
Líderes empresariales, su legado: 25 CEO comparten sus apuestas por un mejor país
En tiempos de incertidumbre, el liderazgo empresarial en Colombia no solo mueve la economía, también alimenta la esperanza.
Liz Matías Peña

Por Sergio Díaz-Granados
Presidente ejecutivo de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe
Al superar el primer cuarto del siglo XXI debemos poner en relieve los avances extraordinarios en los últimos 100 años: mejoras radicales en salud pública, acceso universal a la educación, reducción de la pobreza, una capacidad de conectar entre nosotros que no habíamos experimentado antes y un nivel de bienestar material sin precedentes para gran parte de la humanidad.
Estos avances han tenido un costo, sin duda, en la gestión de los recursos naturales. Por eso, es necesario replantear la forma de crecer y generar una mayor productividad de una manera armoniosa con la naturaleza. Y América Latina y el Caribe se encuentran en una posición única para liderar esta nueva etapa.
Si vemos el “vaso medio lleno”, la región posee activos estratégicos invaluables: alberga cerca del 50 por ciento de la biodiversidad mundial, posee un tercio de las reservas de agua dulce y tiene la capacidad de convertirse en una potencia energética renovable y en la despensa del mundo. Somos, en esencia, una región de soluciones a grandes desafíos como el cambio climático, la transición energética y la seguridad alimentaria.
Para materializar este potencial y aprovechar plenamente el bono poblacional, necesitamos entender que la verdadera competitividad y prosperidad a largo plazo solo son posibles integrando el crecimiento económico en un modelo de desarrollo sostenible. No se trata de elegir entre crecer o conservar, sino de progresar gracias a nuestra riqueza natural.
Ante esta realidad, los líderes políticos y empresariales tenemos la responsabilidad de comprender que la verdadera competitividad y prosperidad a largo plazo solo son posibles si el crecimiento económico se integra en un modelo de desarrollo sostenible.
En el contexto colombiano, este camino hacia la sostenibilidad representa una dualidad. Por un lado, las empresas enfrentan retos significativos como la necesidad de modernizar infraestructuras, adaptarse a nuevas regulaciones y financiar la transición hacia modelos circulares y bajos en carbono. Sin embargo, estas mismas presiones abren un gran horizonte de oportunidades para innovar, acceder a mercados verdes globales y construir resiliencia. Aquí es donde el espíritu resiliente y emprendedor colombiano se convierte en un activo. Este impulso emprendedor, visible en las start-ups de agro-tecnología y en las grandes empresas que rediseñan sus cadenas de valor, es el motor que puede transformar la riqueza natural del país en ventajas competitivas.
Convertir este potencial en realidad requiere de nuevos liderazgos. Por un lado, los gobiernos deben crear marcos regulatorios estables, incentivos para la inversión verde y una planificación que trascienda los ciclos políticos.
El sector privado es clave para materializar esta transformación. Las empresas que internalicen los costos ambientales y sociales en su estrategia, que inviertan en descarbonizar sus cadenas productivas y que desarrollen productos y servicios bajos en carbono, se posicionarán para liderar los mercados de los próximos años.
Para acelerar este cambio de paradigma, el multilateralismo, el diálogo y las alianzas son fundamentales. Un espacio clave para este objetivo será el Foro Económico Internacional que CAF organizará en Panamá el 28 y 29 enero de 2026. Este encuentro reunirá a los principales líderes políticos, empresariales y financieros del mundo, y será la plataforma ideal para traducir las ideas en proyectos que nos permitan avanzar hacia el futuro sostenible de nuestra región.
El liderazgo que demanda nuestra época se mide por la prosperidad sostenible que leguemos a las generaciones futuras. América Latina y el Caribe tienen todos los activos para ser el laboratorio de soluciones de sostenibilidad del mundo. Contamos con los recursos; ahora tenemos que demostrar la voluntad, la audacia y, sobre todo, la necesaria mayor coordinación entre los sectores público y privado para hacerlos realidad.




