Entrevista
La incertidumbre fiscal, el futuro de la inversión y las amenazas a la inflación son las principales alarmas económicas en 2025, según Fedesarrollo
Para Luis Fernando Mejía, director de este centro de pensamiento, el recorte adicional del Gobierno en sus cuentas debe ser de cerca de 29 billones de pesos. No descarta que, en la segunda mitad de este año, el país registre eventuales desabastecimientos de energía, pues la capacidad instalada no cubriría, en principio, el crecimiento de la demanda.
SEMANA: Preocupa la situación fiscal del país. ¿Qué tan crítica es?
LUIS FERNANDO MEJÍA: Ese es uno de los temas grandes que generan riesgos para la economía colombiana, no solamente en este año, sino también en el mediano plazo.
Este es el panorama. Cuando se mira lo que ha sido el comportamiento del déficit fiscal en los últimos años, Colombia, incluyendo el año de la pandemia, ya completa cinco años consecutivos con déficits superiores al 4 por ciento del PIB. Y en 2025 es muy probable que también esté por encima del 5 por ciento.
Y cuando lo compara con el promedio del siglo XXI antes de la pandemia, ese déficit observado fue cercano al 3,6 por ciento. Es decir, estamos hablando de un aumento importante del déficit fiscal. Este año que acaba de terminar, 2024, puede ser de 5,6 por ciento, es decir, dos puntos porcentuales por encima del promedio. Eso muestra que, a pesar de los esfuerzos de las últimas dos reformas tributarias, la del 2021 y la del 2022, infortunadamente el espacio fiscal sigue siendo cada vez más apretado. Y hay un problema que se evidencia en el aumento del riesgo país. Colombia hoy en día tiene un riesgo país superior al de la gran mayoría de sus pares, exceptuando Argentina y Venezuela, pero por encima de Brasil, que fue tal vez el país que típicamente tenía la mayor percepción de riesgo fiscal. A eso se le suman los hechos más recientes: lo que fue la discusión de los recortes que se anunciaron durante el año anterior, el comportamiento del recaudo tributario, que fue muy malo, una caída en términos reales cercana al 13 por ciento, y obviamente la discusión sobre el financiamiento del presupuesto para el 2025.
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SEMANA: En ese contexto, ¿cuáles son las perspectivas puntuales para este año y los siguientes?
L.F.M.: Lo primero es que no va a haber otro camino, sino el de un recorte. Es decir, así como en el 2024 el Gobierno tuvo que hacer un recorte muy importante cercano a los 28 billones de pesos, nuestros cálculos indican, en efecto, que este año el recorte adicional tendrá que ser de 28,8 billones de pesos, estamos hablando más o menos de 1,6 por ciento del PIB. Si no se hace ese recorte, va a ser imposible lograr el cumplimiento de la regla fiscal. Pero ese no es el único problema. Cuando usted mira ya la perspectiva de mediano plazo, después del 2025, en los próximos años también se tendrán que hacer recortes de más o menos un punto del PIB, producto de varios factores: la dinámica del recaudo, los efectos de la reforma al Sistema General de Participaciones, las presiones de gasto que se han venido dando, etc. Todo eso indica que indudablemente uno de los riesgos macroeconómicos más importantes es el caso del déficit fiscal.
SEMANA: Ante esta incertidumbre fiscal, ¿a qué se va a enfrentar el país? ¿Vamos a cumplir la regla fiscal? ¿Nos van a bajar la calificación? ¿En qué escenario vamos a estar?
L.F.M.: Estamos en el escenario en que el Gobierno actúa de forma responsable, como lo ha venido haciendo, porque hay que evidenciar justamente que una parte importante del compromiso del gobierno en términos de cumplimiento de la regla fiscal, pues ha sido materializada a través de los recortes que se hicieron, por ejemplo, el año pasado. Y en nuestro escenario central consideramos que el Gobierno va, de hecho, a cumplir la regla, es decir, que tendrá que hacer un recorte, como mencionaba anteriormente, de 28,8 billones de pesos. Hay un riesgo político más alto, porque es distinto hacer un recorte de ese tamaño en un año como el 2024, a hacerlo en un monto similar en el 2025, que es un año preelectoral. ¿Qué podría pasar en un escenario de incumplimiento de la regla fiscal? Lo que esto implica es, naturalmente, primero una pérdida de credibilidad en la política fiscal que conduciría a un mayor aumento de la prima de riesgo, mayores costos de endeudamiento público, menor inversión, menor crecimiento que estimamos entre 1 y 2 puntos porcentuales, y un deterioro en los indicadores de empleo y de pobreza. Así que las consecuencias de un incumplimiento de la regla fiscal no solamente se materializan a través de una mayor percepción de riesgo, sino en cosas muy tangibles, como menor crecimiento económico y mayor desempleo y pobreza.
SEMANA: ¿Cree que nos van a bajar la calificación?
L.F.M.: Estamos en ese escenario en donde las agencias de calificación de riesgo le han dado, si se quiere, un margen de espera al Gobierno, porque ha mostrado ese compromiso, esa seriedad en términos de hacer recortes importantes. Pero, con los riesgos políticos de un año preelectoral, seguramente van a estar muy atentos mirando si, en efecto, el Gobierno y el nuevo ministro de Hacienda tiene esa capacidad para convencer al presidente de hacer un recorte de 1,6 por ciento del PIB de un año preelectoral. Yo creo que es probable que haya reducciones adicionales de la calificación de la deuda pública, pero Colombia ya perdió su grado de inversión y parte justamente de ese mayor riesgo fiscal, o esa percepción de mayor riesgo, se ha materializado a través de las tasas de interés que paga el país.
SEMANA: En ese recorte, muchos han hablado de que podemos estar viendo una subejecución en el Gobierno. ¿Vamos a llegar allá? ¿Cómo puede afectar el crecimiento de la economía?
L.F.M.: Ese es un tema interesante también para lo que fue 2024. Si bien todavía no hay cifras definitivas de cierre fiscal que se estarán produciendo en los próximos días, uno de los temas importantes que ayudaría al cumplimiento de la regla en 2024 sería justamente la subejecución del presupuesto y en particular del presupuesto de inversión. Sin embargo, no era suficiente, es decir, a pesar de las malas cifras en materia de ejecución, la sola subejecución no era suficiente para poder llenar ese hueco que superaba los 30 billones en total. Y justamente el Gobierno los había anunciado en detalle cuando publicó el Marco Fiscal en julio del año pasado. Entonces, la subejecución de continuar en este 2025 seguramente ayudaría al cumplimiento de la regla, pero no sería suficiente, es decir, el tamaño del problema es tal, cercano a los 29 billones de pesos, que no hay forma de que una subejecución del presupuesto de forma, digamos, razonable frente a lo que se ha observado en los últimos años, sea suficiente para cumplir esa meta de déficit fiscal. Ahora bien, ¿consecuencias negativas en términos del crecimiento?, pues probablemente podría haber algunas, pero creo yo que las consecuencias en materia de crecimiento económico serían peores en el caso de un incumplimiento de la regla.
Es decir, yo creo que hay que priorizar en esta coyuntura esa credibilidad de la política fiscal y hacer todo lo posible para que en 2025 el Gobierno llegue a esa meta de déficit fiscal que se ha trazado en el marco.
SEMANA: ¿Qué ven ustedes en materia de crecimiento para este año? ¿Qué motores van a estar prendidos? ¿Cuáles van a estar medio apagados? ¿Y cuáles literalmente apagados?
L.F.M.: Hablemos primero del crecimiento del año pasado. Nosotros estimamos, si bien todavía no hay datos oficiales del último trimestre, que el crecimiento del año completo fue del 1,8 por ciento, que es mejor que el 2023, que recordemos había sido un año de estancamiento en la actividad económica con un crecimiento de apenas el 0,6 por ciento, pero que no es una cifra realmente buena en el contexto justamente de un crecimiento que viene luego de un año de estancamiento. Usualmente, cuando hay un año malo, en el siguiente la economía tiene un rebote, justamente porque la comparación del crecimiento se hace contra un año base que es relativamente malo. Ese no fue el caso de 2024. Luego de un crecimiento del 0,6 por ciento, fue apenas el 1,8 por ciento.
Parte de esto tiene que ver con lo que ha sido la dinámica de la inversión, la formación bruta de capital que realmente no se ha recuperado de manera importante. El año pasado la economía cerró con la tasa de inversión más baja en al menos 20 años de historia, 16,8 por ciento del Producto Interno Bruto. Y esas tasas de inversión tan bajas, implican que es difícil sostener unas cifras de crecimiento por encima del 3 por ciento. Ese sería el segundo reto importante en materia macro: cómo darle la vuelta a esa dinámica relativamente negativa que ha tenido la tasa de inversión en el país. En ese contexto, de una tasa de inversión que seguramente continuará un poco por debajo de lo que ha sido el promedio histórico, vemos un año 2025 mejor en materia de crecimiento, pero todavía por debajo del crecimiento a largo plazo. Nuestro pronóstico para este año es del 2,6 por ciento, que insisto no es una cifra extraordinaria luego de dos años de bajo crecimiento, como fueron el 2023 y el 2024.
SEMANA: ¿Qué se requiere para crecer más?
L.F.M.: Pues lo ratifico, aumentar rápidamente la tasa de inversión. Colombia debe hacer todo lo posible para retornar a tasas de inversión por encima del 20 por ciento, ojalá cercanas al 22 por ciento del PIB, y eso le permitiría al país tener tasas de crecimiento por encima del 3 por ciento de forma sostenida. Ese es el panorama general desde el punto de vista del crecimiento.
SEMANA: Al analizar los sectores, ¿cuál es su análisis?
L.F.M.: Desde el punto de vista sectorial, pues aquí hay unos sectores que han venido jalonando la actividad económica, especialmente en el último año. Destacaría especialmente lo que ha sido el comportamiento del sector agropecuario, que nosotros estimamos el año pasado haya crecido en 9 por ciento, y el sector de actividades artísticas y entretenimiento, que estimamos creció cercano al 11 por ciento en 2024. En parte, consideramos que la dinámica de 2025 continuará atada de forma importante a estos sectores.
Estamos estimando que agro crecería 5,6 por ciento este año, actividades artísticas 7,1 por ciento, y todavía rezagos en tal vez dos sectores muy importantes, la industria, la vemos todavía con una dinámica ya positiva, pero muy por debajo del crecimiento potencial, un crecimiento de apenas el 1,5 por ciento, y el comercio con un crecimiento muy cercano ya a lo que estimamos sea el crecimiento agregado, del 2,5 por ciento, creciendo a tasas muy similares al agregado. La industria todavía con cifras relativamente bajas, luego de dos años de contracción de la actividad económica.
SEMANA: ¿Y en materia de inversión ve alguna recuperación?
L.F.M.: Sí. Estamos viendo que la tendencia de la inversión mejora en términos marginales. Cuando se mira la evolución de la formación bruta de capital fijo, en el tercer trimestre del año pasado, que es la última información disponible, ya se ve un crecimiento, que es prácticamente un rebote frente a lo que fueron dos años muy malos de inversión, el 2022, digamos, y el 2023, pero no le alcanzaría para retornar a niveles de tasa de inversión de largo plazo. Es decir, la inversión va a crecer, pero todavía estamos estimando que va a ser muy difícil que retornemos a tasas de inversión por encima del 20 por ciento.
SEMANA: En la inflación, aunque ha venido reduciéndose, hay algunas alertas. ¿Cuál es la expectativa tras conocerse el dato de salario mínimo y las indexaciones?
L.F.M.: En ese inventario de preocupaciones, después del tema fiscal y de la inversión, creo que el tercero es la inflación, que ha sido una muy buena noticia, obviamente. Con el dato de diciembre, que fue de 5,2 por ciento, lo que muestra es una reducción sostenida desde marzo de 2023, y especialmente de forma interesante de una convergencia de las expectativas de inflación a un año en ese rango meta que tiene el Banco de la República que es entre el 2 y el 4 por ciento. Eso es una gran noticia desde el punto de vista de lo que fueron dos años muy duros para el bolsillo de los hogares: 2022, con una inflación que superó el 13 por ciento, y 2023, con una inflación por encima del 9 por ciento.
Ahora bien, en materia de riesgos para la inflación, indudablemente lo que más nos preocupa en este momento es el impacto del aumento del salario mínimo. Muy pocas personas han observado que cuando incorpora al aumento del salario mínimo, el incremento del subsidio del transporte, realmente el costo de contratación de un empleado formal de un salario mínimo subió 11 por ciento, que es una cifra muy por encima de la inflación de 2024 y que seguramente tendrá impactos negativos en términos de esa dinámica de la inflación en el 2025.
SEMANA: ¿Por qué?
L.F.M.: Porque hay muchos bienes y servicios todavía indexados al salario mínimo, costos que impactan la canasta familiar. Por ejemplo, los relacionados con las cuotas de administración, el costo más importante en cualquier cuota de administración en las ciudades del país tiene que ver con el servicio de seguridad, que está atado naturalmente al salario mínimo. Así que esos mecanismos de indexación de ciertos bienes y servicios al salario mínimo empezarán a presionar al alza la inflación frente a las dinámicas que se tenían antes de ese anuncio por parte del Gobierno Nacional.
SEMANA. ¿Cuál puede ser el impacto?
L.F.M.: En nuestros cálculos, esto podría tener un impacto de entre .2 y .3 décimas adicionales de inflación. Estamos siendo conservadores, pero lo que sí es cierto es que ese efecto, lo que va a generar es que el Banco de la República sea más cauteloso en términos de reducción de su tasa de política monetaria. Nosotros habíamos estimado inicialmente que la tasa podría estar entre el 6 y 6,50 por ciento al cierre del año 2025, ahora podemos estimar que podría estar más del tono del 6,75 o 7 por ciento, producto de esas dinámicas del impacto del salario mínimo en materia de la inflación.
SEMANA: El otro efecto que le puede pegar a la inflación es el comportamiento del dólar. Hay preocupación por la volatilidad tan alta y que este año toque techos y llegue a precios históricos…
L.F.M.: Indudablemente, ese es otro riesgo importante en materia de inflación que tiene que ver con lo que ha sido el comportamiento más reciente de la tasa de cambio. Hay factores externos relacionados, por supuesto, con lo que ha ocurrido recientemente con la elección en Estados Unidos, las políticas anunciadas por el presidente Trump en términos, por ejemplo, de los aranceles que podrían ejercer presión. Pero el comportamiento más determinante para explicar lo que ha sido con la evolución de la tasa de cambio tiene que ver más que todo con el riesgo fiscal. Cuando se observa, por ejemplo, la dinámica que siempre se había mostrado entre la tasa de cambio y el precio del petróleo, esa dinámica básicamente se ha perdido, entre comillas, desde 2022, producto justamente de la preponderancia de los efectos fiscales en el comportamiento del peso colombiano.
Es decir, el aumento en el riesgo fiscal que viene desde mediados de 2021, cuando Colombia pierde su grado de inversión, ha generado un proceso relativamente constante de depreciación de nuestra moneda, con procesos y correcciones como las que tuvimos el año pasado, pero en el largo plazo se genera una asociación de mayor depreciación de la moneda asociada al riesgo fiscal.
SEMANA: Bajo ese escenario, ¿qué va a pasar con el dólar?
L.F.M.: Tiene que ver primero con los factores externos, lo que va a pasar con la política monetaria en Estados Unidos, los efectos de las medidas de política económica del presidente Trump, qué va a pasar con el precio del petróleo, que, por supuesto, también es importante, pero a nivel local lo más relevante indudablemente va a ser ese comportamiento de la política fiscal. Si hay inquietudes sobre el compromiso del Gobierno para hacer los recortes necesarios, pues eso naturalmente generaría un aumento en el precio del dólar, y eso también tendría implicaciones de un incremento en la inflación en el 2025.
SEMANA: El tema de empleo ha sorprendido con el más reciente dato de noviembre. ¿Por qué cede el desempleo en medio de un crecimiento que podríamos llamar tímido?
L.F.M.: El buen dato del desempleo para noviembre, francamente, es difícil de entender. Hemos hecho ciertos análisis para entender para dónde va la tasa de empleo, y ese dato del mes de noviembre indudablemente fue sorpresivo y difícil de explicar con la tasa de crecimiento. Ahora bien, cuando se observa la tasa de desempleo de más largo plazo, es decir, el promedio del 2024, por ejemplo, pues las cifras no son tan positivas. La tasa de desempleo promedio estimada de acuerdo con nuestros datos, el único mes que nos falta sería el de diciembre, fue el 10,2 por ciento, es decir, sigue siendo una tasa de desempleo en dos dígitos, que luce más compatible con un año de crecimiento de apenas el 1,8 por ciento.
SEMANA: ¿Qué va a pasar en este 2025?
L.F.M.: Vamos a tener una tasa de desempleo ligeramente más baja porque partimos de niveles justamente más bajos de desempleo en el cierre de 2024. Estimamos una tasa promedio del 10 por ciento, es decir, dos décimas por debajo de lo que fue el promedio del desempleo en 2024, pero todavía en tasas de desempleo que son sustancialmente más altas que lo que debería tener la economía colombiana si pudiera crecer a tasas más razonables. Entonces, vamos a tener un mercado laboral un poco menos apretado, pero hay que mencionar que hay un efecto importante que está jugándole a favor a estas cifras de desempleo: se ha observado una importante caída de la tasa de participación laboral, es decir, personas que han salido del mercado laboral, seguramente por motivos de educación, otras por simplemente desempleo de largo plazo, y esa tasa de participación menor también de alguna manera le ha generado unas tasas de desempleo más bajas a la economía. Falta ver qué va a pasar en este 2025, si continúa esa dinámica de una menor participación laboral o si, por el contrario, a raíz del bajo crecimiento y las presiones en la inflación, aumenta la tasa de participación y eso podría llegar a unas tasas de desempleo un poco más altas de las que tuvimos el año pasado.
SEMANA: ¿Qué va a pasar con las reformas pendientes, dentro del contexto económico? La laboral, el tema de salud, la entrada de la pensional y la discusión que se ha dado del Sistema General de Participación…
L.F.M.: En nuestro escenario central, consideramos que de las reformas estructurales solamente la reforma pensional, que ya fue aprobada, será la que efectivamente tendrá impactos en términos puntuales en la economía. Es decir, no vemos un escenario en donde ni la reforma a la salud ni la reforma laboral sean aprobadas en el Congreso de la República.
SEMANA: ¿Por qué?
L.F.M.: Es un año preelectoral, son dos reformas que han sido altamente debatidas, que han sido técnicamente analizadas y de alguna manera racionalizadas con efectos especialmente negativos en los dos sectores, en el sector de la salud, por un lado, y en el sector laboral, por otro, especialmente después del aumento del salario mínimo, va a ser muy difícil pensar que el Congreso tenga, por ejemplo, la voluntad política de aumentar aún más los costos del empleo formal en una economía que todavía no está creciendo a niveles de largo plazo.
La reforma laboral, de acuerdo con nuestros escenarios, no se va a aprobar. La reforma de salud tampoco, aunque ahí la preocupación, por supuesto, tiene que ver no tanto con la reforma, sino con las medidas administrativas que ha venido adoptando el Gobierno Nacional, por ejemplo, la reciente discusión sobre la suficiencia de la UPC, que seguramente tendrá implicaciones en términos financieros para el sector de la salud.
En la reforma del SGP, nosotros fuimos vocales en términos de la preocupación que podría implicar una aprobación de esta reforma en materia fiscal. Afortunadamente, hay algo de espacio en el tiempo producto de la discusión de la ley de competencias que se tendrá que dar este año, y los efectos fiscales se darán a partir de 2027, así que eso de alguna manera da un espacio, no para mitigar los efectos, pero sí para decir que no van a ser inmediatos y que más que todo serán responsabilidad para el próximo gobierno. En términos de reformas, en resumen, no vemos implicaciones materiales desde el punto de vista fiscal. La única, la que ya se aprobó, la reforma pensional, y ahí tenemos, por supuesto, un tema que es el costo del Pilar Solidario, que seguramente tendrá que irse incorporando paulatinamente en el espacio fiscal. Pero no vemos efectos adicionales de las reformas porque no consideramos que se vayan a aprobar.
SEMANA: ¿Qué impacto puede tener en la economía todo el tema de la incertidumbre que se está generando en Venezuela?
L.F.M.: Creo que es marginal porque Colombia ha tenido, primero, yo creo que una política razonable desde el punto de vista de formalizar y retomar otra vez las relaciones no solamente diplomáticas y comerciales, obviamente hay una discusión política de fondo ahora con la posesión otra vez del presidente Maduro y las implicaciones en términos de las relaciones bilaterales. Pero desde el punto de vista práctico económico, nosotros no estamos viendo impactos negativos de lo que está ocurriendo en términos políticos en Venezuela.
Realmente Colombia, desde el punto de vista económico, no estamos viendo afectaciones importantes porque la reapertura de la frontera seguramente continuará, la normalización de las relaciones económicas también, tal vez a un paso más lento producto de estas discusiones políticas, pero Venezuela sigue sin ser uno de los principales socios comerciales de Colombia, todavía está muy por fuera de ese top de principales destinos de exportación, así que en materia económica no estamos viendo implicaciones adicionales frente a lo que está ocurriendo en Venezuela.
Lo que sí es, es una oportunidad perdida. Si Venezuela pudiera haber tenido una transición democrática con el presidente Edmundo González y una normalización de las relaciones diplomáticas, una visión de otra vez la importancia de la economía de mercado, pues obviamente la implicación práctica para Colombia no es tanto lo que podría generar la situación actual, sino las pérdidas en términos de ese costo de oportunidad de la posibilidad de una mayor dinámica en el crecimiento y en la inversión que se está generando justamente por la extensión del periodo de Maduro.
SEMANA: ¿Y con la llegada de Trump?
L.F.M.: Hay bastante incertidumbre sobre qué va a hacer Trump. Lo que muestra la historia reciente en su primer gobierno es que, en efecto, Trump llegó a cumplir buena parte de sus promesas de campaña, a pesar de que algunos analistas esperaban que diera su brazo a torcer. En este caso hay una preocupación importante especialmente sobre lo que han sido estos anuncios más recientes de políticas, si se quiere, más expansionistas, por ejemplo, la discusión sobre retomar el control del canal de Panamá y las implicaciones geopolíticas que esto puede tener para la región, pero en términos generales tal vez el elemento más importante para Colombia y América Latina tiene que ver con la política arancelaria.
Recordemos que el presidente Trump en campaña había anunciado aranceles generales a la importación de productos hacia Estados Unidos. En su momento habló de cifras de entre 15 y 20 por ciento. Y ahí se podrían mostrar implicaciones eventualmente si el presidente decide, por ejemplo, que los tratados de libre comercio no aplican y habría una especie de incumplimiento a esos tratados de libre comercio de forma unilateral.
SEMANA: ¿Qué están viendo desde Fedesarrollo?
L.F.M.: No creemos que el presidente Trump vaya a concretar esta idea de aranceles universales. Entre otras cosas porque seguramente quienes están en su equipo económico ya están haciendo las cuentas desde el punto de vista del impacto de una medida en este sentido y le estarán diciendo al presidente Trump que naturalmente la consecuencia de un arancel son mayores precios para los consumidores finales y por ende eventualmente mayor inflación.
Nosotros lo que estamos viendo más bien es un escenario donde esa política arancelaria está focalizada especialmente en el caso de China, donde hay una guerra comercial ya desde hace varios años, justamente desde el primer gobierno de Trump, y en ese sentido no estamos viendo implicaciones negativas, directas, en la política comercial para Colombia.
De hecho, Colombia continuará con su tratado de libre comercio y podría aprovechar esa oportunidad de mayores aranceles hacia China para poder, eventualmente, tener nuevos productos de exportación a ese país. En materia comercial, estamos en un escenario donde seguramente no habrá implicaciones negativas. Ahora bien, en términos más financieros, todo va a depender de qué están viendo los mercados en términos de las tasas de interés, la política monetaria para Estados Unidos. Incluso con una cosa más aislada al tema de política de aranceles al caso de China, de todas maneras, va a haber verificaciones en materia de precios al consumidor final y eso podría, de alguna manera, retrasar las reducciones de tasas de interés por parte de la Reserva Federal. Ese retraso, en la senda de reducción de tasas de interés, podría eventualmente general un incentivo para mayores inversiones de capital en Estados Unidos, que generaría una depreciación del resto de monedas, en general, y en particular de la colombiana. Así que hay un elemento en donde, esos efectos de la política arancelaria, podrían llevar a una depreciación de la moneda colombiana en 2025.
SEMANA: ¿Ve alguna amenaza en materia de remesas ante los anuncios del presidente Trump de una expulsión a los migrantes?
L.F.M.: No, no la estamos viendo. Esa es una gran noticia de Colombia en los últimos años. Todavía no hay cifras definitivas, pero el año anterior, es muy probable que las remesas cierren en los 11.000 millones de dólares anuales. Es un producto de exportación, capital humano en el exterior, que ha generado unos recursos muy importantes para el financiamiento de las cuentas externas en Colombia y realmente no vemos tampoco, que se vaya a materializar en el corto plazo una deportación masiva, no solo de migrantes en general sino de colombianos en particular, que pueden disminuir esas remesas. Además, una parte muy importante de las remesas no llegan de Estados Unidos. Casi el 30 por ciento llega de otros países, como España, así que ahí hay algo de diversificación de fuentes.
Lo que estamos viendo es que este año seguramente va a continuar ese ritmo de llegada de remesas, abonado a esas fuentes de financiamiento tradicionales que ha tenido la cuenta corriente de nuestro país.
SEMANA: Algunos han advertido riesgos de apagón…
L.F.M.: Ese es un tema muy de fondo porque las proyecciones que hemos hecho con crecimientos de la demanda muy razonables, nada digamos extraordinario, crecimientos de la demanda que pueden estar en el orden del 2,5 a 3 por ciento anual, indican que eventualmente en la segunda mitad de este año, el país podría ya empezar a ver eventuales desabastecimientos de energía, en el sentido de que la capacidad instalada no cubriría en principio ese crecimiento de la demanda. Eso implica no solo en el tema eléctrico, sino también en el componente de gas. Ya ha habido anuncios de la necesidad de importar gas para cubrir justamente la demanda de gas industrial y domiciliario en nuestro país. Esas son proyecciones que van a depender justamente de la capacidad de generación, de qué va a pasar con la generación hidráulica, si habrá sequías o recuperación otra vez de los niveles de los embalses. Es un riesgo que está ahí, no es el escenario central, muy seguramente el 2025 podremos pasar bien, pero el gobierno tendrá que monitorear muy en detalle, primero, el cubrimiento de la demanda y, segundo, la capacidad de generación de las diferentes fuentes de energía del país para evitar esos escenarios de apagón que tanto le costaron al país en la década de los noventa.