AGRO
Cuatro innovaciones que buscan modernizar el campo colombiano
Modernizar el campo parece el salvavidas de la ruralidad colombiana. Cuatro innovaciones que prometen aumentar la productividad y la competitividad.
Cada año, cuando el Foro Económico Mundial divulga los resultados que en materia de competitividad registra Colombia –y remarca los bajos índices–, revive la vieja discusión de cómo hacer para que el campo sea más productivo. En otros escenarios se han propuesto fórmulas para corregir esta situación. Están desde el encadenamiento productivo y la mejor provisión de bienes públicos y hasta la tecnificación.
En estos ámbitos el país ha avanzado, aunque a paso lento. Pero en materia de tecnología, la aparición de nuevas herramientas y la adopción de las mismas por el sector agropecuario avanzan a buen ritmo. Este es un barrido por algunas de las más innovadoras, y que mejores resultados están dando a los empresarios del campo.
1. Cultivos con nanotecnología
Esta técnica, cuya unidad de longitud (el nanómetro) equivale a cien milésimas del diámetro de un pelo humano, ya se usa en fertilizantes en Colombia. Según Eurotrading, dueña de la patente, la tecnología reduce el uso de químicos y fortalece los cultivos ante plagas. La gerente de la compañía, Poly Rosero, explica cómo actúa el producto: "en ese rango la materia se comporta de una manera diferente. Se genera algo llamado efecto cuántico, gracias al cual un material se vuelve más resistente y mejor conductor de calor o electricidad. Además, tamaños tan diminutos hacen que existan muchos más puntos de contacto sobre una superficie, lo que se traduce en una mejor eficiencia”.
Muchos agricultores aún se resisten a apostarle a la nanotecnología, en gran medida porque no están dispuestos a asumir riesgos. Otros, como Álex Caro y su esposa, Jenny Prieto, cultivadores de arándano en Jenesano, Boyacá, se atrevieron a probar esta nueva técnica. Aunque cambiarse a la nanoteconología supuso un aumento de 10% en los gastos, las ganancias ameritan la inversión. “Antes usaba fertilizantes cuatro veces por semana. Ahora solo fertilizo una vez por mes. Los frutos empezaron a subir de calibre y, lo más importante, no tengo que usar químicos”, asegura Prieto.
Laurentino Pedraza, cultivador de cebolla en Aquitania, también se cambió a la nanotecnología. Su región, que produce el 90% de la cebolla larga en el país, afronta desde hace años la contaminación de la laguna de Tota, en donde caen los residuos de la gallinaza, el fertilizante más común para este cultivo. Según Pedraza, antes usaba 30 toneladas de gallinaza por hectárea; ahora le bastan 40 kilos de nanofertilizante y ha reducido 80% la aplicación de fungicidas y pesticidas.
2. Monitoreo de cultivos en la nube
Al país también han llegado empresas que prestan servicios de monitoreo y pronóstico de cultivos a través del análisis de datos en la nube y en tiempo real. Estos funcionan con sistemas satelitales que permiten tener información para tomar mejores decisiones en fechas de cosecha, reducción de desperdicios, uso de insumos, análisis ecosistémicos, planificación de biodiversidad, valoración del capital humano y estimación de climas y plagas, entre otros. Agri-track y Sense, de la empresa Environment Systems, son dos de estos servicios por suscripción disponibles en Colombia. Es de esperarse que pronto llegue la herramienta desarrollada por IBM para el mismo fin y que tiene por nombre Plataforma de Decisiones para la Agricultura Watson.
3. La puja tecnológica por el catastro
La gran deuda del Estado con la ruralidad es la actualización del catastro, que contribuiría a una mejor planificación territorial, una política fiscal más acertada, la seguridad jurídica de la propiedad privada y la titulación de los predios a campesinos y víctimas del conflicto. En últimas, permitiría regular la función social, ecológica y económica de la propiedad.
Pero hoy el país solo cuenta con el 5% de la información catastral actualizada. Está todo por hacer y, para esta recolección de datos, la tecnología será fundamental. En las últimas semanas el Dane publicó el decreto que presenta el marco regulatorio para la gestión catastral en el país y en este asegura que “se caracteriza por su apertura a nuevas metodologías y tecnologías de punta para el desarrollo de sus procedimientos”. Además, la intención es recolectar el 60% de la información para el 2022 y el 40% restante en cinco años. Esto implica que el país está ante una puja entre diferentes empresas que participarán de una licitación para recolectar la información. Todas mostrarán las ventajas de sus tecnologías, la pertinencia para el caso colombiano y sus diferencias en costos. Una de ellas es Esri, que trabajó con cooperación holandesa en el proyecto Tierra en paz, el cual utiliza diferentes tipos de programación para recolectar la información y facilitar la titulación de las tierras. Esri tiene uno de los software de análisis espacial y mapeo más conocidos, mientras que Kadaster International, de la Agencia Oficial de Registro y Cartografía de los Países Bajos, brindó una aplicación para que los campesinos desde el celular puedan enviar información de sus parcelas. Y en los próximos meses llegarán nuevos actores con tecnologías en georreferenciación, mapeo, análisis espacial, drones, aviación tripulada, big data, blockchain, etc. Contar con un catastro que brinde esta información será clave para el desarrollo del campo, asegura el director del DNP, Luis Alberto Rodríguez.
4. Una molécula fungicida
Tras más de seis meses de investigaciones en Alemania, Colombia fue elegida por la multinacional Basf para estrenar en Colombia una molécula capaz de enfrentar la Rhizoctonia sp y el complejo manchado de grano, dos de los más grandes desafíos de la industria arrocera del país.
Se trata de Belanty, un producto compuesto por el ingrediente activo Revysol, una molécula capaz de disponerse en diferentes conformaciones y cambiar su forma para luchar de manera más efectiva contra la enfermedad del cultivo. "Estas innovaciones prometen ser una herramienta útil y versátil para el productor”, explica Luis Fernando Martínez, director de Soluciones para la Agricultura de BASF.