
Economía
Ley de potencia del mar y el espacio: Los fenicios, Elon Musk y los impulso
La mayor era de crecimiento económico en la historia moderna fue el período de los ‘baby boomers’, después de la Segunda Guerra Mundial, impulsado por la innovación industrial y el crecimiento poblacional.
Los navegantes olvidados
Empecemos con una pregunta: ¿por qué sabemos tan poco sobre los fenicios? Los libros de historia están llenos de las hazañas de Grecia, Egipto y Roma, pero los fenicios —una confederación flexible de comerciantes y marineros de ciudades-estado como Tiro, Sidón y Biblos— rara vez reciben el reconocimiento que merecen. No eran una nación unificada, sino una red de innovadores que probablemente superaban a todos en el mar. No dominaban mediante conquistas, sino a través del comercio, la innovación y la eficiencia.
Motivados tanto por el lucro como por el progreso, convirtieron el Mediterráneo en una próspera red comercial, un sistema tan avanzado que sentó las bases de las economías modernas, aunque no sin explotar a socios lejanos para asegurar su riqueza. Como navegantes explorando aguas desconocidas, conectaron costas distantes, demostrando que el progreso a menudo surge de conectar, no solo de construir.
Los fenicios nos dieron el alfabeto, la columna vertebral de las lenguas mediterráneas. Inventaron el seguro marítimo, un concepto que más tarde moldearía el comercio global. Su tinte púrpura de Tiro se convirtió en un símbolo de riqueza, tan codiciado que adornaba a la realeza.
Algunos historiadores sostienen que circunnavegaron África y llegaron a Inglaterra, dejando su huella en la península ibérica en lugares como Cartagena, Málaga y Cádiz, y en su mayor enclave, Cartago. No eran solo comerciantes; eran arquitectos de un sistema económico tan avanzado que podría considerarse la cuna del capitalismo: una civilización que prosperó dominando los mares.
Lo más leído
Sin embargo, su verdadero poder residía en cómo se movían. Sus barcos, modestos para los estándares actuales, transportaban pequeñas cargas a velocidades relativamente lentas. En el 1.200 a. C., eso era revolucionario. No necesitaban los barcos más grandes; necesitaban las rutas más inteligentes, las redes más fuertes y los sistemas más confiables. Eso los convirtió en una fuerza.
El fuego de arriesgarse: El mito del fénix
Imagina a un comerciante fenicio en el 1.000 a. C., preparándose para zarpar desde Tiro. Los fenicios valoraban las alianzas comerciales por encima de todo, formando a menudo asociaciones para asegurar sus rutas: un enfoque pragmático hacia el riesgo. Su disposición a aventurarse en lo desconocido refleja un símbolo cultural más profundo: el fénix, un pájaro mítico nacido de su tradición.
El fénix, conocido por los griegos como phoinix —un nombre ligado al codiciado tinte púrpura de los fenicios— encarnaba el ciclo de destrucción y renacimiento. Según el mito, el pájaro construía un nido, se prendía fuego y resurgía de sus cenizas, más fuerte que antes. Para los fenicios, esto no era solo una historia; era una metáfora de su forma de vida. Cada viaje era una apuesta: enfrentarse a piratas, tormentas y el riesgo de naufragar. Sin embargo, como el fénix, emergían de cada prueba renovados, con redes comerciales en expansión y una influencia creciente.
Fundaron Cartago en el oeste, un nuevo centro para asegurar su comercio, similar a como Elon Musk imagina colonias en Marte como puestos avanzados para el futuro de la humanidad. Musk refleja este ciclo de renovación a través del riesgo: sus cohetes se estrellan espectacularmente, pero cada fracaso impulsa un avance, un fénix moderno renacido en fuego y acero.
Esa misma audacia llevó a los fenicios a crear el alfabeto, a ser pioneros en el seguro marítimo y a teñir las túnicas de los reyes de púrpura. Sus riesgos no solo construyeron una economía: moldearon el mundo. El fénix no era solo un símbolo de renacimiento; era un testimonio de la creencia de que el progreso surge de la audacia, una creencia que podemos imaginar que sostenían, aunque sus palabras exactas se hayan perdido en el tiempo.
La ley de potencia del transporte marítimo
La historia del transporte marítimo sigue una ley de potencia: un principio en el que unas pocas innovaciones generan un impacto masivo. Durante siglos, la cantidad de carga que podíamos mover por mar permaneció pequeña. Las carabelas de los siglos XV y XVI transportaban cargas limitadas a velocidades modestas. Luego llegó el barco de vapor. En el siglo XIX, embarcaciones como el SS Great Britain transportaban diez veces más carga que sus predecesores.
El siguiente salto vino con los portacontenedores: en la década de 2.000, gigantes como el Icon of the Seas movían cientos de miles de toneladas. Incluso hoy, el 80 % de la carga global viaja por mar, un testimonio duradero de la importancia del transporte marítimo.
Pero la velocidad no ha seguido el mismo ritmo: los barcos modernos son lentos en comparación. Hemos optimizado para la escala, no para la velocidad. Hoy, la Starship de Musk podría cambiarlo todo. No es la más grande, pero su velocidad —transportar carga entre continentes en 35 minutos— podría revolucionar la logística. Así como los barcos de vapor escalaron el comercio a través de los océanos, Starship podría escalar la logística espacial, reduciendo el sistema solar como los fenicios redujeron el Mediterráneo.
Elon Musk y la ley de potencia del espacio
Elon Musk es un fenicio moderno, navegando los mares inexplorados del espacio y la tecnología. Así como los fenicios dominaron las aguas físicas, Musk está dominando las aguas metafóricas del cosmos, no para conquistar, sino para conectar. Su Starship, desarrollada por SpaceX, no es solo un cohete: es el inicio de una red comercial que conecta la Tierra con Marte, como los fenicios conectaron Tiro con Cartago. Los fenicios inventaron el seguro marítimo para mitigar riesgos; los cohetes reutilizables de Musk hacen lo mismo, reduciendo drásticamente el costo de los viajes espaciales para hacer viable su visión.
El impacto de Starship es sorprendente: puede mover carga más rápido que cualquier cosa que hayamos construido, como enviar un paquete al otro lado del mundo en el tiempo que lleva ver un episodio corto de televisión. Compáralo con un avión de carga, un tren de mercancías o un portacontenedores: es un salto en eficiencia. Esto refleja el enfoque de los fenicios en sistemas inteligentes en lugar de escala bruta.
Pero las empresas de Musk no están exentas de defectos: los lanzamientos de SpaceX generan preocupaciones ambientales, y las prácticas laborales de Tesla han recibido críticas. Como los fenicios, cuyo comercio a menudo explotaba a socios lejanos, la ambición de Musk tiene sus costos.
Su impacto sigue una ley de potencia propia, no solo en tecnología, sino en efectos dominó. SpaceX hace posibles ciudades en Marte o la Luna. El trabajo de Tesla en autonomía podría hacer que los vehículos sean mucho más eficientes (cinco veces). Esas lecciones se trasladan a Optimus, el robot humanoide de Tesla, que podría transformar el trabajo. Musk no solo está construyendo herramientas; está creando la infraestructura para una economía multiplanetaria, reflejando el alfabeto y el seguro de los fenicios: innovaciones que crearon un sistema mayor que la suma de sus partes.
El efecto ‘robotboomer’: Una nueva ley de potencia económica
La mayor era de crecimiento económico en la historia moderna fue el período de los baby boomers después de la Segunda Guerra Mundial, impulsado por la innovación industrial y el crecimiento poblacional. Pero ¿y si estamos entrando en una nueva era, una era de ‘robotboomers’? Si el crecimiento económico es el PIB per cápita, y robots como Optimus eliminan los límites de ‘cápita’, el potencial es ilimitado. Añade el ciclo de retroalimentación de los viajes espaciales y la inteligencia artificial, y tienes un efecto de ley de potencia en formación. Si eso ocurre, Tesla podría convertirse en una empresa de diez billones de dólares.
Los viajes espaciales acelerarán la inteligencia artificial generalizada, revolucionando el transporte y la producción en la Tierra. ¿El resultado? No solo un envío más rápido, sino la infraestructura para las primeras ciudades fuera del mundo: una nueva frontera económica.
El poder de pensar más allá de la curva
¿Qué une a los fenicios con Elon Musk? Una mentalidad de ley de potencia: ver más allá de la curva para crear sistemas con un impacto explosivo. Los fenicios no tenían los barcos más rápidos, pero sus redes hicieron prosperar el Mediterráneo. La Starship de Musk no es el transportador de carga más grande, pero es el más rápido, y está abriendo una nueva frontera que podría hacer nuestro el sistema solar.
Ambos entendieron que el progreso no es seguro: es un fénix que surge del riesgo, un ciclo de audacia y renovación que construye no solo herramientas, sino ecosistemas con un potencial exponencial.
La historia nos enseña que, una vez que la infraestructura está en su lugar, el crecimiento explota. Los fenicios nos dieron la economía mediterránea, a pesar de los costos de su ambición. Musk podría darnos una economía interplanetaria, aunque su camino tampoco está exento de defectos.
Podríamos estar subestimando el impacto de lo que está construyendo ahora mismo. El futuro no solo está llegando: ya está aquí, escondido en los patrones del pasado, susurrando a través de los siglos. Arriesgarse es el fuego que impulsa el progreso.