SALUD
El ‘estreno’ de los adultos mayores con las vacunas
La logística para inmunizar a los adultos mayores recae principalmente en la Nueva EPS, que tiene afiliados a uno de cada cuatro colombianos de 80 o más años. Contactarlos, el gran desafío de la vacunación.
En la década de los sesenta, Colombia inició sus programas de vacunación modernos, que transformaron los utilizados desde la época de la colonia, cuando se usaban otras metodologías de inmunización para combatir la viruela. Por eso, muchos de los colombianos que nacieron antes de los sesenta y no fueron inoculados ahora que superan los 80 años deberán someterse a su primer esquema masivo de vacunación.
Pero a diferencia de los programas infantiles, que cuentan con procesos claros, edades para cada dosis y sistemas de contacto para recordarles a los padres la inmunización de sus hijos, esta vez la labor es más compleja. Se trata de convencer a los adultos para que acepten inmunizarse contra la covid-19, contactarlos por medio de sistemas electrónicos (que muchos de ellos no usan) y pedirles que vayan a un punto específico, incluso cuando la mayoría tiene movilidad limitada o nula.
Los mayores de 80 años son 1,2 millones de colombianos y junto con el personal médico forman el grupo poblacional que aspira a vacunarse en la primera fase del programa para alcanzar la inmunidad de rebaño contra el coronavirus. Esta etapa inició el 17 de febrero, y en ella será protagonista la Nueva EPS, la entidad promotora de salud con más afiliados en el país y que nació como resultado de la liquidación del Instituto de Seguros Sociales, del que heredó 2.200.000 afiliados.
Actualmente, uno de cada cuatro colombianos mayores de 80 años está afiliado a esta EPS, que se preparó para este desafío con una prueba piloto en Santander, de la mano de las IPS Foscal, la Clínica Comuneros y el Hospital Local del Norte, las cuales ya contaban con la habilitación del ente territorial para iniciar la vacunación. Ese simulacro les sirvió para establecer la ruta que debe seguir cada usuario, la herramienta tecnológica de agendamiento y de registro de información, así como para medir los tiempos en sala de espera y de aplicación del biológico. Igualmente, se estableció el recurso humano necesario para la inmunización: supervisor, anotador, vacunador, digitador y un equipo médico de soporte encargado del área de observación de efectos posvacunales.
José Fernando Cardona, presidente de la Nueva EPS, dice que sus afiliados mayores de 80 años son 286.270 y están en 1.003 municipios. Aunque ya han aplicado algunas vacunas en Bogotá, Cali, Medellín, Popayán y Amazonas, su meta es iniciar con fuerza a partir del 7 de marzo. Luego, para la fase 2, tienen 1,2 millones de afiliados entre 60 y 80 años que deberán inocular.
El proceso inicia con la certificación, por parte del Ministerio de Salud, de las personas que deben ser vacunadas. Para eso cada EPS recibe una base de datos certificada. En el caso de la Nueva EPS, aún faltan 400 personas por certificar. A quienes ya cumplen con ese requisito les garantizan las dosis. Básicamente, lo que se busca con la base de datos es evitar que haya muertos o personas duplicadas. También se ve el tipo de afiliación del paciente, si es el del régimen contributivo o del subsidiado, cotizante o beneficiario. Una vez identificados, todos tienen el mismo derecho a la vacuna.
Perifoneo y emisoras
Con el listado, la EPS tiene que identificar el municipio, la zona y la IPS (hospital, clínica, centro médico, etcétera) que deberá vacunar a cada persona.
Luego se define el día y la hora del procedimiento y se le informa al paciente mediante un mensaje de texto. En este punto aparece el desafío inicial con los adultos mayores, pues, aunque casi todos tienen celular, no saben cómo consultar los mensajes de texto. Por esta razón, la primera recomendación es que sus familiares o cuidadores den su número o estén revisando constantemente el teléfono de sus abuelos o padres.
Si no se logra por esta vía, se debe hacer una llamada tradicional y, cuando esto no funciona, tienen que recurrir a otros medios de comunicación. Por ejemplo, en Amazonas, departamento priorizado por su cercanía a la cepa brasileña, la Nueva EPS recurrió al perifoneo y a las emisoras locales y comunitarias. En ese departamento, así como en Vaupés y Guainía, la idea es que se pueda poner el biológico de Sinovac –que requiere una cadena de frío tradicional e igual a las demás vacunas que se aplican en el país– y dejar el de Pfizer para los municipios donde estén disponibles los ultracongeladores.
El programa de la Nueva EPS incluye 1.300 puntos de vacunación en Colombia, con IPS y empresas sociales del Estado en las zonas rurales. Cardona aconseja a los acompañantes de los adultos mayores que no los lleven sin cita; no es bueno para ellos ni para el sistema llegar a un punto en el que la gente dice que están vacunando, “a ver si los atienden”. Eso crea aglomeración en momentos en que se necesita distancia social y los procesos son más lentos.
Después de inmunizar a cada persona, esta debe esperar un rato para ver si tiene algún efecto no esperado. La meta en ciudades como Bogotá, donde la Nueva EPS tiene inscritos a 38.000 mayores de 80 años, es vacunar 2.235 diarios. “Aunque tenemos las capacidades y el conocimiento de miles de jornadas de vacunación del pasado, esto es mucho más grande, y por eso debimos ampliar el personal”, explica el directivo. Además de quienes tradicionalmente vacunan niños y hoy lo siguen haciendo, debieron contratar a 4.000 personas adicionales.
El paso final es agendar de una vez la segunda dosis, pero en el caso de quienes no tienen movilidad por motivos de salud y de la misma vejez, se prepara un protocolo para inmunización a domicilio. La ventaja es que las EPS saben bien cuántos de sus afiliados están en situación de discapacidad, son oxigenodependientes o no tienen cómo salir de casa.
Todos los días
El plan es vacunar de domingo a domingo, siempre que haya biológicos disponibles. Justamente porque aún no han llegado todas las vacunas que se requieren para la primera fase; solo se han entregado dosis a las EPS con más adultos mayores, que en Bogotá son Nueva EPS, Sánitas y Capital Salud.
Compensar, que tiene cerca de 30.000 usuarios mayores de 80 años, no había recibido vacunas al cierre de esta edición, pero ya contrataron cerca de 100 personas para hacer la inmunización en su red de IPS. Consideran que a medida que avance el programa de vacunación anticovid, contratarán otras 300. Esto porque se necesita quien inyecte, quien apoye en el registro de la información, custodia y administración de inventarios, así como la asistencia y orientación a los usuarios. En esta EPS esperan contar con una capacidad instalada para vacunar a cerca de 155.000 personas durante el primer mes. En Famisanar, por su parte, tienen afiliados a 31.840 mayores de 80 años. No han aumentado la contratación para vacunar, dado que este proceso lo van a realizar por medio de IPS que ya cuentan con equipos capacitados y certificados. Su meta es inmunizar en el primer mes a 70 por ciento de la población objetivo.
Tanto en Compensar como en Famisanar insisten en que el éxito de este proceso inicia con los datos correctos de los afiliados para poder agendarlos; esto implica que los familiares de los adultos mayores actualicen su información de contacto, proceso que está disponible en las páginas web de todas las EPS.
El procedimiento finaliza con el registro en la plataforma Paiweb2, nombre que proviene del Programa Ampliado de Inmunizaciones. Esa plataforma fue desarrollada para las demás vacunas que se aplican en el país, pero ahora en su segunda versión se centra en las anticovid. Ese es el sitio en donde realmente se sabe quién está vacunado. Aunque los inoculados reciben un carné, si no aparecen en Paiweb2 es como si no los hubieran inyectado. Allí también se registra el lote de la vacuna, la marca, cuándo y cómo se vacunó a cada persona. Se espera que esta herramienta también sirva para generar códigos QR, que podrían facilitar futuros viajes y que, paralelamente, ayude a hacer más visible la salud de los adultos mayores, un grupo que, un poco a la fuerza, tuvo que estrenarse con las vacunas, comprobando que más vale tarde que nunca.