DIRECTOR

‘Dunkerque’, la película del año

Este jueves se estrena la más reciente película de Christopher Nolan, en la que retrata magistralmente el escape de más de 300.000 soldados británicos de las garras de los nazis. SEMANA habló con él sobre la historia de una derrota que irónicamente cambió el curso de la guerra.

22 de julio de 2017

A mediados de mayo de 1940, en las costas de Dunkerque, Francia, más de 400.000 soldados británicos y franceses esperaban la muerte en medio del terror y el desespero. Arrinconados contra la costa por el arrasador avance de la blitzkrieg nazi en el norte de Francia y Bélgica, dependían de un milagro, en circunstancias extremas mentales y físicas, para sobrevivir.

Los alemanes, en posición de privilegio, bajaron el ritmo de sus acciones de infantería y tanques en una decisión que aún hoy divide a los historiadores. Algunos piensan que lo hicieron para ahorrar esfuerzos, teniendo en cuenta que podían golpear al enemigo con ataques aéreos y navales. Para otros, las tropas de Hitler levantaron el pie del acelerador pues su líder guardaba secretamente el deseo de convencer a Reino Unido, y en general a los Aliados, de que el verdadero enemigo común era la Rusia comunista.

A pesar de todo, el episodio fue tan brutal como la guerra que comenzaba a tomar impulso. Casi 70.000 soldados aliados perecieron a manos de los alemanes, que también hundieron 243 embarcaciones, de las cuales 6 eran destructores. Sin embargo, el desastre no fue total gracias a la Operación Dynamo, por la cual miles de civiles de todas las condiciones atravesaron el canal de la Mancha para evacuar a casi 340.000 que sobrevivieron en sus pequeños botes. Aprovecharon el mal clima y la noche, entre el 25 de mayo y el 3 de junio, para sacar a cuantos soldados fuera posible.

Puede leer: Dunkerque la mejor película de Christopher Nolan

Dunkerque, la cinta que el director británico Christopher Nolan estrena el 27 de julio en Colombia, sumerge al espectador en la angustia y el frenesí de la situación extrema. Transmite la tensión y el valor de miles al narrar la historia de uno de los tantos botes civiles que navegaron sin armas hacia el conflicto para rescatar a sus compatriotas. Y también retrata de forma espeluznante las luchas aéreas que libraron los pilotos de los Spitfires de la RAF para repeler los embates de los Messerschmitt Bf 109 nazis y ganarle tiempo a la operación. Esta película ataca constantemente los sentidos, desde las imágenes y los estruendos bélicos, y se siente más en las entrañas que desde la razón.

Como episodio histórico, Dunkerque desnudó el fracaso de la fuerza expedicionaria enviada por los británicos para tratar de detener el avance nazi de los primeros meses de la guerra, y muchos soldados regresaron a casa con el rabo entre las piernas. No imaginaban que su supervivencia llenaría de esperanza a un pueblo. Así lo vio Winston Churchill. El 4 de junio de 1940, día después de la evacuación final, animó a sus tropas y a su gente en su más famoso discurso de la guerra: arengó a sus compatriotas a defenderse con todo y a jamás rendirse. Churchill bautizó esa muestra de fuerza humana el ‘espíritu de Dunkerque’, y convirtió el episodio en un punto de inflexión de un conflicto que lucía perdido.

Cine de autor

También guionista y productor, Christopher Nolan declaró que movilizar la maquinaria de Hollywood es más sencillo para relatar una victoria. Por fortuna, en este punto de su carrera, cuando a sus 47 años tiene un lugar entre los más grandes directores del momento por producciones como The Dark Knight, Inception e Interstellar, tiene gran poder de convencimiento.

Lo utilizó esta vez para contar, con su particular manera, el episodio que cambió el curso de la Segunda Guerra Mundial. Para escribir el guion habló con otros directores, leyó crónicas, entrevistó sobrevivientes y contrató a Joshua Levine autor de Forgotten Voices of Dunkirk, para asesorar la película desde el punto de vista histórico. Y con ayuda de su mujer, la productora Emma Thomas, dirigió la cinta que ya varios críticos, incluido Peter Bradshaw del diario The Guardian, consideran la mejor de su carrera.

Nolan cree en el cine analógico, soportado en la plataforma física del celuloide. No es fanático del 3D en el séptimo arte o de un artilugio como Netflix. Filmó Dunkerque casi en su totalidad en formato Imax, que ha abrazado, pues ofrece la experiencia más envolvente posible para el espectador. La cinta habla por sí sola, y cumple con creces la expectativa. Late al tiempo de un reloj frenético y parece más un thriller que una película de guerra. De hecho, Nolan la describe como un cuento universal de supervivencia. Dunkerque, una de sus cintas más cortas, asume tres puntos de vista, de personajes ficticios. Esto le dijo a SEMANA sobre su arte y su filme.

Le sugerimos: Interestelar

SEMANA: A mediados de los años noventa usted y su mujer cruzaron el canal en una embarcación pequeña, como una especie de homenaje, y desde ese momento le picó contar el tema de Dunkerque. ¿Qué tan personal es esta película para usted?

CHRISTOPHER NOLAN: Debo sentirme conectado personalmente con cada película que hago, y me resisto a creer que esta es más personal que las demás. Pero sí crecí escuchando la historia. Mi abuelo paterno murió en la guerra, era el navegante de un bombardero Lancaster, así que me formé en medio de relatos sobre su vida. Para los británicos, esta historia se siente cercana, y eso significa para mí una enorme responsabilidad a la hora de asumirla. A la vez, la siento como una historia que debía ser contada en el cine moderno, como una gran oportunidad.

SEMANA: En sus filmes usted suele interrogar el tiempo, ¿cómo lo abordó esta vez?

C.N.: El tiempo es una herramienta interesante para cualquier director. Cada película, y el cine en sí, tiene una relación con el tiempo y la manera en la que afecta a la audiencia. En esta cinta quise presentar elasticidades distintas de tiempo que contrastaran: tomé una hora dentro de estos aviones Spitfire que pelearon sobre Dunkerque, para hacerlo sentir en tiempo real, en las proporciones épicas que vivían. Tomé un día en el camino de los little boats, aquellos civiles que cruzaron valientemente el agresivo canal para llegar a la guerra y ayudar. Y también, retraté a los hombres y jóvenes en la playa, quienes estuvieron allí por poco más de una semana y lidiaron con un terror absoluto que alternaban con pasajes de aburrimiento y frustración enormes. Quería distinguir cada hilo narrativo con su propio sentido de tiempo, y entrelazarlos y fusionarlos de maneras interesantes.

SEMANA: ¿Cree que algo sobrevive del ‘espíritu de Dunkerque’, como lo llamó Winston Churchill?

C.N.: Yo iría más lejos, creo que ese espíritu no solo cobija a los británicos. Esta historia identifica un sentido de respuesta común frente a circunstancias desoladoras, un hecho que se repite una y otra vez en la historia y en varias culturas del mundo. Ese es un aspecto muy esperanzador y optimista de la naturaleza humana, y creo que esa es la razón por la que la humanidad puede trascender las circunstancias más difíciles. Dunkerque es un ejemplo de esto, y Churchill lo entendió acertadamente como un punto desde el cual animar y evocar a los ‘mejores ángeles’ de la naturaleza humana.

SEMANA: Usted ha mencionado que de niño vio estos aviones Spitfire y fantaseó con ser uno de esos pilotos, ¿qué tan divertido fue recrear esos vuelos y qué tanto vive esa sensación de diversión en sus rodajes?

C.N.: Uno de los grandes gozos de ser un director de cine es que mucho de lo que hago tiene que ver con las ambiciones y fantasías de la niñez. Creo que un buen director logra explotar esos impulsos. Envejecemos y comenzamos a caer en un estado letárgico, y nos alejamos de ese mundo de fantasía. Entonces siento que, por ejemplo, armar un batimóvil o volar en la parte trasera de un Spitfire son experiencias extraordinarias, muy agradables, que hago parte de mi trabajo. En el cine hay algo elemental, primitivo, infantil, y es nuestra respuesta emocional al mismo, y como director parte de tu trabajo es tocar esa manera de ver el mundo.

Le recomendamos: El origen

SEMANA: Habló con Ron Howard y Steven Spielberg sobre detalles como filmar en el agua, ¿qué más salió de esas conversaciones?

C.N.: Me dijeron que era una pesadilla –risas– y que debía estar preparado. Ron me dijo que era una pérdida de tiempo filmar en aguas abiertas de noche porque no se puede iluminar, justo el tipo de consejo que necesitaba escuchar. Por eso rodamos en aguas abiertas de día y, cuando caía la noche, íbamos al tanque.

SEMANA: Usted construye imágenes, y así alcanza un sentido de la subjetividad más rico que el que logran muchos de sus pares, ¿es su intención?

C.N.: Trato de no pensarlo mucho. En términos de estilo, y estilo de fotografía, adoro trabajar con Wally Pfister (director de Fotografía de The Dark Knight, Inception) y con Hoyte van Hoytema (director de Fotografía de Interstellar, Dunkerque) porque ambos son muy naturalistas; dejan que la realidad en frente le hable a su sensibilidad. Yo trato de guiarme por un sentido de punto de vista, pienso desde qué punto de vista se debe ver la escena y cómo retratarla apropiadamente, no planeo mucho más allá de eso.

SEMANA: Cuéntenos sobre Tom Hardy, a quien siempre se ve en el cielo, sobre su rol y su presencia en esta película.

C.N.: Como la mayoría de británicos crecí pensando que los pilotos de Spitfires en la Segunda Guerra Mundial son de los héroes más grandes imaginables. Por eso, para mí era esencial tener una presencia así a lo largo de la cinta, y retratar ese ambiente desconectado. Está en su propio mundo allá arriba, y hablé con Tom sobre ello, y discutimos el poema de W. B. Yeats, Un piloto irlandés prevé su muerte. Es un punto de vista muy distinto, aislado, sin ver qué pasa, en otro reino entre las nubes.

El reparto

Liderado por actores como el recién ganador del premio Óscar, Mark Rylance (Bridge of Spies), Tom Hardy, Kenneth Branagh y Cillian Murphy, Nolan se la jugó también por rostros frescos, tan jóvenes como aquellos soldados que pelearon y sufrieron. Entre estos se destacan Fionn Whitehead, Jack Lowden, Barry Keough y Tom Glynn-Carney, así como la figura estratosférica del pop mundial, Harry Styles, que no lo hace nada mal.

Sobre incluir en el reparto una figura tan conocida, Nolan añade: “Mi trabajo es ver potencial en la gente y medir qué pueden ofrecer al proyecto. Si ves las películas que hemos hecho, integramos a David Bowie en ‘The Prestige’, un ícono del pop encarnando un ícono del mundo científico (Nicola Tesla), y esto parecía loco de muchas maneras, pero tuvo mucho sentido en otras”.

En lo que a la banda sonora respecta, el director vuelve a hacer pareja con el alemán Hans Zimmer, quien entrega un trabajo brillante e incómodo, perfecto para la obra. En últimas, Nolan se cargó encima la responsabilidad de contar un cuento, se documentó, se rodeó de talento excepcional y, en ese proceso, entregó una obra maestra del cine moderno.