El 2024 fue el año más caliente de todos los tiempos. Sin embargo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que en los próximos cinco años la temperatura alcanzará cifras todavía más altas. Si bien las implicaciones de la crisis ambiental ya se viven en todo el mundo, los ecosistemas más sensibles están enfrentando consecuencias alarmantes: los páramos, bosques tropicales y océanos son los más afectados.

Entre las principales causas están el cambio climático, la contaminación, el impacto de desechos peligrosos emergentes, el cambio de las condiciones en los ecosistemas y los millones de residuos plásticos.

Ante este panorama y con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, este 5 de junio expertos de todo el mundo se reunirán en la República de Corea para debatir sobre las problemáticas ambientales que siguen generando daños al planeta. Este año, la agenda se centrará en poner fin a la contaminación por plásticos.

“En el planeta se producen más de 400 millones de toneladas de plástico anualmente y aproximadamente 15 millones de toneladas llegan a los océanos. Estos desechos son arrastrados por las principales corrientes marinas hasta concentrarse en vórtices claves. Es por ello que existen cinco islas de plástico en el mundo: dos en el Pacífico, dos en el Atlántico y una en el Índico”, explicó Laín Pardo, especialista en biodiversidad de WWF Colombia.

“En el semáforo del panorama ambiental el mundo está en alerta roja”, aseguró Tatiana Céspedes, ecóloga y Magíster en Ciencias con especialidad en Sistemas Ambientales. El aumento de la temperatura global es el ejemplo más claro: desde el período industrial, cuando se desató el uso intensivo de combustibles fósiles, el planeta se pone cada vez más caliente.

En 2015 se firmó el Acuerdo de París, uno de los más importantes de la legislación ambiental internacional que estableció objetivos a largo plazo. Entre ellos, reducir las emisiones de gases invernaderos, para así limitar el aumento de la temperatura global a tan solo 1,5 °C frente a la temperatura preindustrial.

Sin embargo, la preocupación por el cambio climático aún persiste y con justa causa. En 2024, la temperatura alcanzó los 1,55°C por encima de los niveles preindustriales y, por si fuera poco, en enero de 2025 la cifra aumentó.

“Se habla bastante sobre el aumento de los grados; sin embargo, es necesario entender lo que esto significa: por ejemplo, si sube dos grados más, aunque parezca poco, puede generar la extinción de algunas especies o forzar su migración a otros ecosistemas mucho más fríos”, precisó Céspedes.

De acuerdo con WWF, este impacto es global: el tamaño de las poblaciones silvestres del mundo se ha reducido en un 73%. “La extinción que se había proyectado en 10 mil años está sucediendo en tan solo 100 años. Estamos presenciando una extinción masiva de las especies”, advirtió Pardo.

La crisis climática también se refleja en el cambio del ciclo hidrológico, un problema que afecta principalmente a los glaciares. De acuerdo con el Servicio Mundial de Vigilancia de Glaciares, cerca del 30% del aumento del nivel del mar se debe al deshielo de la Antártida y de Groenlandia. “Cada año se pierden 273 millones de toneladas de hielo, el equivalente a la cantidad de agua que bebería la población de todo el planeta durante 30 años”, señalaron desde la organización.

“Siguiendo con la dinámica del semáforo, Colombia se encuentra en amarillo. Falta muy poco para alcanzar el verde, ya que estamos logrando avances significativos en la protección y restauración de ecosistemas”, puntualizó Céspedes.

Los logros del país sobresalen gracias a importantes reconocimientos internacionales. Por ejemplo, en 2024 se incluyeron tres nuevos parques nacionales en la Lista Verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Desde WWF, Pardo destacó otros proyectos ambientales que se adelantan en el país, como el programa Herencia Colombia, que también se enfoca en preservar los parques naturales, o el proyecto Áreas Protegidas y Paz, que promueve el trabajo con las comunidades locales para la conservación de los territorios y su biodiversidad.

Aun así, Pardo aseguró que todavía queda un largo camino por recorrer. La deforestación es uno de los principales retos. “En las zonas tropicales se están perdiendo 7 millones de hectáreas de bosque al año, y en nuestro caso, perdimos 107 mil hectáreas el año pasado. La cifra aumentó con respecto al 2023 y eso es alarmante”, apuntó.

María Isabel Ríos, bióloga y directora del grupo de investigación en Limnología y Recursos Hídricos de la Universidad Católica de Oriente, detalló que la agricultura es otro de los procesos que más contamina en el país. “Los agroquímicos se filtran en los suelos y contribuyen a la deforestación de los ecosistemas”; puntualizó.

Además, aclaró que aunque todos los ecosistemas están siendo afectados, hay algunos que presentan mayores síntomas que otros. “En orden de prioridad, primero están los ecosistemas polares, debido al deshielo que cada día se acelera; en segundo lugar, los ecosistemas marino-costeros, como los corales y los manglares, que sufren por el cambio de PH y temperatura del agua, y en tercer lugar, los bosques secos, que ahora se están convirtiendo en matorrales desérticos”, precisó la experta.

El plástico es un enemigo silencioso del planeta. Este material está presente en la mayoría de los objetos cotidianos que usan las personas: en la industria automotriz, en los electrodomésticos, en los hogares y hasta en la ropa. De acuerdo con la Asociación Colombiana de Industria de Plásticos, en el país se producen al año más de 1.4 millones de toneladas de plástico, de las cuales solo el 12% se reciclan.

“La mayor parte del plástico en Colombia termina en rellenos sanitarios, en cuencas hídricas, en el suelo y en el mar. Estos residuos atraviesan procesos químicos por la radiación, el viento, la temperatura y el agua; generando que el plástico llegue a todas partes, incluido el aire, los animales, el agua potable y el cuerpo humano”, explicó James Londoño, ingeniero sanitario y coordinador del programa de Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica de Oriente.

Por su parte, Saul Martínez, experto en sustancias químicas y residuos peligrosos, detalló que al ingerir los microplásticos “nuestro organismo los va procesando, pero quedan todavía muchas pequeñas partículas que impactan el sistema endocrino y las células reproductivas. Esta afectación puede traducirse en cáncer, tumores y problemas hormonales”.

El impacto en los animales es otro agravante. Por ejemplo, en los peces, las partículas pueden acumularse en las agallas, generando problemas respiratorios que conllevan a la muerte. “Si el daño que genera el plástico en el cuerpo humano es significativo, esa misma cantidad es aún peor en un organismo pequeño como un insecto o un crustáceo”, aseveró Ríos.

Frente a las soluciones, los expertos señalan que el reciclaje es una de las medidas más efectivas, además de buscar materiales sustentables. Por ejemplo, aquellos elaborados a base de fibras vegetales como maíz, yuca, bambú, cera de abejas, o la alternativa del vidrio.

“A la hora de combatir el daño ocasionado por los plásticos, disminuir la huella de carbono y el calentamiento global, cuidar a nuestros animales, océanos, bosques y glaciares es una tarea de todos, requiere un cambio estructural que inicia con la conciencia ambiental”, concluyó el experto.