XII Cumbre Líderes por Colombia
Caldas, cuna de un modelo rural que hoy inspira a Colombia: miles de jóvenes ya han completado su educación sin dejar el campo
En el corazón cafetero de Colombia, la educación rural de calidad se consolidó como un modelo que transforma vidas y permite a los jóvenes estudiar sin abandonar sus comunidades.
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Hace más de cuatro décadas, el Comité de Cafeteros de Caldas tomó la iniciativa de transformar la educación rural con el modelo Escuela Nueva. En 1982, cuando hablar de calidad educativa en el campo era casi una utopía, el Comité apostó por un enfoque innovador, comunitario y de largo plazo que hoy es referente en Colombia y fuera del país.
Desde entonces, el Modelo de Educación Rural con Escuela Nueva se ha consolidado gracias a una alianza público-privada que integra a 39 actores locales, nacionales e internacionales. El propósito ha sido constante: garantizar acceso, permanencia y calidad educativa para niños, niñas y jóvenes rurales sin que deban abandonar sus territorios.
El modelo combina estrategias que cubren desde la educación básica hasta la superior, todas adaptadas al contexto rural. Incluye Escuela Nueva, Posprimaria Rural, Educación Media con énfasis en el trabajo y La Universidad en el Campo, que conecta la media con programas técnicos y tecnológicos. La experiencia también se ha extendido a zonas urbanas a través de Luna, La Universidad Activa Urbana.

A estas estructuras se suman proyectos pedagógicos productivos que fortalecen la pertinencia educativa y el arraigo territorial. Escuela y Café integra la caficultura al currículo; Seguridad Alimentaria impulsa hábitos saludables; Escuela Virtual reduce la brecha digital; y los programas de emprendimiento permiten a los jóvenes formular iniciativas y acceder a capital semilla para crear unidades productivas.
Cada componente busca que los estudiantes avancen de forma continua, vinculando el aprendizaje con la vida diaria y las vocaciones productivas de la región. El maestro deja de ser solo un transmisor de contenidos y se convierte en mediador, mientras el estudiante asume un papel activo y autónomo. Esta dinámica fomenta competencias laborales, sociales y ciudadanas que fortalecen la empleabilidad y el liderazgo juvenil.
Los resultados son visibles. Miles de jóvenes han completado su educación en sus comunidades, han accedido a la universidad y han creado proyectos sostenibles que facilitan su inserción en el mundo laboral. Las líneas de inserción y de apoyo a microempresarios rurales han abierto opciones de empleo formal y de negocios propios. La articulación con instituciones de educación superior amplía las posibilidades de movilidad académica y profesional.
El modelo de Caldas muestra que es posible ofrecer una educación pertinente, integral y de calidad en el campo colombiano. Entre sus logros se destacan la solidez de la alianza público-privada, la formación constante de docentes, la evaluación por competencias y el liderazgo estudiantil. La sistematización de resultados ha permitido su reconocimiento y replicación en otros territorios.
Hoy, en Caldas, la escuela no es solo un espacio de enseñanza. Se ha convertido en un motor de desarrollo local que conecta a los estudiantes con su territorio, su historia y su futuro. Cuatro décadas después de la primera apuesta, el modelo se mantiene vigente y ha permitido que miles de jóvenes rurales accedan a educación de calidad sin abandonar sus comunidades.
