Opinión
La primera infancia requiere que cumplamos lo escrito en el papel
En el marco de la ley lo menores de 6 años deben tener todas las condiciones para su desarrollo.
La neurociencia lo mostró. Más de la mitad de las conexiones del cerebro se dan durante los primeros seis años de vida y con un elemento adicional: ocurren a una velocidad que jamás volverá a repetirse. Ese ‘cableado’ es el que garantiza el desarrollo de una persona. En su primera etapa de vida, niñas y niños necesitan estímulos, educación y cuidados que la potencien.
La Ley 1804 de 2006, que establece las políticas para el Desarrollo Integral de la Primera Infancia de Cero a Siempre, señaló cinco ámbitos que Estado, familia y sociedad deben brindar para lograr ese desarrollo: hogar, escuela, sistema de salud, entorno público y otros propios de cada contexto cultural y étnico.
En el hogar, niñas y niños requieren amor y respeto, padres y cuidadores con los que entablen vínculos emocionales profundos y duraderos, base de las relaciones de seguridad o inseguridad que tendrán a lo largo de su vida.
Pero no ocurre. Según la Encuesta Nacional de Violencias contra Niños, Niñas y Adolescentes (2018), un 41 por ciento de esta población (cerca de 6.300.000) sufrió algún tipo de violencia, y 72 por ciento de ese 41 por ciento fue violentado en su hogar. Las cifras del ICBF indican que cerca de siete víctimas ingresan al día a procesos de protección y sabemos que hay un gran subregistro.
Desde mayo de 2021, con la Ley 2089, fue prohibido el castigo físico y, desde comienzos de 2022, la ‘Estrategia nacional pedagógica y de prevención del castigo físico, los tratos crueles humillantes o degradantes 2022-2030′ busca frenar la violencia intrafamiliar y promover crianza con amor.
La Ley de Cero a Siempre señala que la educación inicial es un derecho de todos los menores de 6 años. Pero según el Sistema de Seguimiento al Desarrollo Integral, del Ministerio de Educación (2021), 47,41 por ciento de niñas y niños en primera infancia la reciben, y apenas el 37 por ciento en zonas rurales.
En salud, la ley ordena acciones para una adecuada alimentación y nutrición. Sin embargo, estadísticas del Dane (2020) evidencian que 6,75 niñas y niños menores de 5 años, por cada 100.000 en esa edad, mueren por desnutrición. La Encuesta Nacional de Situación Nutricional (2015, la última) señala una prevalencia de 10,8 por ciento con desnutrición crónica; y un niño que la sufre antes de los 2 años puede tener en la edad adulta 14 puntos menos de coeficiente intelectual, 5 años menos de educación y 54 por ciento menos de salario que otro que no ha sido afectado por esta enfermedad.
Finalmente, en los entornos públicos la situación no es mejor. No cuentan con ciudades pensadas para su movilidad ni con espacios seguros para juego, entre otros. Además, la crisis ambiental tiene en riesgo su desarrollo.
En síntesis, se debe cumplir lo escrito para que la niñez menor de 6 años tenga las condiciones para su desarrollo. James Heckman, nobel de economía, dice que invertir en la primera infancia es rentable, la inversión con mayor retorno. Parte de esos temas se tratarán en el congreso Juntos por la Primera Infancia, en Bogotá y Medellín, del 26 al 28 de octubre, en el que participará Heckman.