Perfil
El Iluminado
Camilo Bernal Hadad, el nuevo director del Sena, es el hombre encargado de comandar una de las instituciones más importantes para el país y el empresariado colombiano. La historia de su vida demuestra su capacidad para enfrentar los retos que se vienen.
El nuevo director del Sena, Camilo Bernal Hadad, se interesó primero en Pitágoras que en Cristo. Corría el año 1971 cuando el entonces recién graduado del Colegio Calasanz, de Bogotá, se disponía a elegir la carrera universitaria que lo formaría como profesional. Su padre lo incitaba a que siguiera sus pasos y estudiara ingeniería civil, pero a él lo deslumbraba el mundo de la informática. Fue así como se decidió a estudiar ingeniería de sistemas, formación que le dejó el pensamiento estructurado que hoy tiene y que le ha servido, según él mismo cuenta, para llevar a cabo los procesos que asume en cada entidad a la que llega.
Su mente estaba fijada en la Universidad de los Andes, pero ante la duda de pasar o no pasar, también se inscribió en la Universidad Nacional y en la Javeriana. En las tres pasó y en las tres estudió.
Mientras salía el crédito en el Icetex, su padre tuvo que hacer colecta familiar para poder cumplirle al tercero de sus cinco hijos el sueño de estudiar en Los Andes. Ver el esfuerzo tan grande que estaba haciendo su familia le partió el alma y, al no obtener una respuesta rápida del préstamo que había solicitado, sin decirle a nadie abandonó sus estudios al lado de los cerros de Monserrate y se inscribió en la Universidad Nacional en ingeniería mecánica. Un mes más tarde, recibió un telegrama del Icetex: "Para nosotros es grato informarle que su solicitud ha sido aprobada". Inmediatamente salió corriendo para Los Andes a buscar de nuevo a los profesores que había abandonado, quienes comprensivos de su situación y conscientes del gran potencial que tenía, lo recibieron de nuevo y lo ayudaron a ponerse al día.
Sus calificaciones eran sobresalientes y su facilidad para los números era tal, que sus profesores lo incitaron a estudiar paralelamente la carrera de matemáticas. Cinco años después, luego de ser monitor de varias materias y de tener varios trabajos para poder pagar los aumentos en la matrícula, entregó orgulloso sus dos tesis de grado.
De esta manera, comenzó una historia marcada por la perseverancia y el deseo de sacar adelante cualquier proyecto que se propuso en la vida. Así lo demostró entre 1988 y 1992, cuando estuvo al frente de la gerencia de Lummen, corporación perteneciente al Minuto de Dios. Todavía sonríe al recordar que, sin tener la más mínima idea de hacer televisión, su primera tarea fue realizar una miniserie con una sola cámara y presupuesto para un capítulo. A pesar de las limitaciones, el Padre Bernal logró grabar 15 capítulos y Semillas de Mostaza resultó un éxito televisivo nominado a los premios Simón Bolívar.
Ese talante lo siguió demostrando más adelante, durante su rectoría en la Universidad Minuto de Dios. Cuando llegó, encontró una institución con 2.500 estudiantes y muchísimos problemas financieros. Hoy es una universidad autosostenible que cuenta con 60.000 estudiantes y presencia en varios rincones del país. Ello gracias a su iniciativa de crear los Centros Regionales de Educación Superior (Ceres), una alianza entre las gobernaciones, la Universidad Minuto de Dios y diferentes empresarios, que buscaba la formación en educación técnica y tecnológica de las poblaciones menos favorecidas. Fueron 40 el número de Ceres que el Padre Bernal creó en poblaciones tan alejadas como Mitú. "Tengo la plena convicción de que la educación superior es el factor de desarrollo que genera más equidad en la sociedad y el más incluyente. Una vez que un joven tiene formación tecnológica, técnica o universitaria, la gente no se preocupa mucho de dónde viene y cuál fue su origen", explica.
Bernal es reconocido por tener la vocación de resucitar instituciones educativas, gracias al sorprendente trabajo que hizo con dos universidades que estaban en quiebra antes de llegar a sus manos: la Universidad Católica de Cali y la Universidad de Popayán. "Siempre me buscan porque me encantan las causas perdidas. Me gusta meterme, trabajar, buscar qué se puede hacer, mejor dicho, me gusta buscarle la comba al palo".
"Es un hombre muy inteligente", dice el Padre Diego Jaramillo, director de la Corporación Minuto de Dios, guía espiritual y gran amigo del Padre Camilo Bernal. "Todas sus intervenciones son muy lúcidas, por eso se le consulta con frecuencia y se le han confiado cargos de importancia. Es muy sencillo y organizado. El hecho de haber estudiado sistemas le ayudó a ser muy estructurado. Todo tiene que ser 1, 2 y 3. Sin embargo, tiene una visión muy amplia de las cosas, lo cual le ayuda a abrir horizontes y a sacar proyectos adelante".
Poco después de terminar ingeniería de sistemas y matemáticas, se fue a vivir al Minuto de Dios. Mientras vivía en esta comunidad trabajó como empleado público en el Seguro Social y luego pasó a ser profesor de la Universidad de los Andes, lugar que le dio la oportunidad de aplicar a una beca para hacer un doctorado en Inteligencia Artificial en Francia.
El 6 de agosto de 1980 iba rumbo a París con el sueño de convertirse en el genio de la robótica. Pero, a los cuatro meses, comenzó a sentirse intranquilo, a dudar de que estuviera en lo correcto y a sentir de una manera muy fuerte el llamado de Dios. Fue en ese momento cuando decidió escribirle al Padre Diego Jaramillo para preguntarle si lo apoyaría en su búsqueda del sacerdocio. Este lo apoyó con entusiasmo y diez meses más tarde estaba estudiando teología en la Universidad Javeriana y preparándose en el seminario.
Los trabajos que ha realizado el Padre Bernal en los últimos 20 años dentro de la Corporación Minuto de Dios han tenido un elemento común: la necesidad de conseguir financiación. "Había graves momentos de angustia en los que de verdad no sabíamos cómo hacer para pagar las cuentas", recuerda Bernal.
En esos momentos de angustia, se acordaba de las palabras de su amigo y mentor, el Padre García-Herreros: "póngale cuidado a las buenas ideas, porque cuando las ideas son buenas ellas se van abriendo paso". Y le funcionaba. De tanto perseverar, logró que la Universidad Minuto de Dios fuera la primera entidad en Colombia que recibiera un crédito de la Corporación Financiera Internacional (IFC), perteneciente al Banco Mundial. "Ellos al principio no creían. Duraron cuatro años siguiendo el trabajo que estábamos haciendo con los estratos más bajos de la población. Finalmente, cuando vieron que 60% de nuestros bachilleres iba a la universidad -un indicador de primer mundo pues el de Colombia está en 35%-, nos desembolsaron US$8 millones".
Definitivamente, dice con mucha satisfacción el nuevo director del Sena, "Dios lo pone a uno en el lugar que le corresponde". Lo dice porque coincidencialmente el Minuto de Dios y el Sena fueron creados en 1957 y, lo más importante, bajo los mismos pilares estructurales: educación y trabajo.
Si bien el presidente Juan Manuel Santos le dio carta blanca para dirigir el Sena, el Padre Bernal está asumiendo el primer reto que encara siempre al llegar a un cargo nuevo: el de conocer a fondo la institución para construir sobre lo que ya existe. "A veces uno piensa que por tener lugares comunes sabe lo que hay que hacer. Pero no, cada entidad es un desafío nuevo y hay que conocerla bien. Para ello, es indispensable escuchar a los demás. Primero desde adentro y luego desde afuera. Por ahora, mi prioridad es escucharla desde adentro".
Si algo sabe hacer bien el Padre Bernal es escuchar. Lo hizo durante muchos años cuando se fue a vivir voluntariamente a Ciudad Bolívar para ser párroco de la comunidad. También lo hizo durante su trabajo hombro a hombro con el Padre Rafael García-Herreros, cuando viajaban a diferentes zonas del país azotadas por la violencia, como Medellín en los años ochenta.
En lo personal, el Padre Bernal es un aficionado al cine. Confiesa que no sabe nada al respecto, pero que le encanta ir por lo menos una vez por semana. Le gustan sobre todo las películas de acción y las de cine alternativo.
Reconoce ser estricto y respetuoso con el tiempo de los demás, por lo que no tolera la impuntualidad y que la gente se quede trabajando hasta tarde. Tampoco le gusta preguntar algo y que le respondan otra cosa. Se describe a sí mismo como directo y le gusta decirlo a viva voz "Me demoro lo mismo en decir sí, que en decir no".
Hoy comienza una nueva etapa en su vida, al frente de una de las instituciones claves para el país y el empresariado. Seguramente, Pitágoras le seguirá sirviendo como guía mental y Dios como guía espiritual, una combinación que le ayudará a encarar este reto que decidió asumir como aprendiz del Sena a los 56 años.