agro y orden público
Drama en el Catatumbo: palmicultores estiman una afectación del 40 % en la producción
Gremio Fedepalma urge acciones para que se restablezca el flujo del fruto y el aceite, de lo contrario, agricultores entrarán en una crisis peor. De algunas fincas no han podido sacar nada.
En la golpeada región del Catatumbo, donde los habitantes de alguna manera han vivido años de violencia, pero ahora están en una situación crítica, la producción de palma de aceite es un peso pesado en la economía local y clave para todo el país.
De 8.000 palmicutores en el país, 1.778 están en el área sembrada del Catatumbo, donde hay 42.674 hectáreas dedicadas a ese cultivo (7 % de la producción en el país), del cual, se deben esperar al menos 3 años para ver los frutos de la cosecha.
Por ello, en una zona en la que domina la coca y los cultivos ilícitos, es una proeza que los productores, la mayoría de ellos pequeños, continúen apostándole a la palma de aceite, que pone 11.656 empleos (entre directos e indirectos) en esa región olvidada, en la que antes del recrudecimiento de la violencia entre los grupos armados ELN y las disidencias de las Farc, era tierra olvidada para el Estado: sin ni siquiera la presencia de la fuerza pública.
Es por eso que, desde las entrañas del Catatumbo, los palmicultores están también entre los que envían un SOS a las instancias nacionales, para que sean urgentes las acciones que restablezcan el flujo del fruto y el aceite, del cual dependen miles las miles de familias que trabajan en el campo o en las 5 plantas extractoras que hay en esa zona del país.
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Según estadísticas presentadas este martes 28 de enero, por Nicolás Pérez Marulanda, presidente ejecutivo de Fedepalma, el gremio del sector, la afectación estimada hasta el momento alcanza el 40 %, teniendo en cuenta que, por la situación de orden público, se ha reducido la movilidad del fruto y del aceite. Es más, si no se restablece pronto ese flujo, los palmicultores empezarán a tener problemas mayúsculos. Inclusive, hay fincas de donde se ha podido mover nada, aseguró el directivo gremial.
“En los últimos días se ha aprovechado la activación de caravanas humanitarias para sacar algo del aceite que estaba represado en la zona”, dijo Pérez Marulanda. No obstante, el reciente atentado a la tanqueta del Ejército, el lunes de esta semana, volvió a atemorizar a los transportadores que hacen parte de la cadena de producción de la palmicultura, quienes, por demás, ya tienen que enfrentar habitualmente la ausencia de comunicación en una zona inhóspita, donde reina el miedo.
Según cuenta Pérez Marulanda, desde que el transportador en tractomula entra al punto conocido como Y Astilleros, por la carretera que permite sacar la producción de los palmicultores, hay por lo menos una hora en la que se tienen que encomendar a Dios y esperar que salgan ilesos, pues no hay ni siquiera señal de celular.
“La situación de seguridad se ha deteriorado mucho en todas las zonas palmeras del país, en algunas más que en otras, el caso más dramático es lo que está pasando en el Catatumbo”, argumentó el directivo de Fedepalma, quien afirma que en la zona hay mucha gente buena que se dedica a actividades lícitas, como las de las oportunidades que ofrece este cultivo que permitió la transición de muchas familia, de la coca, al aceite de palma.
“En el Catatumbo no hay grandes palmicultores, son pequeños y medianos. Hay plantas extractoras que son las que compran todos esos frutos de los cuales los palmicultores son socios”, manifestó Pérez Marulanda.
Precisamente, este cultivo que posiciona a Colombia como el primer productor de palma de aceite en América y el cuarto a nivel mundial, concentra la producción del Catatumbo en Tibú y Sardinata. “Tenemos mucha expectativa con el reforzamiento de la fuerza pública, que prácticamente había salido de la zona”.
Sin embargo, los productores de palma de aceite, que llevan más de 25 años en ese sitio donde hay extorsión, bloqueos de paso de los trabajadores, temores constantes, continúan en el lugar por una razón de peso: “allí tienen su patrimonio y su arraigo. Es una tierra fantástica para el cultivo de la palma de aceite. En el Catatumbo llueve casi todas las noches y hace sol de día, lo ideal para este sembrado. Sería muy triste que las familias tuvieran que tomar la decisión de dejar todo atrás”, asegura el presidente de Fedepalma.
Los labriegos y pequeños productores habían vivido con permanentes dificultades de orden público, pero una cosa es saber que hay un riesgo alto y otra muy distinta vivir cada día entre el fuego cruzado. Por ello, a través de Fedepalma reclaman la urgencia de una solución en la zona de la que dependen y desde la cual hacen un fuerte aporte a la economía del país.