Opinión
La formación como estrategia empresarial: cerrar brechas desde el trabajo
En el sector privado, el verdadero éxito no solo se mide en cifras. También se refleja en el impacto que generamos al impulsar la educación y el crecimiento personal de nuestros colaboradores.

En el sector privado somos cada vez más conscientes de que el éxito empresarial no solo se mide en cifras de venta o en la expansión de mercados. También se basa en la posibilidad de generar impacto real en las vidas de los colaboradores que forman parte de nuestras organizaciones. Un hecho que lleva a que un factor se sume a la introducción de avances tecnológicos y a la estrategia de negocio: la educación.
Ahora bien, existe un fenómeno curioso en el mercado laboral. De acuerdo con el DANE, la tasa de desocupación entre una persona que no tiene ninguna formación educativa y una persona con un posgrado es de solo 4 puntos porcentuales. Si se hiciera un análisis reduccionista, podría decirse que la diferencia no es fundamental. Sin embargo, al ampliar el panorama, nos damos cuenta de que la mayoría de la fuerza laboral del país tiene un nivel de educación media, y el 43,8 por ciento de la población desocupada se ubica en ese nivel. A partir de ahí, mientras se avanza en el nivel de formación, esta cifra se reduce hasta llegar a un 11,6 por ciento en educación universitaria y a un 2,1 por ciento en posgrado.
Esta realidad lleva a una reflexión que, a su vez, invita a generar un compromiso. Así como trabajamos constantemente para hacer nuestros procesos de negocio más eficientes e innovadores, también es necesario enfrentar la forma como estamos acompañando a nuestros colaboradores en su desarrollo educativo.
Fortalecer la educación, incluso desde la niñez, es sin duda un objetivo fundamental para el país, y el sector privado no debe ser ajeno a esta realidad. En general, y desde el sector privado, podemos y debemos contribuir a ese propósito compartido a partir de generar valor promoviendo el crecimiento educativo de quienes ya forman parte de nuestras organizaciones.
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En nuestra compañía hemos sido testigos del impacto que puede tener brindar oportunidades de formación a colaboradores con talento y determinación para que mejoren su nivel educativo. Hemos acompañado historias que nos inspiran profundamente, protagonizadas por personas que, desde sus primeras funciones en Autogermana, demostraron un potencial que iba mucho más allá de su rol. En muchos casos, factores externos les habían impedido acceder a una educación formal, pero con el acompañamiento adecuado lograron dar pasos decisivos hacia su crecimiento profesional y personal.
Estas historias no solo nos llenan de orgullo, sino que también son testimonio del poder transformador de la educación: una herramienta que amplía horizontes, fortalece la confianza y cambia vidas.
Lo que quiero destacar es que el compromiso con la formación continua de los colaboradores no puede limitarse a una estrategia de bienestar laboral, sino que debe responder a una convicción profunda de que el éxito empresarial está directamente relacionado con el desarrollo de las personas que forman parte de los equipos de trabajo. Se generan así oportunidades no solo por sus condiciones iniciales, sino también por el potencial que pueden desarrollar al tener acceso a las herramientas correctas.
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, el talento humano sigue siendo el factor diferencial. La inteligencia artificial, la automatización y la digitalización están transformando distintos sectores, como es el caso del automotor. Pero nada de esto tendrá sentido si no seguimos comprometidos en el desarrollo integral de las personas.
Como decimos en Autogermana, nuestro propósito es mover emociones, y sin duda lo logramos cuando esas emociones están conectadas con el crecimiento, la realización personal y la pasión de nuestra gente.
* Contenido elaborado con el apoyo del Grupo Autogermana.