Opinión
Qué harías diferente
Estas son situaciones sobre las que no tenemos mucho o ningún control.
Llevamos solo dos semanas del año y ya he escuchado a varios quejarse profundamente de la situación, de la inflación, del gobierno, de los vecinos, por mencionar solo algunas variables. Estas son situaciones sobre las que no tenemos mucho o ningún control.
Cuando Carolina me contó lo aburrida que estaba con su trabajo, me quede observándola y escuchándola con paciencia un rato largo. Me decía que su jefe no le gustaba, que jamás le ponía atención, que le hacía repetir varias veces lo mismo y que parecía que ni le interesaba lo que ella hacía. Yo, simplemente, la escuchaba con paciencia.
Un rato después la interrumpí para preguntarle qué le gustaba mucho de su trabajo y la verdad es que la vi corta con la respuesta. La sentí cargada, cansada y ya muy poco tolerante. Ella siempre estaba riéndose y, realmente, cuando trabajo conmigo hace unos años, siempre nos divertíamos mucho. Ahora la veía sufriendo la situación. Sobreviviendo.
La interrumpí en un momento y le dije: ¿qué haces ahí?, ¿por qué no te vas? Me respondió de manera automática que necesitaba la plata porque es madre divorciada y su hija tiene ocho años. Su exesposo no es precisamente el mejor exponente de responsabilidad y Caro, como muchas mujeres, se cansó de pedirle lo que por ley debería dar, así que al final ella responde por la niña.
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Pensé que trabajar solo por dinero es algo que definitivamente termina por reventar en aburrimiento y frustración. Cualquier empresa termina siendo un grupo humano errático en el cual el ego se lleva la delantera muchas veces, así que hay que aprender a navegar eso. Pero claramente hay unos innegociables, eso me pasó por la mente en ese momento.
Le insistí con otra pregunta: ¿tienes un plan? Me dijo que no en realidad, porque no tenía tiempo de planear nada. Esa, si bien es una respuesta correcta, tal vez es la más cómoda. Creo firmemente qué tiempo siempre hay si hay voluntad y planeación.
Seguimos conversando y Caro me dijo que estaba asustada. No quiere seguir “vendiendo su alma” a un sitio que no la valora, pero debe hacerlo porque necesita el sueldo. La invité a que arme su plan, a que ponga una fecha límite en la cual ya debe tener un plan b listo.
Entendió que si no es así va a seguir quejándose, aburrida y sufriendo porque su jefe no va a cambiar. Nadie le cambia la personalidad a nadie, uno solo cambia cuando quiere hacerlo por voluntad propia.
Quedó un poco más tranquila con la reflexión que hicimos juntas. Sin embargo, faltaba una pieza del rompecabezas, ¿cómo sobrevivir tranquila mientras organiza su plan b? La invité a no engancharse y a soltar un poco el control; sobre todo, a manejar lo que está bajo su decisión, bajo su campo de acción.
Le pregunté qué haría si acabara de ser contratada en su empresa en el cargo que tiene actualmente. Cuáles serían las cosas que haría distinto y cómo podría disfrutar más lo que hace sin pensar en su jefe y en lo que ella ve como “injusto” por culpa de algunos pesados con exceso de autoventa en las venas.
Se fue con la reflexión, espero que Caro consiga armar rápidamente su nuevo plan antes de que otro año vuele y siga viviendo en automático.
“La vida es lo que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes.” - John Lennon.