Estas son las 100 empresas más grandes de Colombia y las 900 siguientes
2021 fue el punto de quiebre para una recuperación histórica. Las empresas jugaron un gran papel y, aunque este año el impulso continúa, hay alertas por un entorno complejo para 2023.
Tal vez, no ha habido un año como 2021 para evidenciar las tensiones, los extremos y las dinámicas de la economía. Arrancó en medio de las inquietudes por los rezagos de la pandemia, con una tímida reactivación, pero en medio de la incertidumbre por nuevos brotes. Y, cuando apenas se estaba evidenciando la recuperación, llegó el estallido social, con paros y bloqueos que generaron zozobra en la actividad productiva por casi un mes y medio, con costos billonarios.
Sin embargo, en tiempo récord, la economía tomó una nueva tracción, muy positiva, impulsada por el consumo de los hogares, pero con un tejido empresarial que mostró una gran resiliencia y estuvo atento a responder a una demanda creciente.
El consumo de los hogares jalonó la economía gracias a la paulatina recuperación del empleo, la llegada de remesas –que viene registrado cifras históricas– y un mayor crédito comercial. Como advierten algunos empresarios, un año que empezó flojo terminó muy bien y con una tendencia positiva que aún se mantiene en 2022.
Los resultados son evidentes: en 2021, la economía creció 10,6 por ciento y, para el primer trimestre de este año, mantiene esa tendencia, con 8,5 por ciento. Los datos preliminares de abril muestran que se sostiene el crecimiento de doble dígito.
Las empresas son muestra evidente de lo que pasó el año anterior. Las mil más grandes del país, medidas por sus ingresos, facturaron el año pasado 908 billones de pesos –casi la misma cantidad destinada al Plan de Desarrollo actual– y ganancias por 98 billones. Estos datos son 30,3 por ciento y 115,1 por ciento mejores que los de 2020. Su patrimonio también creció al pasar de 590 billones de pesos en 2019 a 593 billones en 2020 y a 679 billones en 2021.
De hecho, los ingresos conjuntos de las mil empresas más grandes superaron el año pasado en 1,7 veces el PIB nominal.
Los negocios no paran
Grandes movidas empresariales marcaron el año pasado, como el inicio de las Ofertas Públicas de Adquisición por parte del Grupo Gilinski por Nutresa, luego por Sura y ahora, en trámite, por Grupo Argos, con una inversión que podría consolidarse en cerca de 3.700 millones de dólares.
Ecopetrol se quedó con más del 50 por ciento de ISA, por 14 billones de pesos. Enel y el Grupo Energía Bogotá hicieron la mayor fusión por absorción en la historia del país. La multinacional sueca Essity, del sector de aseo, papel e higiene, aumentó su participación en Familia, entre otras movidas destacadas de 2021. Todas con una visión de largo plazo.
Las empresas que estuvieron paralizadas por la pandemia retomaron el ritmo. Por ejemplo, el sector hotelero, muy golpeado con las cuarentenas y el distanciamiento social, avanza en la recuperación de la ocupación. Además, las compañías aceleraron el desarrollo y la apropiación de la tecnología para seguir apalancando su crecimiento.
La apuesta por la sostenibilidad es cada vez mayor, con la tarea de impulsar el cierre de brechas, reducir la desigualdad y la pobreza, y propender por un crecimiento más inclusivo. Con una visión más verde, que ayude a contrarrestar el cambio climático y se logre el salto en la transición energética.
Aunque suene paradójico, mientras en el mundo hay vientos de recesión, en Colombia la economía mantiene un buen impulso y este año podría cerrar con un crecimiento superior al 6 por ciento.
A pesar de esta dinámica, las preocupaciones se mantienen. Este positivo panorama ha estado acompañado de inquietudes locales y globales. En Colombia, por la incertidumbre propia que generan los procesos electorales, pero también con señales preocupantes en el mundo: cadenas logísticas rotas, limitaciones en la producción con una reactivación que venía creciendo y ahora el impacto de la invasión rusa a Ucrania. Todos estos factores han disparado la inflación, tanto para los consumidores como para los productores.
En Colombia, el índice de precios al consumidor ya supera el 9 por ciento, afectando a las poblaciones más pobres y vulnerables que están priorizando sus consumos y ajustando sus presupuestos; mientras que el índice de precios al productor está por encima del 30 por ciento y ha puesto contra la pared a muchas empresas, pues no es posible trasladar todo este incremento al consumidor final. La búsqueda de eficiencias, mayores volúmenes y sacrificar rentabilidades se ha convertido en la día a día de los empresarios para competir en este escenario.
Inflación y otros demonios
Los bancos centrales en el mundo vienen en un proceso de incremento de tasas para atajar la inflación, y el Banco de la República no es la excepción. Y la senda sigue en aumento. Hace apenas unos días el Emisor subió en 150 puntos básicos su tasa de referencia, la cual quedó en 7,5 por ciento. Al tiempo, que el precio del dólar se convierte en otra presión inflacionaria, pues ante la incertidumbre global, los inversionistas optan por refugiarse en la moneda estadounidense, presionando su cotización al alza.
La desaceleración será inevitable y ya los organismos que ponen a Colombia como uno de los países con mejores crecimientos en el planeta para este año, estiman para 2023 un avance de apenas un poco más de 2 por ciento.
El país se enfrenta ahora a un cambio de gobierno y la expectativa es muy alta sobre lo que va a pasar y las decisiones que se tomarán, por ejemplo, en industrias como la petrolera, vital para la política fiscal, o con la anunciada reforma tributaria que el presidente electo, Gustavo Petro, presentará en los próximos meses.
Es fundamental preservar la institucionalidad, mantener claras las reglas del juego, generar confianza y construir una visión de futuro que permita superar la incertidumbre.
Mirando a largo plazo
La incertidumbre ha sido una de las constantes en los últimos meses: la pandemia, los paros y los bloqueos, la crisis global que amenaza con una recesión y hasta la guerra entre Rusia y Ucrania han puesto a los inversionistas a pensar dos veces sus próximas movidas. Como si fuera poco, en Colombia, se sumó la jornada electoral para elegir presidente de la República, que dio como ganador a Gustavo Petro.
Sin embargo, en medio de ese escenario complejo y retador, el apetito de muchos inversionistas no se frenó. El Grupo Gilinski lideró estos movimientos, con las Ofertas Públicas de Adquisición (OPA), primero por Nutresa, luego por Sura y ahora, en trámite, por Grupo Argos, conglomerados pertenecientes al Grupo Empresarial Antioqueño. Se podría completar una inversión de más de 3.700 millones de dólares, cerca de 15 billones de pesos.
Ecopetrol se quedó con más del 50 por ciento de ISA, por más de 14 billones de pesos, y será uno de los mayores vehículos en su transición energética; mientras que Enel y el Grupo Energía Bogotá superaron sus diferencias e hicieron la mayor fusión por absorción en la historia del país.
Poderosas multinacionales aumentaron sus apuestas en Colombia, como el caso de Essity que incrementó su participación en Familia.
La constante es una: tener una visión de largo plazo. Colombia tiene grandes oportunidades para desarrollar negocios sostenibles, generar más empleo y apalancar el crecimiento del país.
Entre los retos y las apuestas
La pandemia aceleró las transformaciones digitales dentro de las empresas. Los proyectos que estaban contemplados para años se desarrollaron en meses y ahora llegó la etapa de la consolidación. Sectores como el financiero avanzaron en la bancarización de las personas a través de plataformas y el comercio electrónico y las ventas digitales, a pesar del regreso a la normalidad y el tráfico de clientes en los comercios, en muchos casos crecen a doble dígito.
Como afirman desde Microsoft, todas las compañías “se van a volver empresas de tecnología y la velocidad del cambio va a ser extremadamente crítica”.
La innovación se ratificará como la moneda clave de cambio en medio de un entorno cada vez más competido, con numerosas herramientas digitales, pero donde los consumidores son cada vez más exigentes.
En ese escenario de eficiencias y productividades, aparece una de las discusiones prioritarias en el país: el empleo. El crecimiento de la economía en 2021 y en lo que va de este año ha permitido la recuperación de muchos de los puestos de trabajo perdidos por efecto de la pandemia y los bloqueos. Pero el mayor reto es que sean formales y de calidad.
Como advierte Sylvia Escovar, presidenta de la junta directiva de EPS Sanitas, “la informalidad nos está matando. Necesitamos flexibilidad en la forma de emplear. Creo que una de las cosas más importantes que se debe hacer, y que quizás el próximo gobierno tenga la oportunidad de hacerlo, es una reforma laboral”.
Después de los bloqueos
“Era increíble pensar que hubiese algo peor que la pandemia. Y llegaron los bloqueos”, señala Mauricio Campillo, presidente de Solla, firma que ante la intensidad de las protestas de hace un año tuvo que parar por cerca de 30 días varias de sus plantas y puntos de ventas en el suroccidente del país.
Las tensiones sociales aún se mantienen. La pandemia dejó en difícil situación a miles de familias y las oportunidades no aparecen tan rápidamente como se requieren. Como advierte la consultora Colombia Risk, el estallido social que ocurrió en el marco del paro nacional aún contiene temas no resueltos que en algún momento pueden salir a flote.
La situación de protesta social, en especial en la región del Valle del Cauca, generó grandes pérdidas para los empresarios, dificultades en las cadenas de abastecimiento y temor en la ciudadanía. Pero también sirvió para que los industriales, en especial en esa zona del país, se acercaran a las comunidades. El mejor resumen lo hace Harold Eder, presidente del Grupo Manuelita: “Las empresas de la región y el Valle del Cauca son un gran ejemplo en responsabilidad social, hacen muchísimo, pero claramente es insuficiente. Creo que la pandemia exacerbó esa situación de vulnerabilidad en una parte importante de la población y, adicionalmente, esto también nos ha mostrado que tenemos que preocuparnos mucho más por lo público”.
La tarea es impulsar el cierre de brechas y propender por un crecimiento más inclusivo.
Volver a empezar
La pandemia castigó con más fuerza a unos sectores que a otros. Las aerolíneas, el entretenimiento y los hoteles, por ejemplo, se ‘apagaron’ de un momento a otro y tardaron en arrancar de nuevo. Sin embargo, tomaron tracción y la dinámica de la economía, impulsada por el consumo de los hogares, les dio un nuevo aire, a pesar de encontrarse en el camino con paros y bloqueos que pusieron en stand by en ese momento la recuperación.
En muchos casos, esa reactivación vino acompañada de ajustes en la operación, buscando eficiencias y un apoyo más robusto de la tecnología, pero también de cambios estructurales, de nuevas alianzas con competidores tradicionales en un escenario de ‘coopetencia’.
A pesar de las dificultades financieras impulsadas por la pandemia, las empresas siguieron buscando recursos para apalancar sus planes de inversión y priorizar sus iniciativas.
Fue clave anticiparse a lo que venía. Para unos, con apuestas financieras en créditos que les dieron mayor margen de maniobra para afrontar la crisis, buscando incluso acuerdos con sus proveedores. Para otros, fortaleciendo la cadena de abastecimiento, con inventarios adecuados, diversificando el riesgo y buscando alianzas con los proveedores.
El reto es la inflación. Muchos colombianos están priorizando sus gastos y el entretenimiento y los viajes, que eran planes obligados tras las cuarentenas, ahora podrían estar en un segundo plano. Una evolución en observación.
Desafíos que no paran
A pesar del crecimiento que trae la economía, Colombia tendrá que enfrentar un reto gigantesco: lidiar con una inflación que no cede y que ya alcanzó el mayor nivel en décadas.
El aumento de precios se origina en los efectos globales, como el aumento en la demanda, el rompimiento de la cadena de suministros, las dificultades en la producción y, ahora, la invasión de Rusia a Ucrania. Y otros locales, como el invierno y el impacto de los bloqueos de hace un año, que aún algunos sectores lo sienten, lo cual afecta a consumidores y productores. Para los primeros, la inflación ya se halla en más del 9 por ciento, mientras que, para los segundos, supera el 30 por ciento. Con mayores eficiencias, más volumen y ajustando la rentabilidad, las empresas lograron acotar esos incrementos y no trasladarlos por completo a sus clientes. Pero se han convertido en la prueba de fuego.
El otro gran reto es avanzar en el ajuste de las estrategias corporativas hacia una apuesta sostenible, más verde, que ayude a contrarrestar el cambio climático, con eficiencias energéticas y mayor vinculación de las comunidades.
Y uno más es el laboral. Aunque el empleo se viene recuperando, sectores como comercio, restaurantes y hotelería están viendo con preocupación que la consecución de personal se está convirtiendo en una tarea cada vez más compleja.