Economía
Persisten las brechas de género: las mujeres siguen enfrentando desafíos para acceder a créditos
La población femenina continúa en desventaja frente a los hombres y esta situación se agrava con la reducción en la tasa de usura.

Aún son muchos los colombianos y colombianas que no tienen acceso a medios formales de crédito y a pesar de los avances que se han promovido en el ámbito de la inclusión financiera, las mujeres siguen enfrentando retos a la hora de acceder a productos financieros.
Según los datos de la Banca de las Oportunidades y el reporte del Índice de Bienestar Financiero (IBFC) se observa una brecha de 0.66 puntos en el indicador general entre mujeres y hombres.
El acceso a estos productos es considerado como una herramienta fundamental para fomentar el bienestar y la autonomía financiera en la población femenina. Sin embargo, estas características se han visto afectadas, pues aún existen marcadas diferencias a comparación con los hombres en productos como seguros, con una brecha de 0,7 puntos, productos transaccionales con 0,6 puntos y finalmente, productos de ahorro e inversión, donde la brecha es de 0,3 puntos.

Bajo esta coyuntura Clara Escobar, directora ejecutiva de la Asociación de Compañías de Financiamiento (AFIC) dice que esta diferencia afecta directamente la oportunidad de las mujeres para emprender, invertir en educación y generar estabilidad económica, elementos clave para su bienestar y el de sus familias a largo plazo.
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Sin embargo, existen algunas barreras que impiden el acceso de las mujeres a soluciones crediticias, una de ellas, los ingresos precarios, que afectan mayormente a mujeres que viven en departamentos con alta ruralidad o mujeres que tienen un empleo informal.
En consecuencia, es más difícil que puedan demostrar una fuente constante de ingresos al momento de pedir un préstamo. Otra barrera es la educación financiera, que a pesar de que es un obstáculo presente en toda la población, la mayoría de mujeres no conocen las oportunidades financieras a las que pueden acceder.
Desde esta perspectiva, el fortalecimiento de mecanismos de inclusión son fundamentales para disminuir la informalidad, opción que muchas personas toman ante la falta de opciones financieras, y garantizar alternativas accesibles.
En cuantos la reducción de las tasas de usura, resulta en una afectación tanto para las compañías de financiamiento, como para aquellos que buscan solicitar créditos. Por un lado, las compañías de financiamiento y los bancos se les dificultará brindar créditos a poblaciones vulnerables o no bancarizadas, generando afectaciones en el desarrollo económico de las mujeres con bajo historial crediticio, además del aumento de la dependencia de créditos no informales como los “gota a gota”.

La solución
De acuerdo a un estudio realizado por ANIF, si se establece un techo más alto para la tasa de usura, es posible que haya un cambio en la metodología de las instituciones financieras, impulsando el crecimiento de la cartera consumo en un 4,9 %.
“Según un estudio de ANIF, por cada reducción de un punto porcentual en la tasa de usura, el crecimiento de la cartera de crédito de consumo disminuye en 0,73 puntos porcentuales, lo que restringe aún más la oferta de financiamiento, especialmente, para mujeres emprendedoras, trabajadoras y madres cabezas de familia” Añade Escobar.

Se han propuesto varios foros de ajuste en la metodología de cálculo de la tasa del Interés Bancario Corriente (IBC), base para determinar la tasa de usura. Esto permitiría la diferenciación según los tipos de crédito, permitiendo un mayor acceso a las mujeres a los productos crediticios.
La iniciativa mantendría las tasas competitivas para facilitar el acceso a los productos financieros a poblaciones no bancarizadas, contribuyendo a la inclusión financiera.