“2023 va a ser un año difícil y las cifras no se van a ver tan bien”
José Ignacio López, director ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, hace un análisis de la transición de uno de los periodos de mayor crecimiento en la economía colombiana, a un proceso de desaceleración.
• ¿Cómo va a cerrar el 2022?
El 2022 realmente fue un año excepcional en materia de crecimiento. Nosotros ya hace algunos meses anticipábamos una tasa del 8 por ciento y con las últimas tasas de crecimiento todo indica que vamos a estar muy cerca a esa cifra para este año.
Esto nos pone encabezando el ranking de los países con mejor recuperación después del covid y con un crecimiento acumulado en tres años, de casi 11 por ciento. El sexto mejor crecimiento dentro de todo el universo de países emergentes y el mejor en Sudamérica.
• ¿Qué jalonó el crecimiento de este año?
El gran motor de la recuperación económica en Colombia ha sido el consumo, el gasto de los hogares. Está aportando el entre el 85 y 90 por ciento de esa cifra de crecimiento que mencionamos antes. Hay una confluencia de factores. Hay que mencionar que por ejemplo del lado de la política fiscal, Colombia tuvo un paquete fiscal que quizás no fue el más ambicioso el año del covid, el 2020, pero que se prolongó a 2021 y que incluso en 2022 sigue acompañando la recuperación. La política monetaria también. Si bien ya en los últimos meses la tasa del Banco de la República está en terreno contractivo, en buena parte del año pasado y comienzos de este acompañó esa recuperación económica. Y también a los factores externos que han explicado esta aceleración de crecimiento que tuvimos en Colombia frente a otras economías: los vientos a favor por los precios de las materias primas, el precio del petróleo, el precio el carbón e, incluso, por ejemplo, el precio del café, aunque sabemos que este año la cosecha no anda tan bien, el precio ha acompañado.
Hay múltiples factores que confluyen a una disponibilidad de mayor ingreso para los hogares. Ya mencioné política fiscal, política monetaria, viento a favor como precios de materias primas, remesas. Todos esos factores acompañan y hacen que Colombia sea en el ámbito regional uno de los países más fuertes en materia de crecimiento de este año.
• ¿Qué tanto pesan dos factores en el crecimiento: ¿por un lado, el efecto base de comparación frente a años anteriores, y, por otro, el ‘subsidio’ a la gasolina?
Empecemos por el primero. Claramente las cifras porcentuales año a año, trimestre a trimestre, tienden a tener esos problemas de comparación, de efecto base. Por ejemplo, sabemos que el segundo trimestre de este año fue un trimestre bueno, pero comparado con ese trimestre tan difícil del año pasado de paro y bloqueos, pues tuvimos una cifra de crecimiento de doble dígito. Esas comparaciones base van distorsionando la película, pero hay una cifra que a mí me gusta mucho mencionarla: la recuperación económica de Colombia ha sido tan buena que más allá de esos efectos base lo que estamos viendo este año es que Colombia va a alcanzar el nivel de ingreso que hubiera tenido, si nunca hubiéramos tenido el choque del covid y hubiéramos seguido creciendo una tasa tendencial o de mediano plazo de 3,3 por ciento.
Es decir, el país ya no solo recuperó el nivel de ingreso que tenía antes del covid, ahora está recuperando el nivel de ingreso que hubiera tenido si hubiera crecido a una tasa de 3,3 por ciento. Entonces, lo primero es sí: las cifras del 11 y el 8 por ciento quizás nos distorsionan un poco la película porque hay efectos base en la mitad, pero la recuperación de Colombia sin lugar a dudas es una de las más claras en materia económica a nivel de la región.
El otro que ver con el subsidio a los combustibles y eso hace parte de lo que ya mencionado al comienzo de ese estímulo fiscal. En 2020 recordemos hubo una discusión muy fuerte, de qué tan keynesianos éramos en Colombia y en el resto del mundo.
Algunos economistas decían todos somos keynesianos en el 2020 y hubo una crítica muy fuerte, que el paquete fiscal de Colombia fue relativamente tímido. Pero lo que hay que decir es que ese paquete fiscal se extendió a 2021 y sigue estando muy fuerte y muy presente en 2022 porque estamos teniendo un subsidio a los combustibles que más o menos este año puede ser de tres puntos del PIB. Eso realmente lo que hace es que tengamos una expansión fiscal muy importante.
¿Cuánto sería el crecimiento sin ese subsidio a los combustibles? Es difícil saberlo, pero en nuestros cálculos sugieren lo siguiente a mano alzada: ese subsidio equivale a 5 puntos de inflación o 6 puntos de inflación adicionales; es decir, que si no tuviéramos esos subsidios, probablemente no tendríamos una inflación del 12, sino que tendríamos una inflación del 17 y el 18 por ciento y probablemente estaríamos creciendo dos puntos porcentuales menos, con cálculos de servilleta, es decir, no estaríamos una tasa del 8, sino el 6.
Claramente esa ha sido parte de la ecuación y uno de los grandes retos de cara al 2023 es qué va a pasar con este déficit que, si bien estimula la recuperación de la economía y la actividad económica, tiene un costo fiscal muy alto y es un gasto público que no genera la transferencia de recursos que uno quisiera en los programas de políticas públicas.
• Vayamos entonces de los gozosos a los dolorosos. Las perspectivas para el año entrante se ve un proceso de desaceleración muy fuerte. ¿Cuáles son sus cálculos de lo que va a pasar el año entrante?
El 2023 va a ser un año complejo, difícil, de retos. No somos los más pesimistas nuestra proyección de crecimiento, es de 1,5 por ciento para 2023. Es una cifra superior a muchos analistas, que están ubicando por debajo del 1 por ciento, es una cifra superior incluso al Banco de la República que ha hablado de una tasa de crecimiento de solo 0,5 por ciento para el año entrante. La nuestra es una tasa que se ubica en el rango quizás alto de los analistas, pero refleja que esta inercia va a perder fortaleza porque ya hay muchos efectos base que van a desaparecer. Por ejemplo, sabemos que este año el sector de entretenimiento tuvo un crecimiento superior al 30 por ciento en buena parte porque todavía nos comparábamos con un 2021 donde los conciertos y toda esa industria asociada al aire libre estaba todavía apagada. Ahora se reanimó y estos efectos base van a desaparecer. La política monetaria ya no va a ser expansiva, sino contractiva; la política fiscal se tiene que ir ajustando porque no podemos seguir como país produciendo déficits cercanos al 7 por ciento.
2023 es un año donde las velas se tienen que empezar a cerrar para que esto sea sostenible, donde esos vientos a favor, algunos van a permanecer -como los precios de las materias primas-, pero otros relacionados con el acceso al crédito y las condiciones financieras van a ser más adversos. Y eso nos va a llevar en un balance: a tener una economía que crece a una tasa mucho más modesta que para las necesidades sociales de Colombia es insatisfactoria, pero si el país hace bien la tarea y logra hacer una desaceleración ordenada lo que muchos economistas usando un símil de aviación utilizan la frase de un aterrizaje suave, eso nos va a permitir que, en los años 2024, 2025 y hacia adelante, tengamos unas condiciones de crecimiento más cercanas a la normalidad.
• ¿Cuáles son esos factores externos y cuáles son van a ser los factores internos que van a llevar a que la economía se desacelere?
Este escenario de desaceleración de Colombia lo va a compartir nuestro país con muchos otros; es decir, la mayoría de países van a enfrentar ese contexto externo retador. ¿De dónde viene? Primero de un escenario de inflación que muestra que probablemente el 2023 ya vamos a tener correcciones de la tasa global de inflación, pero que ha generado una catarata de aumentos de tasas de interés en muchas jurisdicciones, por parte de los bancos centrales. Esto ha hecho que las condiciones de acceso al crédito a nivel internacional estén mucho más duras; es decir, el acceso al financiamiento de familias, empresas a nivel internacional va a ser más difícil y eso claramente va a tener un efecto sobre la economía colombiana. Ese es un factor externo muy importante.
El otro factor está asociado con ese mismo endurecimiento de las condiciones financieras, pues muchos países probablemente van a tener tasas de actividad económica menores. Se habla inclusive de una posible recesión en Estados Unidos. Por ahora, el escenario que tenemos es de una recesión relativamente benigna, suave, pero hay el riesgo de que a una recesión en Estados Unidos la acompañe una recesión dura en Europa, por el conflicto militar en Ucrania.
Entonces se crean todas unas condiciones donde la economía global está llamada a crecer menos. Eso por el contexto externo. Muchos de esos fenómenos tienen un espejo en la economía local, es decir, nosotros también hemos tenido un proceso de inflación, también hemos tenido un proceso de aumento de tasas de interés. En nuestro país desafortunadamente muchas veces estos procesos se amplifican y nos preocupa que la inflación sea más persistente en Colombia que en otros países. Tenemos mecanismos que la amplifican como por ejemplo que los alquileres, la renta de las propiedades está anclada con la inflación observada y eso genera una indexación de la economía; nos preocupa el tema del salario mínimo, un aumento importante también va a generar una inercia inflacionaria.
Muchos mecanismos de indexación, que ya quizás, parecían desapercibidos, en este choque inflacionario están otra vez muy presentes entonces Colombia podría tener una inflación más alta que muchos países de la región, eso haría que las tasas de interés domésticas también estuvieran por un periodo al alza más prolongado en terreno contractivo y eso sumado a una agenda muy ambiciosa de reformas por parte del Gobierno genera una mezcla, un coctel donde hay muchos retos para 2023.
• La inflación no da señales de ceder y, por el contrario, persiste, más de los previsto. ¿Qué está pasando con ella?
La inflación es un número muy importante de factores. Es decir, aquí hemos tenido lo que en algún momento llamamos la tormenta perfecta inflacionaria que se ha venido dando como en cataratas en diferentes fases.
A comienzos del año hablábamos mucho del tema de la cadena global de valor, había problemas con los suministros, sobre todo los que vienen desde Asia y China. Eso ha mejorado muchísimo, pero con la política de cero tolerancia al covid en China hay una restricciones latentes y todavía podríamos tener sorpresas adversas en los próximos meses. Luego tuvimos unas cataratas relacionadas con el tema climático local. Tenemos un fenómeno de La Niña que se expandió. A comienzos de este año veíamos una niña que duraba hasta mitad del año, quizás tercer trimestre, y ahora nuestro nuevo escenario es un fenómeno de La Niña que se va casi hasta febrero-marzo del año entrante, con incluso la alerta de que se podría extender más. Y claramente eso tenía un efecto adverso sobre el precio de los alimentos.
También tuvimos un efecto rezagado de los paros y los bloqueos. El Banco de la República hizo un estudio muy juicioso mostrando cómo los paros y bloqueos en Colombia generaron unas presiones adicionales sobre los precios de alimentos que ya empiezan a desaparecer, pero que también ejercieron una presión en la mitad del año. Y ahora tenemos los elementos de la devaluación. En nuestros informes de final de año mostramos que en los últimos 15 meses, y eso nos preocupa, hemos visto un efecto más fuerte de devaluación sobre precios. Tradicionalmente Colombia es un país donde ese efecto de la devaluación sobre el precio es relativamente limitado, pero hemos observado en ese periodo que está un poco más acelerado. Tenemos la presión tan fuerte sobre los precios de los combustibles y tenemos el salario mínimo.
Con base en estos elementos estamos viendo la inflación que podría cerrar este año en 12,8 por ciento, más alta que la de noviembre, es decir, una subida de 30 básicos más y una persistencia muy fuerte durante todo el primer semestre. Ahora bien, vemos algo de luz al final del túnel, en el segundo semestre. Esperamos no estar equivocados, pero esa luz al final del túnel sería una combinación de algo de mejor clima, algo de corrección en el tipo de cambio, ya algunos fenómenos que empiezan a ordenarse como por ejemplo, las cadenas globales, el tema de los paros y bloqueos ya no debería tener un efecto, el choque del salario mínimo debería irse disipando y, en ese contexto, empezaríamos a ver un retroceso en la inflación en el segundo semestre del año entrante que nos llevaría a tasas de cercanas al 7,6 – 7,5 a diciembre 2023.
Toda una inflación que va a ejercer presión sobre el perfil de gasto de los hogares, pero al menos ya en un proceso de corrección a la baja.
• ¿Qué tanto le pegan a la incertidumbre, a la dinámica de los negocios y de la economía en el país las reformas del Gobierno?
El efecto es difícil de cuantificar, pero es muy claro, sobre todo cuando uno habla con cualquier empresario, sobre todo en estos últimos meses del año que estamos en ejercicios de planeación estratégica para 2023 está siendo difícil porque primero tenemos esta incertidumbre macro global donde no sabemos qué pasa con las tasas, la inflación, obviamente en su espejo inflación y tasas locales, pero además tenemos los retos de qué va a pasar con esta agenda ambiciosa de reformas.
La reforma pensional, por ejemplo, podría tener un efecto muy disruptivo sobre el mercado de capitales, el mercado donde las empresas, por ejemplo, las más grandes se financian, pero eso obviamente empieza a generar una catarata de afectaciones hacia empresas más pequeñas y medianas.
La reforma a la salud que podría venir con ciertas disrupciones financieras o un cambio importante en otras condiciones. La reforma laboral que obviamente podría afectar el costo del empleo formal y demás.
Creo que acá hay una incertidumbre grande para los inversionistas en un momento donde las tasas de crédito están altas -es decir, financiarse es costoso-, pues hacer planes de inversión resulta difícil con tanta incertidumbre.
Cuando hemos hablado de todos por la economía, es una invitación a que hay que trabajar en la agenda de reformas que ojalá sea de manera colaborativa, que el sector privado participe, la sociedad civil, la academia, los medios.
Pero es importante que esa agenda se vaya realmente organizando relativamente temprano en el año donde el Gobierno, busque priorizar algunos temas, donde haya también mucho diálogo para que no generemos en el primer semestre del año una parálisis de la inversión que sería preocupante por la combinación de un acceso al financiamiento que va a ser más difícil en Colombia y en cualquier parte del mundo y una incertidumbre relacionada con las reglas básicas.
Creo que el mensaje de todos por la economía que lanzamos es en resumidas cuentas decir: acá sabemos que 2023 será un año difícil, complejo. Por parte del gobierno estamos buscando que haya mensajes claros, priorización; y por parte del sector privado, mucha participación y diálogo en una mesa para que Colombia logre sortear este 2023 que repito no solo en nuestro país, sino en muchos otros y en muchas otras geografías va a ser un año retador.
• ¿Colombia estaría en el 2023 en el escenario de estanflación: una inflación alta y un bajo o nulo crecimiento?
Es una posibilidad concreta a nivel global, en Colombia es una posibilidad también. Nosotros pensamos que la parte de estancamiento no va a ser tan dura, que la economía colombiana tiene la resiliencia, el sector privado tiene las capacidades para enfrentar un año difícil y hacer que la economía no se estanque ni retroceda, sino que crezca un poco 1,5, pero siga creciendo.
Pero en muchos países se habla de ese concepto de estanflación como algo muy concreto y muchos economistas andan pesimistas, sobre todo, por ejemplo, en la zona euro se habla de posibles recesiones, es decir, contracción del tamaño de la economía en un contexto de inflación persistente y todavía muy superior a las metas de los bancos centrales.
• ¿Pasar de un crecimiento de 8 por ciento este año a uno de 1,5 por ciento o 0,5 por ciento, como dijo el Banco de la República podría hacer que en algún momento del año entrante Colombia tenga una recesión técnica es decir dos trimestres consecutivos en los que el crecimiento sea negativo?
Sí, es muy probable que eso ocurra sobre todo puede ocurrir a comienzos del año, que de pronto por nuestras estacionalidades tengamos dos trimestres de crecimiento negativo. Eso no nos debería en principio asustar.
La definición de recesión técnica fue como una regla simple para poder ponerse de acuerdo entre los economistas que es algo a veces muy difícil. Pero no es tan relevante. Fíjese que en Estados Unidos este año hubo recesión técnica y al final el mercado laboral sigue estando muy bien y las empresas mostrando una fortaleza muy importante.
Acá creo que lo que hay que acompasar es saber que el 2023 viene con unos retos muy grandes, pero no perder de vista que lo más importante no es si en el 2023 crecemos 1,5; 1; 0,5, sino cuáles son las semillas que plantamos para que de ahí en adelante el país vuelva a tasas normalizadas de crecimiento altas, que es lo que hace la diferencia. Es muy distinto si el año entrante crecemos 1,5, pero luego crecemos a dos, que si el año entrante crecemos 0,5 en el caso más pesimista, pero después nos normalizamos en tasas de 3,5 o 4 por ciento y eso es lo que el país necesita.
Entonces hay unas situaciones adversas, hay que jugar algo a la defensiva ahora que estamos en el Mundial si me permiten hagamos analogía. 2020-2021 han sido años difíciles. Hemos jugado muy a la defensiva, mitigar la afectación de los hogares; pero en 2023 tenemos que empezar a decir: cuáles son los goles que vamos a hacer porque los partidos se ganan con goles y en economía crecer en el largo plazo significa pensar en esos proyectos que transforman el país, que esta agenda de reformas realmente lleve a que los empresarios inviertan, que haya más oportunidades de empleo, que la economía crezca y eso es lo que sí va a ser la diferencia, más allá de que sabemos que repito 2023 va a ser un año difícil y las cifras no se van a ver tan bien.
• ¿Dónde va a estar el crecimiento de la economía en el 2023?
Creo que hay un espacio muy grande para la inversión pública el año entrante. Estamos por ejemplo a nivel local en el último año de ejecución de los alcaldes, entonces uno esperaría que ellos terminen y aceleren esos programas con los cuales fueron elegidos en su momento y realmente que sea la inversión pública un gran motor. Tenemos grandes proyectos a nivel de ciudades. Está el metro de Bogotá hasta el Metro de Medellín, pero es importante que se acelere eso. Está el tema de infraestructura. El país todavía tiene un plan importante con las vías 5G, entonces acelerar esos procesos y repito crear las condiciones para que el sector privado que está en un año complejo por el tema de tasas al alza, incertidumbre con la inflación, con los insumos, las materias primas, etcétera, también se decida a hacer grandes proyectos.
Y finalmente algo que hemos insistido es que el año entrante el Gobierno Nacional Central es decir el gobierno del presidente Gustavo Petro va a recibir la transferencia de recursos del sector de petróleos más alta la historia del país: 3,8 puntos del PIB le van a llegar al Gobierno en materia de impuestos, regalías todo tipo de giros que hace la industria.
La pregunta es qué vamos a hacer con eso. Las sugerencias es que primero hay una parte que hay que ahorrar porque sabemos que tenemos unos desbalances fiscales muy importantes. Pero lo otro es tratar de pensar en proyectos grandes, en proyectos que más allá de las iniciativas de mitigación que obviamente van a ser muy importantes, como las transferencias sociales y demás, pensar qué se hace con esos recursos.
Y creo que la conversación por ejemplo de las regalías debería ir quizás yendo en esa dirección. El mismo Gobierno lo ha mencionado en el Departamento Nacional de Planeación; varias veces esa discusión ha salido: cómo usar los recursos importantes que no terminen filtrados en pequeños proyectos aquí y allá que no tienen efecto ni un impacto muy grande.
Ojalá en 2023 tengamos ese tipo de discusiones para que uno, la inversión pública al final del año acelere, no se paralicen los proyectos; dos que en temas de infraestructura sigamos avanzando en la agenda, y tres que pensemos un poco cómo esta minibonanza petrolera que quizás puede ser ya de las pocas que nos van quedando, ayuda a transformar la economía del país hace una economía más competitiva, más amigable con el medio ambiente. Ahí tenemos muchos retos.
• Ya para terminar saquemos la bola de cristal y miremos las proyecciones que tiene Corficolombiana para el año entrante.
Estamos en crecimiento de 1,5 por ciento; el crecimiento del gasto de las familias estaría por el lado del 1,1; la inflación terminando el año estaríamos en niveles del 7,6; una cifra que es muy importante que es déficit fiscal pensamos que vamos a cerrar cercano al 3,6 como porcentaje del PIB en 2023; la tasa de cambio que genera tanta ansiedad y que es tan difícil de predecir estamos para este año con un cierre cercano a los 4.875 más alta a la que hemos visto en los últimos días, pero para el año entrante pensamos algo más cercano a los 4.650 pesos.
Las tasas de interés estaremos hablando de que cierran al año en 12 por ciento e, incluso, podría aumentarse hasta 12,50 en enero y de ahí tasas muy estables con la probabilidad de que al final del año empiece una bajada, una vez haya pasado buena parte de esta tormenta.
Desempleo nosotros trabajamos con la cifra promedio año y ahí estamos pensando que este año el promedio año es una cifra del 10,9. Afortunadamente las noticias de los últimos meses han sido muy buenas. Para el año entrante nos parece difícil que sigamos teniendo reducción en materias de desempleo, entonces nuestra proyección puntual es del 11 por ciento promedio año.