Foros Semana

¿Puede crecer la economía sin biodiversidad?: el café y las abejas responden con un rotundo “no”

Integrar el capital natural en las decisiones productivas es hoy una prioridad impostergable. Este será uno de los ejes clave de la VIII Cumbre de Sostenibilidad de Foros Semana del próximo 15 de julio.

30 de mayo de 2025, 9:54 p. m.
Honey bee on a pink flower in the garden. Macro.
Casi todos los sectores productivos dependen de servicios ecosistémicos como la polinización de las abejas u otros más. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Mientras la economía global avanza hacia modelos cada vez más complejos y tecnológicos, una verdad permanece constante: sin agua, sin bosques y sin biodiversidad, no hay futuro. No hay producción, no hay bienestar, no hay vida. Conservar el capital natural no es un lujo ambiental, sino una necesidad urgente para sostener la existencia humana y la estructura de las economías. Pero ¿cómo lo estamos entendiendo? ¿Lo estamos cuidando realmente?

Brigitte Baptiste, bióloga, exdirectora del Instituto Humboldt y actual rectora de la Universidad Ean, lo plantea así: “La mejor forma de integrar el capital natural es a través del reconocimiento del flujo de beneficios o de servicios que la biodiversidad le presta a la sociedad”.

Brigitte Baptiste Rectora de la Universidad EAN
Brigitte Baptiste rectora de la Universidad Ean. | Foto: esteban vega la-rotta-semana

Para ella, casi todos los sectores productivos pueden identificar de qué servicios ecosistémicos depende, como, por ejemplo, la polinización en cultivos de cacao. “Uno puede hacer experimentos de qué pasaría si no estuviesen presentes los polinizadores, y se da cuenta de que ahí hay un aporte significativo de la biodiversidad a la economía”, advirtió.

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Otro caso claro es el del café, producto insignia de Colombia, cuya producción también depende en gran medida de los polinizadores, como las abejas. Si estos insectos desaparecieran o su población disminuyera drásticamente, las flores de los cafetales no podrían ser polinizadas de forma efectiva, lo que afectaría directamente la producción, el ingreso de las familias caficultoras y las exportaciones. Es una muestra concreta de cómo la naturaleza no solo sostiene ecosistemas, sino economías enteras. Sin polinizadores, sin bosques o sin agua, ninguna economía —por pequeña o grande que sea— puede sostenerse. Así de sencillo: sin naturaleza, no hay negocio.

Este reconocimiento práctico —que la naturaleza no es solo paisaje, sino infraestructura viva— ha ganado espacio en las agendas globales. Así lo explicó Alejandra Laina, directora del programa de Alimentos, Uso del Suelo y Agua de WRI Colombia, y cabeza de la Iniciativa 20x20, una plataforma que articula a 18 países de América Latina con metas de restauración para 52 millones de hectáreas al 2030.

Si logramos restaurar paisajes, tenemos mejor producción de agua, mejores cadenas de valor y promovemos medios de vida sostenibles”, afirmó. La restauración, dice Laina, no es solo ambiental: es una apuesta integral para conectar agricultura, biodiversidad, cambio climático y economía.

En esa conexión entre naturaleza y economía, Marcela Quintero, directora general asociada para investigación, estrategia e innovación de la Alianza de Bioversity International y el CIAT, insistió: “El capital natural constituye un componente fundamental de la riqueza nacional”.

Marcela Quintero, directora general asociada para investigación, estrategia e innovación de la Alianza de Bioversity International y el CIAT

Marcela Quintero, directora general asociada para investigación, estrategia e innovación de la Alianza de Bioversity International y el CIAT.
Marcela Quintero, directora general asociada para investigación, estrategia e innovación de la Alianza de Bioversity International y el CIAT. | Foto: Archivo personal

Para ella, al evaluar el desempeño económico, no deberíamos limitarnos a los beneficios derivados de la producción, sino incorporar métricas que reflejen el estado y la rentabilidad de nuestros activos ecológicos.

“Estos recursos, como el agua y los suelos fértiles, operan como pilares para sectores estratégicos: desde la agricultura que abastece nuestro consumo interno hasta las exportaciones de flores y alimentos”, apuntó.

Cultivo de café
La producción del café también depende en gran medida de polinizadores, como las abejas. | Foto: Getty Images

Quintero destacó avances como las cadenas lácteas libres de deforestación o la adopción de modelos conservacionistas en el cultivo de cacao, apoyados desde la Alianza; pero insiste en que aún hay camino por recorrer. Por ejemplo, propone avanzar hacia una diferenciación comercial basada en la conservación, fomentar sinergias intersectoriales —reconociendo que un mismo ecosistema puede sustentar múltiples sectores como energía, agricultura y turismo— y escalar instrumentos de política como los pagos por servicios ambientales, las compensaciones flexibles y los mecanismos de obras por impuestos, evaluando su impacto mediante indicadores como la recarga hídrica, el secuestro de carbono o la conservación de polinizadores críticos para la agricultura.

La naturaleza no es un recurso ajeno

No todos están cómodos con el término “capital natural”. Para Marcela Fernández, fundadora de Cumbres Blancas, el problema de fondo es ver a la naturaleza como algo separado del ser humano. “Somos naturaleza”, recalcó. “El problema es que cuando nos vemos separados de ella, estamos poniendo por encima la extracción y la explotación, sin garantizar la subsistencia a largo plazo”.

Marcela Fernández Fundadora de Cumbres Blancas
Marcela Fernández, fundadora de Cumbres Blancas. | Foto: Cortesía

Según Fernández, conservar no puede seguir siendo un “sello verde” en empresas o gobiernos, sino una transformación profunda de nuestra relación con la Tierra. “Nos estamos comiendo el futuro en un presente sin planeación”, sentenció.

Esa conexión profunda también está en el corazón de la Amazonía, el bioma más vasto y biodiverso del planeta. Allí, el capital natural es mucho más que un activo: es una red vital que regula el clima, produce el 15 por ciento del agua dulce del planeta y sostiene la vida de millones.

Luz Marina Mantilla, directora del Instituto SINCHI, advirtió: “Sin bosques no hay agua. Sin agua, la posibilidad de supervivencia de la humanidad disminuye”. Mantilla insistió en que la política pública debe integrar la biodiversidad como parte esencial de su lógica de supervivencia. “Restaurar es muy costoso. Lo mejor es conservar”, afirmó.

Luz Marina MantillaDirectora general del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi)
Luz Marina Mantilla, directora general del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (SINCHI). | Foto: Esteban Vega

Esa interdependencia es especialmente clara en unos entornos naturales más que otros. Para Silvia López, especialista en ecosistemas acuáticos continentales del programa regional de WCS, “la buena salud de los bosques y de los ríos es un aspecto fundamental que está asociado a la cantidad y calidad de los servicios ecosistémicos que ambos nos prestan”.

Y esos servicios inciden directamente en las cadenas de valor: los ríos, por ejemplo, permiten transportar productos agrícolas desde regiones apartadas, pero su alteración —por represas, deforestación o sobreexplotación— puede encarecer o incluso hacer inviable ese transporte.

Natural landscape in the Colombian mountains of the Nevados National Park, in the background the Nevado del Tolima in the middle of Frailejones
La naturaleza no solo sostiene ecosistemas, sino economías enteras. | Foto: Getty Images

Además, los ríos alimentan acuíferos esenciales para cultivos estratégicos, sostienen poblaciones de peces silvestres que dependen de la biodiversidad ribereña, y regulan la erosión que, de no mitigarse, impacta la potabilidad del agua.

Muchos peces se alimentan de frutos que caen de los árboles ribereños”, explicó la vocera de WCS, quien agregó que incluso cultivos como el café, el aguacate, el cacao o el maracuyá dependen de bosques sanos que aseguren la transferencia de polen. En suma, cualquier alteración de estos ecosistemas pone en riesgo la productividad agrícola, pesquera y comercial.

Conservar es invertir en sobrevivir

Los llamados “ríos voladores”, flujos de vapor de agua que nacen en la masa boscosa amazónica y cruzan continentes, no existirían sin la selva. Esos servicios invisibles pero esenciales no se contabilizan en los balances económicos tradicionales y, sin embargo, son la base de cualquier desarrollo posible. “El bosque, el agua, la biodiversidad están integrados. Pero no los entendemos como una unidad”, advirtió la directora del Instituto SINCHI. Esa desconexión, dijo, debe corregirse desde la cultura, desde la educación y, sobre todo, desde la política.

En ese sentido, la restauración de paisajes que promueve la Iniciativa 20x20 aparece como una respuesta estratégica. “Estamos hablando de restauración para evitar la ampliación de la frontera agrícola, para la conectividad ecológica, para la recuperación de cuerpos hídricos”, explica Laina. Pero para que esas metas se cumplan, advierte, es indispensable una coordinación efectiva entre los ministerios de Agricultura, Ambiente, Comercio y Turismo, junto con las comunidades locales.

A pesar de las diferencias de enfoque —entre quienes usan el término “capital natural” y quienes lo cuestionan— hay un consenso entre las voces expertas: no hay futuro sin naturaleza. Ya no se trata solo de salvar a las ballenas o a los osos; se trata de salvar la base de toda economía, de toda alimentación, de todo bienestar. Se trata de nosotros.

“El sistema está mal pensado”, concluyó Marcela Fernández. Y esa es quizás la advertencia más dura de todas. No bastan gestos simbólicos ni políticas fragmentadas. Conservar el capital natural no es solo una responsabilidad ambiental: es una estrategia de sobrevivencia y prosperidad a largo plazo: porque conservar, literalmente, es conservarnos.

El panel ‘Sin naturaleza no hay economía: ¿cómo integrar el capital natural en el desarrollo productivo?’ hace parte de la VIII Cumbre de Sostenibilidad de Foros Semana, que se realizará el próximo 15 de julio con el patrocinio académico de la Universidad Militar Nueva Granada, la invitación de LATAM Airlines Colombia, el apoyo de Avianca, Davivienda, FEDEPALMA y la alianza de CECODES, Constructora Bolívar, Tetra Pak y Waste2Worth Latam .

En este espacio clave se abordará cómo la protección de los ecosistemas se traduce en estabilidad económica, productividad y bienestar colectivo, y por qué incorporar el capital natural en las decisiones productivas es hoy una prioridad impostergable

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