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Una noche en Bogotá: la apuesta para convertir en millones de dólares las escalas en El Dorado. “Lo que viene será asombroso”
Cada año, millones de viajeros cruzan El Dorado sin conocer Bogotá. El Distrito quiere cambiar eso con una estrategia de “stopover” que conecte la ciudad con su aeropuerto. Andrés Santamaría, director del Instituto Distrital de Turismo (IDT), explica cómo.

Bogotá se ha propuesto algo más ambicioso que tener un gran aeropuerto. Ahora quiere convertirse en una ciudad-aeropuerto. Bajo esa visión, El Dorado no solo debe conectar vuelos, sino también economías, culturas y oportunidades. Con más de 45 millones de pasajeros movilizados en 2024, de los cuales más de 10 millones fueron internacionales, la terminal se posiciona como una infraestructura estratégica para el desarrollo urbano y económico de la capital.
El programa ‘Bogotá Ciudad Aeropuerto’, impulsado por el Distrito y discutido recientemente en el foro organizado por Foros Semana ‘Bogotá y El Dorado: ¿listos para ser el hub de las Américas?‘, integra transporte, ordenamiento territorial, inversión y servicios para posicionar a la ciudad como un centro estratégico de conexión regional.
En ese contexto, el turismo adquiere una nueva dimensión: deja de ser una actividad complementaria y se convierte en pieza central del modelo de desarrollo urbano y económico: "porque el turismo ya no empieza en el hotel sino en el aeropuerto", precisó Andrés Santamaría, director del Instituto Distrital de Turismo (IDT).
Con esta premisa, Bogotá busca convertir a El Dorado en una verdadera puerta de entrada para los viajeros internacionales. ¿Y si se quedaran al menos una noche? Esa es una de las grandes apuestas del programa, que ve en el turismo no solo una oportunidad económica, sino una herramienta de posicionamiento global.
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Desde el IDT, la ciudad impulsa campañas, alianzas y servicios enfocados en mejorar la experiencia del visitante desde que pone un pie en El Dorado. El turismo, en este contexto, se convierte en un eje estratégico para transformar escalas breves en estadías memorables. Su director explicó cómo se integra esta visión y qué se necesita para convertir escalas en estadías memorables.
Bogotá quiere que los viajeros en tránsito no solo pasen por El Dorado, sino que vivan una experiencia en la ciudad. ¿Cómo se está estructurando esta estrategia de stopover dentro del programa Bogotá Ciudad Aeropuerto?
ANDRÉS SANTAMARÍA (A.S.): Por primera vez en la Por primera vez en la historia del país, Bogotá tendrá su programa oficial de stopover. Vamos a aprovechar estratégicamente el tránsito aéreo para que quienes conectan en El Dorado se queden una o dos noches en la ciudad. Esta apuesta, impulsada por el alcalde Carlos Fernando Galán y liderada desde el IDT, se está construyendo con un actor clave: Avianca, la aerolínea con más conexiones internacionales desde Colombia. Ellos han mostrado un interés y compromiso estratégico con Bogotá. De hecho, ya nos están permitiendo que esto pase, facilitándonos ese proceso.
Nosotros, ya estamos trabajando en una gran campaña que emocione quedarse en en la ciudad. Avanzamos en una estrategia que incluye paquetes promocionales, rutas exprés culturales y gastronómicas, información directa en el aeropuerto y a bordo, y una articulación inédita con agencias, operadores, hoteles y comercios locales.
¿Cómo planean posicionar esta estrategia de stopover en el escenario internacional?
A.S.: En julio lanzaremos oficialmente esta campaña internacional, con slogans, piezas audiovisuales, activaciones dentro y fuera del aeropuerto, y una narrativa que invite a vivir Bogotá, incluso si es por una sola noche. Queremos mostrarle al mundo que Bogotá es mucho más que una ciudad de escala: es una ciudad que deja huella. Y no lo haremos solos. Este programa necesita del compromiso de más actores del sector aeronáutico, del turismo, del comercio y de la cultura.
Si logramos que al menos 100.000 pasajeros internacionales al año decidan quedarse una sola noche, y gastar un promedio conservador de 200 dólares, eso representaría 20 millones de dólares anuales que entrarían directamente a la economía bogotana. Solo por una noche. Imaginen el impacto si esa noche se convierte en emoción, en conexión, en recuerdo y en retorno. Esto no es solo una campaña. Es una transformación profunda del modelo turístico colombiano, con resultados concretos en empleo, inversión, marca ciudad y orgullo capitalino.

¿Cómo se está trabajando desde el IDT para integrar la experiencia del visitante con la nueva infraestructura proyectada?
A.S.: Todo empieza en el aire, sí; pero lo que define la experiencia de un viajero es el primer paso en tierra. En el IDT estamos obsesionados con una sola pregunta: ¿cómo hacemos que ese primer paso sea tan potente que el visitante no quiera irse? Por eso, hemos puesto en marcha una estrategia integral que va desde lo más humano hasta lo más digital. Comenzamos por formar a quienes primero interactúan con el viajero: taxistas, conductores de plataformas, botones, meseros, recepcionistas, operadores en el aeropuerto. Buscamos que reciban formación en bilingüismo, hospitalidad, atención al cliente, porque no hay segunda oportunidad para una primera impresión. En este contexto, también estamos a punto de empezar una estrategia disruptiva sobre la necesidad del buen servicio al cliente de todos los que hacemos parte del sector: restaurantes, bares, discotecas, etc.
Por ejemplo, activamos campañas de bienvenida emocional, en alianza con Visit Bogotá, que conectan al visitante con la ciudad desde el primer clic_ códigos QR, mapas digitales, recorridos sugeridos, fotografía inmersiva, rutas culturales y toda la agenda de eventos actualizada al instante. A la parte, junto con TransMilenio, lanzaremos una integración para que sus mapas digitales estén totalmente conectados con la oferta turística de Bogotá. El plan es que esto esté también en taxis y otros medios de transporte. Lo que viene será asombroso.

Adicionalmente, nuestro punto de atención turística dentro de El Dorado está siendo completamente renovado. Será una experiencia que invite, que inspire, que dé ganas de salir a recorrer. ¿Por qué pedirle al viajero que busque por su cuenta, si podemos ofrecerle todo al alcance de su mano? Es aquí donde entra una de las grandes apuestas que stopover. Imaginen esto: haces conexión en Bogotá rumbo a Buenos Aires y tienes 18 horas entre vuelos. En lugar de esperar en una sala, recibes una invitación: “¿Y si te quedas esta noche y descubres Bogotá?”. Y lo haces. Tomas un tour exprés por La Candelaria, cenas en Monserrate, escuchas música en vivo, duermes en un hotel acogedor y tomas tu vuelo al día siguiente con una sonrisa, una historia y una promesa: voy a volver.
Eso es un stopover bien hecho. Eso es exactamente lo que estamos construyendo; una experiencia que prolonga la estadía, que deja huella emocional, que dinamiza la economía y que posiciona a Bogotá como un destino de conexión internacional con propósito.
Después de atraer a los viajeros con el stopover, ¿cómo está trabajando el IDT para que la experiencia en tierra convierta esa primera escala en una conexión emocional con Bogotá?
ANDRÉS SANTAMARÍA (A.S.): El turismo es un pilar central en la estrategia Bogotá Ciudad Aeropuerto. El Dorado no es cualquier terminal aérea: es el aeropuerto más importante de América Latina en tráfico de pasajeros, y una auténtica puerta de entrada a Colombia. Solo en 2024, Bogotá recibió más de 45 millones de pasajeros, y más de 10 millones fueron internacionales. Sin embargo, una proporción muy significativa solo hace conexión y nunca llega a ver la ciudad. Ese es el gran reto, pero también la gran oportunidad. Como lo ha planteado el alcalde Carlos Fernando Galán, el objetivo es claro: convertir el aeropuerto en un puerto seco de desarrollo económico, donde se articulen movilidad, infraestructura, cultura y turismo. Es el momento de pensar en grande y de entender que el turismo no empieza cuando el visitante llega a su hotel, empieza cuando pisa el aeropuerto.
Por ejemplo, Ámsterdam transformó Schiphol en una extensión de la ciudad. Hoy puedes aterrizar allí, salir, visitar el Rijksmuseum en menos de tres horas y volver a volar. Doha ofrece city tours gratuitos desde el aeropuerto de Hamad a quienes tienen más de ocho horas de tránsito. Y Changi, en Singapur, es más que un aeropuerto: tiene cascadas interiores, cines, jardines y hasta experiencias de arte y cultura local antes de pasar migración. No solo conectan vuelos, conectan culturas y economías. Bogotá puede y debe lograr eso.
Desde el IDT, esta visión se articula con la promoción internacional de Bogotá. Estamos desarrollando campañas digitales segmentadas, alianzas con aerolíneas y operadores globales, y estructurando a Bogotá como un hub turístico diverso y competitivo, desde lo cultural y gastronómico hasta lo natural, rural y experiencial. El reto es que no se vayan, que se queden y vivan Bogotá.
¿Qué oportunidades específicas abre este programa para posicionar a Bogotá como un destino turístico de escala regional, especialmente en el contexto de los viajes de conexión y negocios?
A.S.: El verdadero desafío no es que Bogotá sea una ciudad de paso, sino lograr que quienes pisan El Dorado, aunque sea por unas horas, decidan quedarse al menos una noche. Si tan solo un 10 % de los pasajeros internacionales en tránsito decidieran quedarse una noche en Bogotá, estaríamos hablando de más de 130.000 nuevos visitantes al año. Ese número, aunque parezca modesto frente al total, tendría un impacto profundo en la economía local.
Eso se traduce en más noches de hotel ocupadas, más mesas llenas en los restaurantes, más oportunidades para guías turísticos, artistas, taxistas, operadores de tours, eventos y museos. Bogotá tiene algo que muchas ciudades no tienen: una ubicación estratégica para conectar Norteamérica, Europa y Suramérica, tanto en viajes de ocio como en negocios.
Lo que más me emociona es lo que esto significa para la ciudad socialmente. Hoy, los sectores que más están creciendo en Bogotá son precisamente los microsectores ligados al turismo: gastronomía, hospedaje, eventos, transporte turístico. Pero más allá del crecimiento económico, el turismo está abriendo oportunidades reales de empleo para mujeres, jóvenes, emprendedores y poblaciones tradicionalmente excluidas. Aquí estamos hablando de desarrollo con dignidad y sentido.
El turismo es una palanca de desarrollo territorial, una herramienta poderosa para activar las economías locales. Los bogotanos, quienes vivimos aquí, tenemos una oportunidad histórica, y depende de todos nosotros aprovecharla.