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Tratamiento y prevención del VIH: ¿cómo estamos hoy?
Con el acceso a pruebas diagnósticas, el uso de métodos de protección, estrategias de prevención y la implementación de tratamientos efectivos y seguros, se puede avanzar hacia una mejor calidad de vida. Entérese de más en el Foro Vivir con VIH: sin miedo a una vida plena, el próximo 5 de diciembre.
Apenas hace un par de décadas, un diagnóstico de VIH prácticamente equivalía a una sentencia de muerte, pero hoy en día, gracias a los avances en la ciencia médica, las personas que viven con el virus de la inmunodeficiencia humana pueden llevar vidas plenas y saludables. Esta premisa será uno de los temas principales del Foro Vivir con VIH, que se llevará a cabo el próximo jueves 5 de diciembre en el edificio Semana, en Bogotá. Para asistir regístrese aquí.
Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, un tratamiento adecuado no solo permite controlar esta afección, sino que también protege a las parejas de las personas que viven con VIH.
Las principales formas de transmisión incluyen las relaciones sexuales desprotegidas, el uso compartido de agujas y la transmisión de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.
El CDC indica que las prácticas sexuales, tanto anales como vaginales, representan un alto riesgo si no se utilizan medidas de protección, como los preservativos o medicamentos preventivos. Durante las relaciones anales, el receptor tiene un mayor riesgo de infección, ya que el VIH puede ingresar a través de la mucosa del recto.
Tendencias
En el caso del sexo vaginal, el virus puede entrar a través del tejido que recubre la vagina y el cuello uterino. Mientras que la transmisión perinatal sigue siendo una de las formas más comunes en que los niños contraen el VIH. Vale la pena aclarar que “no se puede contraer o transmitir el VIH a través de actividades que no impliquen contacto con fluidos corporales”, como tocar o abrazar, de acuerdo al CDC.
Prevención de la enfermedad
Actualmente, existen diversas herramientas para prevenir la infección por VIH. Entre ellas, los preservativos, que son altamente eficaces para prevenir tanto el VIH como otras infecciones de transmisión sexual (ITS).
La profilaxis preexposición (PrEP) también ha demostrado ser una opción efectiva para reducir significativamente el riesgo de contraer el VIH. Este tratamiento, cuando se toma de forma adecuada, puede evitar que el virus se establezca y se propague en el cuerpo.
“La PrEP puede impedir que el VIH se establezca y se propague por todo el cuerpo. Es altamente eficaz si se toma según las indicaciones. La PrEP protege contra el VIH, pero no contra otras enfermedades de transmisión sexual (ETS). Se puede proteger aún más si usa condones y se toman otras medidas de prevención”, explicaron desde la Clínica Mayo.
La profilaxis posexposición (PEP) implica el uso de medicamentos después de una posible exposición al VIH, pero debe iniciarse dentro de las 72 horas posteriores a la exposición.
Diagnóstico y tipos de pruebas
Conocer el estado serológico es fundamental para mantener la salud individual y de la pareja, y la única forma de determinar si una persona tiene el virus de VIH es mediante pruebas diagnósticas. El CDC recomienda que todas las personas entre 13 y 64 años se realicen la prueba de VIH al menos una vez como parte de su atención médica de rutina. Para aquellos con factores de riesgo, se aconseja realizar pruebas con mayor frecuencia, idealmente cada seis meses.
Los tres tipos principales de pruebas de VIH:
1. Pruebas de anticuerpos: estas pruebas buscan anticuerpos al VIH en la sangre o el líquido oral. La mayoría de las pruebas rápidas y la única prueba de autoevaluación aprobada por la FDA son pruebas de anticuerpos.
2. Pruebas de antígeno: estas pruebas detectan tanto anticuerpos como antígenos del VIH. Son comunes en laboratorios y se recomienda su uso en entornos clínicos. También hay pruebas rápidas disponibles.
3. Pruebas de Ácido Nucleico (NAT por sus siglas en inglés): estas pruebas buscan el virus real en la sangre. Permiten detectar el VIH más pronto que otros tipos de pruebas y son particularmente útiles en casos de posible exposición reciente.
¿Cuándo buscar ayuda?
Los síntomas del VIH pueden variar significativamente en cada persona y durante las diferentes etapas de la infección. En la fase aguda, que generalmente se presenta entre dos y cuatro semanas después de la exposición al virus, algunas personas pueden experimentar síntomas que se asemejan a los de una gripe.
Desde la Clínica Mayo precisan que “entre los posibles síntomas se incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular y articular, sarpullido, dolor de garganta y llagas dolorosas en la boca, ganglios linfáticos inflamados, diarrea, pérdida de peso, tos y sudoraciones nocturnas”.
Esta etapa puede durar desde unos días hasta varias semanas, y es importante señalar que no todas las personas cursando con la infección presentan síntomas en esta fase inicial. También se registran casos en que no hay síntomas evidentes, pero igualmente la carga viral durante la fase aguda es especialmente alta, lo que aumenta considerablemente el riesgo de transmisión del virus a otras personas.
El CDC enfatiza que “es vital que las personas que presenten síntomas compatibles con el VIH, especialmente aquellos que tengan antecedentes de prácticas de riesgo, busquen atención médica de inmediato”.
Cuando la entidad estadounidense habla de personas con antecedentes de prácticas de riesgo se refiere a aquellos que han estado involucrados en conductas que incrementan la probabilidad de contraer el VIH. Esto incluye, por ejemplo, “hombres que han tenido sexo con otros hombres, personas que han tenido relaciones sexuales anal o vaginal con alguien que tiene VIH, aquellos que han tenido más de una pareja sexual desde su última prueba de VIH, así como quienes han compartido agujas, jeringas o cualquier otro equipo de inyección de drogas”.
El CDC también recomienda que “toda persona entre 13 y 64 años se realice pruebas de VIH al menos una vez como parte de su atención médica de rutina”. Para aquellos con ciertos factores de riesgo, se sugiere que se sometan a pruebas anuales o incluso más frecuentes, “cada 3 a 6 meses”. En el caso de las personas que tengan relaciones sexuales sin protección y consideren que fue una exposición de riesgo, es muy importante realizarse la prueba.
Especialistas señalan que la detección temprana es fundamental, ya que permite iniciar un tratamiento adecuado que no solo ayuda a mantener la salud del individuo, sino que también reduce la posibilidad de transmisión a otras personas.
De hecho, un diagnóstico oportuno puede marcar una diferencia significativa en la calidad de vida y en la longevidad de quienes viven con el VIH, convirtiendo lo que podría parecer una sentencia de muerte en una condición manejable con la atención y el tratamiento adecuados.
Para conocer más sobre su prevención y tratamiento en Colombia, no se pierda el Foro Vivir con VIH: sin miedo a una vida plena, organizado por Semana y GSK, el próximo jueves 5 de diciembre en el edificio Semana, en Bogotá y a través de las plataformas digitales de este medio.
Para asistir regístrese aquí.