Claudia Varela, columnista

Opinión

Hasta dónde el compromiso

No se exige, se inspira. Y en este sentido, el liderazgo juega un rol crucial.

Claudia Varela
27 de julio de 2025

Estamos migrando a una cultura de compromiso bajo en las organizaciones. Para mí, esto es normal, porque las nuevas generaciones ya no compran los discursos básicos de “te quedas aquí por el dinero”, que funcionaban mejor antes. La vida era más predecible; tal vez había que trabajar, reproducirse, endeudarse y morirse. Ahora, la cosa se complicó (menos mal).

Y es que el compromiso en una empresa no es simplemente una actitud deseable, sino un pilar fundamental para el éxito sostenible. Desde la cultura organizacional, el compromiso se manifiesta como la conexión emocional y profesional que los colaboradores sienten hacia la organización, sus valores, sus objetivos y sus líderes. No se trata solo de cumplir con las tareas asignadas, sino de hacerlo con entusiasmo, sentido de pertenencia y responsabilidad. Y definitivamente, de una manera genuina.

Una de mis reglas claras, desde que estuve en la misión de una start-up, fue contratar por variables muy diferentes al salario. Jamás traigo a alguien a mi equipo que solo quiera dinero. Eso se acaba pronto porque, si algo no dura, es la percepción de tener suficiente plata. Nunca alcanza, ni siquiera para los millonarios. Y, en últimas, si se busca compromiso real, ese no se logra con plata.

Preguntándole a nuestros amigos de IA sobre el compromiso, encontré que es el grado en que los empleados se identifican con su empresa, se sienten motivados para contribuir a sus metas y desean permanecer en ella a largo plazo. Este compromiso se construye sobre la base de una cultura organizacional sólida, coherente y alineada con los valores humanos y profesionales de sus integrantes. Eso me dijo IA; ahora, implementarlo es otro cantar porque, seguramente, ChatGPT nunca ha tenido que comprometer a nadie en nada (todavía).

Lo que sí está claro es que trabajar buscando un compromiso colectivo es parte de formar un equipo colaborativo. Una cultura organizacional que fomenta el compromiso genera múltiples beneficios: mejora la productividad, reduce la rotación de personal, fortalece el clima laboral y potencia la innovación.

Los colaboradores comprometidos no solo hacen su trabajo, sino que buscan constantemente cómo hacerlo mejor. Además, se convierten en embajadores de la marca, transmitiendo una imagen positiva tanto dentro como fuera de la organización. Y lo mejor de todo es que sienten que aportan a sus vidas un propósito, un fin superior que va más allá de pagar deudas para obtener bienes y verse exitosos.

Siento, por otro lado, que es muy importante en este tema ser genuino. El compromiso auténtico se refleja en comportamientos consistentes: participación, disposición al cambio, colaboración entre equipos y una actitud proactiva frente a los desafíos. También se evidencia en métricas como la retención de talento, la satisfacción laboral y el cumplimiento de objetivos financieros. Para mí, es la base de un equipo de alto desempeño. Si no hay compromiso con la misión colectiva, solo hay procesos y tareas hechas, pero no seres humanos construyendo.

El verdadero compromiso se percibe en la cultura diaria: en cómo se comunican los líderes, en cómo se reconocen los logros y en cómo se gestionan los errores. El compromiso se vive, no se planea.

No se exige, se inspira. Y en este sentido, el liderazgo juega un rol crucial. Un líder comprometido no solo predica con el ejemplo, sino que crea las condiciones para que otros también se comprometan. Cosas sencillas como escuchar, reconocer el esfuerzo, no solo el logro, fomentar la autonomía, ser claro y no quedarse en el confuso gris y definitivamente actuar con coherencia.

Liderar con compromiso es, en última instancia, liderar con propósito. Es entender que el verdadero motor de una empresa no son solo sus procesos o productos, sino las personas que la conforman. Cuando estas personas sienten que su trabajo tiene sentido y que forman parte de algo más grande, el compromiso florece de manera natural. Por más compromiso real y por más propósito de construir una mejor sociedad desde donde estés.

“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Gabriel García Marquez.¿Cómo quieres que te recuerden?

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