Historia del nazismo en Perú
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Historia del nazismo en Perú

La historia sobre cómo los peruanos interceptaron tres valijas diplomáticas en las que viajaban transmisores de radio que iban con destino a la embajada de Alemania.

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3 de diciembre de 2021
   
   
                   
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Manuel Prado Ugarteche durante una visita a Venezuela en 1942. - Foto: Pix/Michael Ochs Archives/Getty Images

La historia sobre cómo los peruanos interceptaron tres valijas diplomáticas en las que viajaban transmisores de radio que iban con destino a la embajada de Alemania. El apoyo a Los Aliados por parte del gobierno de Manuel Prado fue sustancial para confiscarlas en Argentina. En Perú también se refugió el nazi y falsificador Friedrich Schwend, quien perteneció a la Operation Bernhard, un plan para falsificar libras esterlinas durante la Guerra.

   
   
                   
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Manuel Prado Ugarteche, presidente de Perú. Como su período terminaba en 1945, Los Aliados tuvieron en el Perú un amigo leal durante toda la duración de la Segunda Guerra Mundial. - Foto: Pix/Michael Ochs Archives/Getty Images

Nazi y falsificador de moneda

En los años treinta se consideró que el Perú había caído en la órbita fascista y que el presidente Óscar Benavides, que gobernó de 1933 a diciembre de 1939, era un simpatizante fascista partidario de implantar en el país el sistema de gobierno de Italia.

Según el historiador Orazio Ciccarelli, importantes sectores de las sociedades latinoamericanas encontraban llamativos varios elementos del fascismo: el anticomunismo, el anticapitalismo, el militarismo, la defensa del honor nacional, la protección de la familia y otros valores tradicionales. En el Perú hubo oficiales del ejército, intelectuales, políticos y miembros de las élites, que consideraron que el fascismo era la salida a la profunda crisis derivada de la Gran Depresión. El fascismo parecía la panacea para todos los problemas nacionales y además ofrecía la ventaja de ser un movimiento mundial en marcha.

Entre el Perú e Italia existieron nexos estrechos. De un lado la colonia italiana era antigua y próspera y había echado raíces; Benavides compró armamento en Italia, permitió a la compañía Caproni establecer la primera compañía italiana fabricante de aviones en América Latina, y el Banco Italiano fue el principal del país.

   
   
                   
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Óscar Raimundo Benavides, presidente de Perú entre 1933 y 1939. Fue simpatizante fascista y encontraba llamativo ese sistema de gobierno para su país pues lo veía como la panacea para todos los problemas nacionales. - Foto: Bettmann/Getty Images

Pero Benavides no era fascista, según el representante diplomático italiano en Lima, Giuseppe Talamo:”

Lamento destruir algunos mitos y echar agua fría sobre el optimismo reinante, pero creo que tengo el deber, por sobre todo, de ser honesto y claro. Ha sido imprudente hablar de las tendencias fascistas de Benavides. Él tiene simpatías hacia Italia y hacia algunos aspectos como la organización y el poder del fascismo, pero no en cuanto al verdadero fascismo”.

El diplomático abundaba en razones, en forma retórica:

”Explíquenme si un general del ejército, de más de 60 años, nacido y criado en el Perú en un período en que prevalecía el mito republicano-democrático, que fue cercano al ejército francés durante muchos años de su vida militar, que fue un capaz parlamentario en la política partidista de un parlamento suramericano, puede emprender el esfuerzo cultural, intelectual y moral que se requiere para transformarse en fascista. No lo creo”.

Óscar Raimundo Benavides tuvo dos apariciones en la historia de Colombia, una buena y otra mala. Cuando se posesionó, invitó a Lima al jefe del partido liberal, Alfonso López Pumarejo, para encontrar una solución al conflicto amazónico derivado de la ocupación por tropas peruanas de Leticia y el trapecio amazónico. Efectivamente se zanjaron las diferencias y Colombia recuperó su soberanía. En 1911 Benavides, siendo teniente coronel, venció a las tropas colombianas en La Pedrera, a orillas del río Caquetá, en una época en que no se habían definido las fronteras entre los dos países.

Cuando Manuel Prado Ugarteche asumió como presidente del Perú en diciembre de 1939 desapareció todo vestigio de fascismo, real o exagerado, en el gobierno. Prado no era favorable al Eje.

El Perú fue uno de los primeros países en mostrar su adhesión a la causa norteamericana, tanto por la solidaridad continental como por las simpatías que Manuel Prado guardaba por los Estados Unidos.

El Perú fue uno de los primeros países en mostrar su adhesión a la causa norteamericana, tanto por la solidaridad continental como por las simpatías que Manuel Prado guardaba por los Estados Unidos. De hecho, fue el primer país de todo el continente que el 8 de diciembre de 1941, un día después del ataque a Pearl Harbor, declaró su solidaridad a los Estados Unidos y el país que sugirió al resto del continente el rompimiento de relaciones diplomáticas con las potencias del Eje, según la historiadora Flor de María Valdez Arroyo.

Como el período de Prado terminaba en 1945, los aliados tuvieron en el Perú un amigo leal durante toda la duración de la Segunda Guerra Mundial. Prado autorizó la construcción de una base aérea norteamericana en Talara, al norte del país, para resguardar la refinería que allí funcionaba. El gobierno no objetó el traslado de más de 2.000 japoneses radicados en el Perú que el gobierno de los Estados Unidos consideró peligrosos y trasladó en barcos a un campo de reclusión en Crystal City, Texas. Los ciudadanos norteamericanos de familia japonesa, los Nisei, que habitaban cerca de la costa pacífica de los Estados Unidos, también fueron internados en campos.

Menos conocido pero igualmente eficaz fue el apoyo del gobierno de Prado en relación con el episodio de un poderoso transmisor de radio llegado a Lima en 1941 en tres valijas diplomáticas con destino a la embajada alemana. El transmisor, proveniente de Alemania, llegó primero a Brasil en vuelo de LATI, las líneas aéreas transcontinentales italianas, luego fue remitido a Argentina y finalmente a Lima. El embajador de los Estados Unidos sabía qué mercancía se ocultaba en las valijas y alertó al gobierno. La aduana del Perú consideró que se trataba de exceso de equipaje y ordenó que las tres valijas fueran abiertas o de lo contrario devueltas al remitente. El embajador alemán durante veinte días se opuso. Mientras tanto las valijas permanecieron en el aeropuerto de Lima. El embajador finalmente decidió despacharlas a Buenos Aires con un agregado de la embajada. El Departamento de Estado pidió ayuda a Juan Trippe, presidente de Pan American Airways. Mientras el avión en que viajaban el agregado y las tres valijas hacía una escala para aprovisionarse de combustible en Córdoba, Argentina y el agregado almorzaba en el restaurante del aeropuerto, empleados de la aerolínea retiraron las valijas del avión. En otro vuelo las enviaron a Buenos Aires donde le fueron entregadas a Raúl Damonte Taborda, presidente de la comisión de investigación de actividades antiargentinas del Congreso, el cual las abrió en rueda de prensa y mostró el transmisor.

   
   
                   
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Joachim von Ribbentrop, ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, ordenó a su embajador en Buenos Aires, Freiherr von Thermann, denunciar públicamente la ruptura de las normas internacionales que hacen inviolables las valijas diplomáticas. - Foto: Bettmann/Getty Images

Las consecuencias no terminaron ahí. Joachim von Ribbentrop, el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, ordenó a su embajador en Buenos Aires, Freiherr von Thermann, denunciar públicamente a Damonte Taborda por infringir las normas internacionales que hacen inviolables las valijas diplomáticas. El embajador no escatimó palabras para acusar al diputado, pero acabó perdiendo el puesto. Por exceder sus atribuciones diplomáticas, el Congreso argentino votó por mayoría una moción de censura contra el embajador, que vio insostenible su permanencia en el país y pidió a von Ribbentrop que lo llamara a Berlín. Así ocurrió. Tampoco es muy conocida la historia de Friedrich Schwend, el nazi que se refugió en el Perú después de la guerra. Nazi y falsificador, pues perteneció a Operation Bernhard, el plan para falsificar libras esterlinas que estuvo a cargo de 140 prisioneros judíos que antes de ser detenidos eran tipógrafos y grabadores y que fueron trasladados de otros campos a Sachsenhausen, un campo de concentración cercano a Berlín. Schwend era el encargado de vender los billetes en el mercado negro. A título de comisión se quedaba con la tercera parte de las ganancias. Tan exitosa fue para los nazis la falsificación de billetes de 5 libras esterlinas que las autoridades británicas tuvieron que retirar de circulación todos los billetes auténticos de esa denominación para contrarrestar la adulteración. Además, como Schwend comercializaba la moneda falsa en territorios controlados por Alemania, en ocasiones el Reichsbank, el banco central alemán, terminó comprando libras esterlinas falsas.

   
   
                   
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Friedrich Schwend se refugió en el Perú después de la guerra. Nazi y falsificador, perteneció a la Operation Bernhard, el plan para falsificar libras esterlinas que estuvo a cargo de 140 prisioneros judíos que antes de ser detenidos eran tipógrafos y grabadores. - Ilustración: Jorge Restrepo

Al terminar la guerra, Schwend fue detenido por la OSS, antecesora de la CIA reveló donde se encontraban 7.000 piezas de oro que fueron recuperadas. En 1947, según un informe secreto de la CIA que fue desclasificado en 2014, Schwend abandonó Europa con un pasaporte de la Cruz Roja Internacional emitido en Roma a nombre del yugoslavo Wenceslau Turi, profesión técnico agrícola. Con su segunda esposa se estableció en Lima, donde trabajó para Volkswagen y para los servicios de inteligencia del Perú.

En los años 60, según el informe, la CIA, el ejército de los Estados Unidos, el Servicio Secreto, el Servicio de Inteligencia Británico y el Servicio Federal de Inteligencia de Alemania Occidental, empezaron a recibir información sobre la participación de Schwend en actividades de falsificación de moneda, tráfico de estupefacientes y venta de armas en América Latina. La CIA contactó a una fuente en la Policía de Investigaciones del Perú. Schwend confesó sus actividades durante la guerra pero alegó que no sabía dónde estaban enterradas las planchas utilizadas para falsificar libras esterlinas, aunque sospechaba que junto con otros documentos secretos podrían estar en Austria cerca del lago Toplitz.

En 1972, tras el asesinato de Luis Banchero Rossi, un acaudalado exportador de harina de pescado, la policía detuvo a Schwend. Documentos de la víctima mostraban que Schwend había extorsionado a funcionarios oficiales peruanos, había vendido secretos oficiales y había violado el régimen de cambios. Fue condenado por sacar ilegalmente divisas fuera del país y luego en 1976 fue deportado a Alemania Occidental, donde fue detenido por no pagar una cuenta de hotel. Fue liberado, volvió al Perú y murió en 1980.

En el año 2000, la misma empresa que localizó en el fondo del mar los restos del Titanic, rescató del lago Toplitz cajas de madera que contenían libras esterlinas falsificadas. Las últimas fueron fabricadas en enero de 1945, según el sello todavía visible 55 años después en las envolturas que contenían los fajos de billetes. El lago no tiene oxígeno a más de 20 metros de profundidad y por esa razón el papel se conservó. A algunos de los espías que enviaba a América del Sur, Alemania solía pagarles con libras esterlinas.