GUILLERMO VALENCIA

OPINIÓN

Desafíos en materia de riesgos laborales

Entre 2013 y 2021, el país habría ahorrado $30,3 billones en costos asociados a siniestralidad laboral, según una investigación adelantada por el equipo técnico del Observatorio de Seguridad y Salud en el Trabajo del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). El impacto ha sido relevante, pero existen pilares sobre los cuales trabajar.

1 de agosto de 2022

Todos los trabajadores, sin importar a qué sector económico pertenezcan, están expuestos a diversos riesgos laborales. Es algo más que importante que el talento humano esté cubierto por un sistema de riesgos que les proteja de los daños que puedan originarse en el ejercicio de la actividad que estén realizando.

Su importancia yace en el derecho que tienen constitucional y humanamente todas las personas de trabajar en un ambiente libre de riesgos para evitar accidentes y enfermedades laborales, que puedan impactar la calidad de vida del trabajador en sí, un hecho que tiene impacto hasta en la serenidad de sus familiares.

Para dar cuenta del panorama de los riesgos laborales en Colombia, hoy en día, el Observatorio de Riesgos Laborales (Positiva Compañía de Seguros) cuenta con más de 90 millones de datos de siniestros que revelan cuáles son algunos de los sectores económicos más expuestos. Allí, el de la minería, en especial en la minería de socavón, es el que más siniestros de gravedad presenta, por riesgos asociados a derrumbes o explosiones, mientras que el que más accidentes laborales tiene (menos graves que la minería) es la agricultura.

Ahora bien, la importancia de la gestión y prevención de riesgos es indiferente a si la empresa es grande o pyme, o si es nacional o multinacional. Y sea del sector que sea. Pero, reconociendo las pymes como el motor de la economía colombiana y como una gran fuente de empleo, de acuerdo con la ley, cualquier empresa que cuente con uno o más trabajadores tiene la obligación de velar por la seguridad de su talento humano.

A nivel mundial, se estima que un tercio de la siniestralidad se genera en empresas de menos de 25 trabajadores. Por su lado, la OIT ha determinado que la frecuencia de accidentes y enfermedades laborales en las mipymes es un 20 % más alta frente a las medianas empresas y un 40 % más alta cuando se compara con las grandes empresas.

No obstante, en el Sistema General de Riesgos Laborales (SGRL) se cuenta con que las empresas inscritas son mayoritariamente pymes, con aproximadamente una participación del 85 %. No obstante, si se tiene en mente que hay casi un 50 % de las microempresas por fuera de los registros de las cámaras de Comercio, el sesgo empresarial en cuanto a la gestión de riesgos laborales aún en enorme.

Ahora bien, dos expertos profesores del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) publicaron recientemente un artículo sobre el desbalance y los retos que se mantienen en el campo a nivel nacional. Uno de los aspectos que resaltan es que gran parte de la brecha sobre la cobertura de riesgos laborales reposa en la economía informal y en que no se ha generado ninguna modalidad de régimen solidario que permita una mayor cobertura de sectores como el agro o de los trabajadores informales en general.

También afirmaron que, si bien se contempló que el 1 % de las cotizaciones fueran al Fondo de Riesgos Laborales (lo que representó cerca de $ 46.450 millones en 2021), el recaudo sirvió para financiar los estudios relacionados con la sostenibilidad financiera del sistema, el apoyo a un seguro de vida vinculado a los Beneficios Económicos Periódicos y algunos proyectos de investigación hacia la población informal.

Y tienen toda la razón. Cada vez que un trabajador informal tiene un accidente o presenta alguna enfermedad laboral, el que termina cubriendo estos gastos es el sistema de salud y no se ve participación alguna del SGRL. Por ende, hay un vacío frente a la universalidad en cobertura sobre accidentes y enfermedades laborales.

Asimismo, hay una falta de fortalecimiento en lo que debería ser un pilar: la innovación. Por ejemplo, en el sector bananero de Urabá, muchos trabajadores han sufrido accidentes oculares al cortar los racimos del banano y las tradicionales gafas de protección no podían usarse porque la humedad del lugar es del 95 % y, usando gafas, no es posible ver con claridad. Por ende, la ARL Positiva Compañía de seguros, universidades del país y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se asociaron para dar alternativas como nuevas herramientas de corte o el uso de nanopartículas para modificar el látex del banano y que este dejara de ser nocivo.

Y es solo un ejemplo de que la innovación da pie para reducir la siniestralidad y dar con mejores opciones para propender por la salud y la seguridad de los trabajadores. No obstante, los programas siempre deben ir acompañados con planes de educación para promover la prevención y la formación con buenas capacitaciones, pero, en esencia, el compromiso es de ambas partes.

Además, si bien se debe velar por la seguridad del trabajador, debe buscarse más una seguridad integral. Vale la pena recordar que la pandemia nos enseñó cuánto puede pesar también la salud mental en el bienestar de las personas, algo que es inherente a la gestión del riesgo psicosocial del mundo laboral.

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