Claudia Varela, columnista

Opinión

Aguantando

La vida es corta para andar aguantando.

Claudia Varela
30 de marzo de 2025

Está de moda hablar de la gente tóxica. Pero hay hábitos, actitudes, hasta equipos de trabajo que también pueden ser drenadores de energía. Muchas cosas son tóxicas y no lo parecen. Muchas más quizás de las que pensamos y dejamos pasar y aquí va la historia ilustrativa de José.

José trabaja hace cinco años en una Organización pequeña que fue comprada por una mucho más grande hace dos años.

Decidió seguir en ella por un tema automático de ego, donde pensó que siempre ha sido exitoso y tiene una gran adaptación al cambio, así que no se preocupó realmente de no hacer una buena labor. De hecho, estaba contento de un cambio que observó como una oportunidad de cambio. Y aunque no era amigo de la nueva cúpula, se sintió confiado.

Ahora se está enfrentando a lo que podríamos llamar una transición. Tiene un nuevo jefe, dos personas nuevas (que no eligió) en el equipo y mucho más trabajo que antes. Cuando hablé con él le pregunté cómo se sentía, cómo estaba abordando una situación, que aparentemente lo tenía un poco desbordado.

Estoy super bien, me dijo con una sonrisa un poco falsa. El reto es enorme, pero yo sé que puedo. Me dijo con voz reiterativa de ejecutivo exitoso que iba a responder por el doble del presupuesto. Le pregunté entonces si le pagaban más y me dijo que no. Me quedé pensando en esos códigos corporativos, donde se asume que porque las cosas sean más grandes son más interesantes y te dan más hoja de vida.

Por supuesto, como imaginaran, no le creí porque el mismo no estaba convencido. Le insistí preguntando qué era lo que más le costaba. Me respondió con la cara un poco más triste, creo que no me siento reconocido por la empresa nueva. Trabajo mucho, doy resultados y es como si nadie lo notara. El pobre José era malo vendiendo sus logros, así que nadie reconocía su esfuerzo y su talento hasta ahora.

Sentí que José estaba “aguantando”. Lo que quise entender fue hasta cuándo uno debe “aguantar” algo que no le gusta por motivos externos.

No le vi intenciones de buscar un plan B que pronto se convirtiera en A. No tenía un plan de “escape”, su estrategia consistía en esperar un milagroso cambio de la cultura de su nueva compañía y que algún día un alma piadosa reconociera lo bueno que era.

Le costaba mantener a su equipo motivado y lo lograba. Pero a costa de un dolor de espalda bien fuerte, porque se estaba colgando encima los problemas de todos. Aun así, a mí me estaba sonriendo y diciendo que todo estaba bien.

Algo está mal en la nueva relación de José con su entorno. Antes se le veía tranquilo y motivado y en cuestión de seis meses estaba con ojeras, ya no tenía tiempo de ir al gimnasio y su vida estaba enfocada, la mayoría del tiempo, en tratar de brillar en un espejo con opacidad.

¿Hasta cuándo vas a soportar José? Le pregunté. Estás cansado y creo que ya no te ves feliz. Tú que eres experto planeando, poniendo fechas de cumplimiento, logrando resultados, pensando de manera optimista, no tienes una fecha clara.

José me miró sorprendido, pero con un gesto de angustia que nos hizo guardar silencio unos instantes. No quiero esperar más. Me están aspirando la energía y la situación me está sobrepasando.

Veremos qué pasa con José y su historia. Le dije que guardara el ego en un cajón. Que no se dejara sabotear por su diálogo interno. La verdad es que no pasa ni va a pasar nada si deja esta relación tóxica que lo tiene con ojeras viviendo en automático.

Espero que José me haya escuchado. Me da tristeza verlo bajando su propia seguridad cuando siempre ha sido altivo y genuinamente feliz. José, que nadie te diga qué hacer, tú eras más exitoso cuando tenías menos cosas encima porque te veías brillar.

Que nadie te quite el brillo. Que nada externo te haga perder tu esencia interna. No vivas en automático José, no hay que aguantar nada. La vida es corta para andar aguantando. Quizás este baile ya no sea el tuyo.

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