ECONOMÍA
Cuáles son las claves para pensar el 2026 en los negocios
La IA, los agentes autónomos y la orquestación inteligente marcarán la agenda del próximo año. El desafío: transformar innovación en valor real y humano.
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Pensar el 2026 en los negocios implica mirar más allá de la adopción tecnológica. Lo que se viene no será solo una carrera por incorporar más inteligencia artificial (IA), sino por darle sentido, propósito y dirección estratégica. La visión que se proyecta para América Latina y el mundo apunta en esa línea: pasar del entusiasmo por la novedad a la madurez del valor, con ecosistemas de innovación que se traduzcan en resultados tangibles y en una mejor experiencia para las personas.
La región no solo debe concentrarse en adoptar más tecnología, sino ahora también en orquestar con propósito. Ya no se trata de sumar herramientas, sino de integrarlas con inteligencia, conectar agentes autónomos, flujos de datos y procesos para que el negocio funcione como un organismo vivo.
La Inteligencia Artificial, en este nuevo paradigma, se posiciona como el sistema nervioso central de la empresa. Las proyecciones de Gartner para 2026 identifican tres tecnologías clave para construir esa infraestructura digital segura y escalable: las plataformas nativas de IA, que permiten desarrollar soluciones ágiles; las plataformas de supercomputación, que dan soporte al entrenamiento de modelos complejos; y la computación confidencial, esencial para proteger datos sensibles en uso. En conjunto, forman la base sobre la que se edificará la próxima generación de empresas inteligentes.
En Colombia y la región, el camino ya está trazado. Herramientas basadas en IA, que amplían las posibilidades de automatización y desarrollo, o las capacidades de creación de agentes inteligentes, están abriendo nuevas oportunidades para que las organizaciones aceleran su avance hacia modelos más integrados y colaborativos.
Sin embargo, el gran desafío no será tecnológico, sino estratégico: convertir las inversiones en IA en valor real. Forrester advierte que un cuarto de los CIO deberá rescatar proyectos fallidos de IA iniciados por distintas áreas de negocio. La advertencia es clara: el tiempo del hype terminó. Lo que viene es la era del valor medible, donde cada iniciativa tecnológica deberá justificar su impacto en la operación, la rentabilidad y la experiencia del cliente.
En palabras de los expertos, la diferencia ya no está en “tener IA”, sino en cómo se la conecta con la estrategia y la ejecución. El otro gran frente de transformación será la orquestación de agentes autónomos.
IDC proyecta que, para 2027, el 40% de los roles en grandes empresas globales trabajará junto a estos sistemas. Esa convivencia redefinirá la colaboración entre humanos y máquinas, dando lugar a una inteligencia aumentada en la que las decisiones se compartan, los procesos se automatizan y las capacidades humanas se expanden. Experimentar con proyectos aislados ya no será suficiente: el futuro exige pensar en escala y coordinación, con asistentes capaces de resolver tareas de principio a fin a través de múltiples áreas del negocio.
En este contexto, América Latina tiene una ventaja competitiva: su agilidad. Las empresas de la región han demostrado una notable capacidad de adaptación frente a los cambios. Si logran integrar la IA con un enfoque colaborativo y transversal, podrán posicionarse como líderes en la creación de modelos operativos inteligentes, diseñados no solo para producir más, sino para hacerlo mejor.
La próxima disrupción ya tiene nombre: predicción de resultados de negocio. Compañías como SAP ya han avanzado en este terreno, creando soluciones como SAP-RPT-1 (Relational Pre-trained Transformer), un modelo de IA entrenado para anticipar eventos críticos como retrasos en entregas o riesgos de impago, con rapidez y precisión. Este tipo de innovación marca un punto de inflexión: la IA deja de ser un soporte analítico para convertirse en un socio estratégico capaz de anticipar y accionar sobre el futuro del negocio.
Pero toda tecnología encuentra su legitimidad en la experiencia humana. El informe Foresight 2025 de NTT DATA introduce el concepto de “experiencias inteligentes de entorno”, donde las pantallas se desdibujan y las interfaces se vuelven líquidas, adaptándose a lenguaje, contexto y emoción. El usuario ya no hace clic: habla, muestra o insinúa, y el sistema comprende. Este salto no solo redefine la relación entre las personas y la tecnología, sino también el modo en que las empresas deberán construir vínculos con sus clientes.
Esta frase resume lo que se viene con una mirada de fondo: “La estrategia de IT no sólo debe mirar productividad, eficiencia o rentabilidad, sino también de qué manera está impactando en la vida de las personas”. Ese será, probablemente, el gran criterio que distinguirá a las organizaciones líderes en 2026: las que entiendan que la innovación tecnológica solo tiene sentido cuando mejora la experiencia humana.
El año que viene no se tratará de hablar más de inteligencia artificial, sino de entender cómo la inteligencia se vuelve verdaderamente artificial y humana a la vez. Las empresas que logren equilibrar eficiencia con empatía, automatización con propósito y datos con significado serán las que marquen el rumbo del nuevo tiempo de los negocios. Porque pensar el 2026 no es solo imaginar un futuro tecnológico: es imaginar un futuro más inteligente, conectado y humano.
