Televisión
Adriana Romero da detalles sobre su debut como directora de cine y el protagónico que tendrá una de sus hijas
La actriz bogotana habla sobre la dignificación del oficio de los actores en el país, la influencia de sus padres en su carrera actoral, su separación con Rodrigo Candamil y su debut como directora de cine.


Adriana Romero es una de las figuras más queridas y respetadas de la televisión colombiana contemporánea. Hija de la reconocida actriz Judy Henríquez y del actor y guionista Bernardo Romero Pereiro, Adriana ha forjado una carrera artística sólida que ha trascendido las pantallas. Desde sus inicios, su vida estuvo marcada por el arte, y con una formación internacional que la llevó a Milán y a Nueva York, pudo descubrir y madurar su talento teatral y actoral más allá de las fronteras colombianas.
“La base que tengo como actriz es lo que me permite escribir como escribo, dirigir como dirijo, porque me dio la posibilidad de conocer mucho el alma humana”, le contó la actriz a SEMANA.
Su participación por exitosas telenovelas como Ana de nadie, La ley del corazón, La caponera o La promesa la consolidaron como una actriz de gran profundidad y versatilidad, mientras que en teatro ha explorado y dirigido proyectos que constatan su compromiso por el arte escénico. Ejemplo de ello han sido obras como Antígona, El diario de Anna Frank o VIP, Felicidad for sale.
El interés de Adriana Romero va más allá de la actuación. Desde hace años, trabaja para dignificar el oficio de actores y actrices en Colombia, sector al que describe como fundamental en la construcción de identidad y memoria cultural del país. Sobre los Premios Bravo, los cuales dirige y que tuvieron su edición más reciente, expresó que “la importancia de los premios es esencial, porque permite que el gremio sea reconocido públicamente. Se ha reconocido el valor que hace nuestra profesión en la creación de memoria y patrimonio en Colombia”.
Asegura que la comunidad artística está unida en la búsqueda de reconocimiento y mejores condiciones, y celebra que haya un apoyo creciente de las instituciones públicas para fortalecer estas iniciativas: “Cuando uno se sube al barco, para mí esto es un barco de sueños. Si se suben personas como el Ministerio de las Culturas, el MinTIC, la Secretaría de Cultura, eso es muy simbólico, es muy importante”. Adriana entiende que la actuación no debe ser solo vista como entretenimiento, sino como un aporte político y social en el que los artistas son actores de cambio y transmisores de cultura. Su historia personal está profundamente marcada por la influencia de sus padres, cuya fama y trayectoria moldearon su perspectiva del arte y la vida.
Sobre Judy Henríquez asegura: “Mi madre es un ícono, un paradigma, un ejemplo en muchas cosas. Hubo una ausencia muy grande de su presencia, pero agradezco que cumplió sus sueños porque una madre infeliz afecta mucho a los hijos”. En cuanto a Bernardo Romero Pereiro, destaca que fue un padre exigente y disciplinado, de quien aprendió el respeto por el oficio actoral y la escritura. Sobre sus padres, afirma que aunque no estuvieron siempre presentes, “cumplieron sus sueños, y eso es un gran ejemplo para mi hermana y para mí”.
Esta herencia familiar no solo le dio un referente artístico, sino también humano, pues reconoce la importancia de ser una madre presente, sobre todo frente a los sacrificios que ellos mismos hicieron. Gran influencia en su vida también fue su tía Marlene Henríquez, modelo y gestora cultural, a quien describe como “mi imagen de la verdadera mujer libre, la que rompió estereotipos, una mujer que no necesariamente debe tener una pareja para sentirse realizada”.
Sobre la particularidad de que su padre y su tía murieran el mismo día, con 20 años de diferencia, la actriz le contó a SEMANA que la marcó emocionalmente, pues los acompañó en sus últimos momentos. Marlene fue para ella un faro cultural y personal, que le regaló su primer disco de los Beatles y le enseñó a llevar la vida con libertad y autenticidad. “Ella vivió en Italia siendo joven, igual que yo. Junto a mi hermana estamos haciendo un documental para contar su legado y también su historia, porque merece ser contada”.
La maternidad es otra faceta esencial en su vida y la cual ha influido en sus decisiones profesionales. Adriana reconoce que al convertirse en madre, “me separé de la televisión como actriz durante siete años para compartir esos primeros años con ellas”.
Resalta que ha tratado siempre de que sus hijas comprendan lo que implica tener padres famosos, evitando idealizar la fama como una aspiración en sí misma. “El rol de mamá lo disfruto enormemente y estoy aprendiendo a equilibrar ser madre y profesional”, señala y también asegura que la cooperación con su exesposo, Rodrigo Candamil, ha sido, en sus palabras, “una fortuna”. “Él está siempre muy presente y muy disponible. Nos apoyamos mucho para cumplir nuestros sueños y ser el mejor apoyo para nuestras hijas”, manifiesta.
Sobre la separación que vivió con Rodrigo Candamil, hecho que ha estado en boga en las últimas semanas, asegura que no le interesa hablar del tema. “Mantengo una buena relación con él y prefiero concentrarme en lo importante. Entiendo que para muchos las noticias personales tienen mucha atracción, pero para mí no es un foco”, dice.
Nuevas facetas profesionales
Recientemente, Adriana dio un paso trascendental en su carrera artística: el debut como directora de cine con un proyecto que ella misma escribió y que detalla con emoción. “Es un guion que ganó el premio de desarrollo cinematográfico para ficción del Fondo de Desarrollo Cinematográfico, el premio más importante de guion en Colombia. Para mí fue un espaldarazo de decir: ‘Aquí hay una historia potente que hay que contar’”. Según relató Adriana, el rodaje podría comenzar en marzo o abril próximo, con una meta para estrenar en septiembre u octubre de 2026. “La película es preciosa, muy colombiana. Es un drama con toques de comedia. El personaje principal es una niña que sale en búsqueda de su perro perdido y para eso busca la ayuda del psiquiatra de su perro. Está basada en una novela de Ricardo Silva Romero, que adapté para que fuera una historia familiar con temas adultos”. La actriz reveló que una de sus hijas será la protagonista de la película.
Para Adriana, dirigir y contar esta historia representa su síntesis creativa y una invitación a la unión y la paz en Colombia, inspirada en la mirada inocente de una niña.
Finalmente, reflexiona sobre el rol político del artista y la importancia de mantener una voz pública comprometida. “Estoy harta de que digan que el artista debe callar y solo entretener. El artista no debe solo entretener, para mí el arte es también una forma de transformar el mundo. No voy a ceder mi voz política por miedo a perder apoyo o contratos”. Y agrega: “Quiero un país más incluyente, donde convivamos sin odiar al otro. No vine a la vida solo a entretener, sino a mostrar una forma distinta de ver el mundo que pueda aportar y hacer pensar”. Ha recibido críticas por ser auténtica y no ajustarse a estereotipos femeninos, y enfatiza que quiere ser modelo de una mujer natural y fuerte. “Soy una mujer muy natural en mi imagen, me quiero muchísimo y me encanta”.
Así, Adriana Romero representa hoy a una artista integral que combina talento, compromiso social y valentía, esculpiendo un legado que trasciende la actuación para apostarle a la promoción del arte con sentido y propósito.