos el salario, los hogares van a gastar más, pero eso no es necesariamente cierto porque no todos los hogares están vinculados a salario mínimo, ni todos los hogares van a conseguir empleo porque la industria no va a poder contratar gente con un costo de salario tan alto.
Es muy importante entender que si los salarios aumentan mucho van a subir los costos y van a subir los precios entonces uno en 2024 quisiera tener una economía creciendo, tiene que emprender motores.
¿Qué motor puede emprender la inversión pública? Hasta el momento no hay grandes licitaciones, pero se podría inyectar dinero en vías que están quietas de 4G y de 5G y desafortunadamente están enredadas en problemas judiciales, pero también se podría meter dinero por subsidios que el gobierno no ha entregado este año. El mercado en 2023 se quedó esperando los subsidios del Gobierno que no llegaron pues el mercado se frenó.
Si la lógica del banco central es frenar la economía para frenar la producción, frenar el consumo, y, por lo tanto, frenar la inflación usted necesita desde el gobierno una política contracíclica y el Gobierno no está haciendo esa inyección de dinero ni en inversión ni en gasto público porque su ejecución es completamente baja durante todo el año 2023.
SEMANA: Al tema de vivienda sume que la vivienda de interés social sube con el salario mínimo; o sea, se podría decir que en los últimos tres años la vivienda de interés social subió más del 30 %...
C. H.: Están los problemas, pero también hay que considerar que detrás de la estructura de construcción de vivienda las cosas son más caras: el acero es más caro, el cemento es más caro, la mano de obra es más cara. Hay componentes que tiene sentido que sean más caros; fuera de eso, la tasa de interés hipotecario en todas sus formas también está más alta.
Estamos ante la crisis de 1997 1998 porque muchos de los créditos hipotecarios que la gente ya tenía estaban con tasas fijas y muy pocos con tasas variables si hubieran estado todos con tasas variables pues la gente no hubiera podido pagar simplemente su crédito hipotecario estaríamos en ese boom de dación de pago que tuvimos hace más o menos 25 años, pero aprovechando que el mercado es distinto uno diría que puede haber herramientas para dinamizar la economía.
Hay un tema que vale la pena traer a la mesa. Está bien la propuesta de los sindicatos de subir los salarios un 18 %, está bien la propuesta que hacemos muchos analistas del 10 o del 11 %, pero más allá de ese debate de cuánto quede el salario mínimo y cuánto suban los salarios ese es un número que va a quedar. Supongamos, solo por ejercicio académico, que sube el 18 %; las pensiones solo van a subir el 10 % porque fue la inflación causada y va a haber una brecha gigantesca entre la persona que es pensionada y la persona que tiene un salario mínimo y ahí se viene otro problema social en 2024.
SEMANA: Finalmente, una recomendación para la gente arrancando el nuevo año con indexaciones de casi 10 % en materia de inflación y con sueldos de casi 40 días por esperar y recibir
C. H.: No quiero ser demasiado coloquial, pero quiero dejar un mensaje tan contundente que la gente lo entienda: cuando uno entra al baño siempre primero mira si hay papel y yo creo que una de las cosas a la que nos debemos preparar es que cuando uno va a hacer algo que siempre pasa es que uno tiene que anticiparse a lo que va a pasar.
Enero siempre llega, pero la gente se gasta el dinero en diciembre, se gasta toda la plata y en enero no tiene plata. Una cosa que tenemos que lograr como colombianos que es dificilísima es hacer que el ahorro sea el primer gasto de los hogares. A usted le llega uno o dos millones de pesos a su casa todos los meses coja cinco mil, diez mil, veinte mil, cincuenta mil lo que usted defina y considere y ese es el primer gasto. Eso lo ahorra y no lo toca para poder tener un colchón, para poder manejar las situaciones imprevistas que vengan en el mercado, como estos cambios de precios, como las situaciones que se den, como un fenómeno médico, cualquier cosa que pueda pasar en la familia.
El gasto frecuente de los hogares siempre es difícil, pero si no tenemos un colchón es donde vamos a tener problemas grandes en la calidad de vida. Decirle a la gente que ahorre no es fácil, más aún en una economía donde la gente tiene la idea peligrosísima de que ahorrar es comprar barato. “Yo me ahorré cien mil pesos porque compré esto con un descuento del veinte por ciento”. No, no se ahorró nada. Si usted, sus cien mil pesos los guardó, ahí sí le creo que hubo un ahorro, pero es que no lo hizo así, usted cogió esa plata y se la gastó en otra cosa o sea básicamente no hubo ahorro.
Lo primero que tenemos que hacer es entender que hay ahorro. Lo segundo tenemos que entender que enero siempre llega. Preparémonos para enero, seamos la hormiga, no seamos la cigarra. Uno sabe que va a llegar el invierno y uno tiene que prepararse para el invierno.
Y tercero, en alguna medida que es muy difícil para los hogares colombianos intentar manejar un presupuesto de gasto. Esto ya es una técnica mucho más alta porque significa que usted sabe qué va a gastar y en qué no va a gastar.
El primer mensaje para el primer trimestre del año 2024 es que tenemos que, en una de esas doce uvas que nos vamos a comer en diciembre, desear aprender a ahorrar en los primeros tres meses del año donde somos más juiciosos. Insisto, como hacemos en la dieta, empecemos con ese ejercicio del ahorro que es una cosa que es muy útil inclusive en el corto plazo para muchísimos hogares.