Realeza
Así fue la primera visita de Letizia Ortiz a Cali, hace 29 años, cuando era una estudiante pilosa y rumbera. Volvió como reina
En esa época, participó en un encuentro de facultades de Comunicación Social, le encantaron el jugo de lulo y los indígenas guambianos.
La reina de España llegó a Cali este miércoles y seguro, al respirar el aire y contemplar el paisaje, le vinieron a la memoria los recuerdos de un viaje que, para ella, debe ser inolvidable, a juzgar por lo que cuentan las crónicas de aquel año de 1994.
En ese momento, Letizia Ortiz Rocasolano tenía 22 años y era estudiante de Comunicación Social de la Universidad Complutense de Madrid.
Como le interesaba mucho el periodismo que se se hacía en América Latina, al saber que en la capital del Valle del Cauca se realizaría el VII Encuentro Latinoamericano de Facultades de Comunicación, no pensó en otra cosa que asistir.
En ese momento, no tenía el dinero que tiene hoy como reina de España, sino que era la hija de un padre periodista, Jesús Ortiz, y una madre enfermera y sindicalista, Paloma Rocasolano, que no tenían todo el dinero que necesitaba para costear el viaje.
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Para conseguir los fondos, Letizia se empleó en una pizzería como mesera durante un año y fue así como pudo hacerse presente en el encuentro, que tuvo lugar del 24 al 28 de octubre, hace 29 años.
Los organizadores del evento, al igual que sus anfitriones en la capital vallecaucana, le contaron a El País de Cali, en 2003, cuando ella se comprometió con Felipe de España, que desde un primer momento ella sobresalió, porque era la única europea entre los participantes, que eran bolivianos, peruanos, uruguayos y de otras nacionalidades del continente.
En la sesiones, participaba frecuentemente con sus intervenciones y, cada vez que tenía oportunidad, se quedaba hablando con los conferencistas.
Por supuesto, no se perdió la oportunidad de intercambiar ideas con su compatriota, el conocido teórico español de la comunicación Jesús Martín Barbero, quien coordinó a los conferencistas del encuentro.
Pero así como fue de “pilosa” en los asuntos de su carrera, también le puso todo el empeño a conocer la cultura del Valle del Cauca.
Amparo Sarmiento no solo participó con ella en el encuentro, sino que la hospedó en su casa.
Ella le contó a El País que le gustó tanto la rumba caleña que todas las noches tenía programa, así que le entregó las llaves y le dijo: “Vieja, con toda la frescura, entre y salga de la casa cuando quiera. Y lo hizo porque de ahí en adelante ella iba a dormir y sólo nos veíamos en el simposio. Tampoco le hizo feo al trago. Bebió de todo y el aguardiente le gustó tanto que tomaba parejo con nosotros”.
“Era tan extrovertida y amigable, que prácticamente desde que llegó ya tenía su grupo de rumba”, contó también Luis Fernando Ronderos, el organizador del curso.
Así, la futura esposa de Felipe VI, estuvo en las discotecas de moda entre los universitarios de la época, ubicadas en el barrio Ciudad Jardín, como Diabluras, en el Centro Comercial Plaza Norte.
Allí bailó, salsa, merengue y vallenato, “hasta el cansancio”, según otro testigo.
El tiempo le alcanzó también para recorrer los alrededores de Cali.
Visitó las estribaciones de los farallones de Cali, el corregimiento de Pichindé y la finca Fátima, de Luis Eduardo Uribe y su esposa Miriam González, padres de María del Pilar Uribe, otra participante colombiana en el encuentro.
Los Uribe le dijeron a El País que Letizia Ortiz les pareció “una niña muy puesta, amable y simpática”.
En Silvia, Cauca, le impactó la cultura de los indios guambianos, durante un paseo organizado por la Universidad Autónoma de Occidente.
Cuando un grupo de estudiantes de esa alma mater le preguntó qué le había llamado la atención de Cali, contestó: “He probado de todo, pues soy muy comilona. El ajiaco, el sancocho, la arepa me encantó y, todo lo que hacen de maíz. La gente es estupenda, todo muy bien”.
En efecto, los que la acompañaron cuentan que no se eximió de nada, pero que en especial le encantó la piña, que se encontraba por todas partes en las ventas callejeras. Comió tanta, que se le peló la lengua.
También le gustó especialmente el jugo de lulo y, en una llamada a su casa, le dijo a su mamá: “Aquí sirven la sopa con unos bananitos deliciosos”.
Quienes la vieron en esos días también recordaron que, si bien solía asistir a las conferencias en ropa informal, como cualquier estudiante, se aseguró de traer ropa elegante porque sabía que las latinoamericanas le ponen mucho cuidado a su arreglo personal.
Así, cuando tocó vestirse de coctel, la bella asturiana encantó por sus atuendos exquisitos, como los calificaron los amigos que dejó en el Valle del Cauca.
Tiempo después, plasmó en una carta sus impresiones de aquel viaje inolvidable: “Colombia es un país muy hermoso, yo se lo digo a todos aquí en Madrid... escríbeme pronto, muy pronto y recuerda, como yo hago, los días que pasamos todos juntos allí. Un beso y un abrazo. Letizia”.