En la edición 2025 del Gran Foro Colombia Rural, organizado por Foros Semana, Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), trazó un panorama preciso sobre la situación del agro. Su intervención retomó los temas que hoy concentran la preocupación del sector y puso sobre la mesa fallas estructurales que, con el tiempo, se han vuelto parte del funcionamiento cotidiano del campo colombiano.Bedoya describió cómo, a pesar de que la producción sigue respondiendo, lo hace en un entorno cada vez más exigente: infraestructura insuficiente, inseguridad física y jurídica, presión internacional sobre exportaciones clave, impactos climáticos y un mercado laboral rural que permanece atrapado en la informalidad. Su lectura buscó ordenar estos elementos para entender mejor el contexto en el que hoy opera el sector.Proyección hacia el Foro Colombia Rural 2026En este panorama, la intervención de Bedoya dejó planteados varios temas que seguirán orientando la discusión pública y que previsiblemente ocuparán un lugar central en el Gran Foro Colombia Rural 2026. La agenda que empieza a configurarse apunta a profundizar en los avances y tensiones que atraviesan al campo colombiano, así como en las transformaciones que diversas regiones ya están emprendiendo.Más que cerrar debates, el próximo foro se perfila como un espacio para actualizar el diagnóstico, contrastar perspectivas y examinar, con mayor alcance territorial, los caminos posibles para fortalecer la ruralidad.1. La precariedad de la infraestructura limita cualquier promesa de desarrollo“Son 162.000 km de vías terciarias, de las cuales solamente el 20% está en buen estado”. El rezago vial sigue siendo uno de los mayores obstáculos del agro colombiano. El mal estado de las carreteras encarece el transporte, limita la competitividad y perjudica el acceso a mercados. La geografía del país exige inversiones constantes que no han sido asumidas con la seriedad necesaria.2. Los bloqueos se consolidaron como un factor que incide directamente en la inflación“Entre enero del 2023 y agosto del 2025 hemos tenido más de 2.160 bloqueos a las carreteras del país”. La recurrencia de bloqueos altera el abastecimiento de ciudades y presiona los precios de los alimentos. Bedoya recordó que en 2021 un mes de interrupciones elevó la inflación de manera comparable a la de un año completo. Lo que debería ser excepcional se ha vuelto rutina.3. La inseguridad jurídica frena decisiones de inversión en el campo“Las decisiones en el campo requieren estabilidad en las reglas de juego”. Los ajustes legislativos y reglamentarios que avanzan sin consenso técnico generan incertidumbre. La propiedad rural, la formalización y los incentivos productivos necesitan estabilidad institucional. Sin reglas claras es imposible atraer capital o planificar a largo plazo.4. Regulaciones sin enfoque técnico pueden excluir actividades esencialesAlgunas propuestas normativas, advierte Bedoya, podrían restringir sectores que sostienen el abastecimiento nacional y generan miles de empleos. Las decisiones regulatorias deben considerar la escala productiva y el rol estratégico de cada actividad para evitar distorsiones graves.5. La seguridad alimentaria depende del productor, no de la retórica“A todos nos guardaron y lo único que no faltó fue la comida”. La pandemia evidenció la fortaleza del aparato productivo rural. Aun sin un entorno óptimo, los productores garantizaron el suministro nacional. Esa resiliencia, sin embargo, no puede ser la excusa para postergar políticas de apoyo, infraestructura y crédito.6. La informalidad laboral limita el acceso real a la alimentación“Nuestro problema no es de oferta; nuestro problema es de ingresos para que los colombianos puedan tener acceso a la alimentación”. Aunque la producción alimentaria es robusta, millones de hogares carecen de ingresos estables para adquirirla. La informalidad rural —que supera el 84 %— condiciona la demanda interna y acentúa desigualdades. La seguridad alimentaria también es una cuestión de empleo.7. La dependencia de insumos importados expone fragilidades estratégicas“Traemos prácticamente todo el maíz amarillo… y la gran mayoría del frijol soya y la torta de soya”.Buena parte de la proteína animal del país depende de materias primas provenientes del exterior. Cualquier variación arancelaria o geopolítica repercute en los costos de producción y en el precio final de los alimentos. Colombia aún no ha diseñado una estrategia efectiva para reducir esta vulnerabilidad.8. Las tensiones con Estados Unidos generan incertidumbre para miles de exportadores“Cada vez que hay un enfrentamiento… nuestros exportadores y trabajadores quedan muy preocupados”. El agro colombiano depende en gran medida del mercado estadounidense. Flores, café, aguacate y tilapia —entre otros productos— quedarían expuestos si los aranceles se modifican. Las confrontaciones políticas tienen consecuencias económicas directas en el empleo rural.9. El riego insuficiente impide expandir la frontera agrícola“Tenemos 780 distritos de riego y el 30% no funciona”. La falta de riego limita la diversificación productiva y vulnera a los agricultores ante fenómenos climáticos extremos. La adaptación exige inversiones sostenidas que han sido postergadas durante décadas. El desarrollo rural no es posible sin infraestructura hídrica funcional.10. La resiliencia del agro no puede seguir sustituyendo la responsabilidad del Estado“Sin comida no hay vida, y por eso el sector agropecuario es un sector que hay que cuidar”. El campo continúa sosteniendo la seguridad alimentaria pese a la adversidad. Pero la resiliencia tiene un límite. Bedoya hace un llamado a fortalecer instituciones, corregir fallas y asumir el papel estratégico del agro para la estabilidad del país.