El siglo XX y el predominio del pensamiento científico que lo caracteriza dieron como resultado una filosofía precavidamente escéptica, en la que las verdades son necesariamente relativas y su búsqueda es vista como una falta de seriedad. Da Jandra nos recuerda en este libro –corto, enérgico y claro– que la voluntad de buscar la verdad es inherente a la filosofía, es su razón humana de ser y denuncia que sin esta voluntad la filosofía contemporánea es una mezquindad inútil. Este libro quiere que la filosofía sea devuelta a la gente, a la altura de sus necesidades; nos recuerda que “la medida de la verdad la da la experiencia, no la lógica”. Por esto el libro propone quitar la filosofía de las manos áridas de la academia porque “no hay filosofía más estéril y aburrida que la que solo habla de sí misma”. Es grato leer a Da Jandra: su discurso demuestra que la supervivencia de la cultura en sus más exquisitas expresiones aun puede ser emocionante.