Patrizia Reggiani | Foto: Archivo SEMANA

GENTE

La viuda negra de Gucci suma una enemiga: su madre

La familia dueña de una de las firmas de moda más prestigiosas en el mundo sigue enfrascada en una puja por el dinero del emporio. En resumen, todos van contra Patrizia Reggiani.

12 de febrero de 2018

‘La viuda negra de Italia’, Patrizia Reggiani, salió de la cárcel en el 2013 tras pagar 16 años de prisión (de los 26 pactados) por ordenar el asesinato de su exmarido Maurizio Gucci, en 1995, y hoy continúa acechando su herencia. Como registró Semana en su momento, Reggiani es una mujer altamente controvertida desde sus actos y lo que presenta al público. Por ejemplo, a su juicio, asistía “con zapatos de tacón alto, chaquetas de piel, maquillaje y hasta manicure impecable. Todo esto, a pesar de que llevaba presa seis meses”.

Libre hace años, Reggiani recibe casi un millón de euros anuales como compensación por su separación, pero desde entonces, Allegra y Alessandra Gucci, sus hijas mayores y herederas del emporio de moda, han querido negarle ese derecho. Y a este curso de acción se sumó la semana pasada un nuevo personaje, su propia madre.

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Silvana Barbero, la madre de Reggiani, de 90 años, declaró en un tribunal que se debería nombrar a un administrador que gestione los bienes, pues su hija es sumamente influenciable y sigue juntándose con las malas compañías de las que se rodeó cuando mandó a matar a su marido.

Para entenderla hay que escucharla. En 2011, cuando la corte le concedió permiso para trabajar durante el día y volver en la noche a la cárcel, aseguró: “No he trabajado un solo día de mi vida y no pienso comenzar a hacerlo ahora”. Todo indica que si el testimonio de Barbero y los esfuerzos de sus dos hijas surten efecto, Reggiani tendrá que buscar fuente de sustento.

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Patrizia se casó con Maurizio Gucci en 1972 y con él tuvo a Allegra y Alessandra. Pero luego de 12 años de matrimonio, Maurizio se fue a vivir con una amante. Se divorciaron en 1991, y Reggiani no quedó contenta con el dictamen del juez. Quería más de los 170 millones por los cuales su ya exmarido había vendido una parte de Gucci a un conglomerado árabe. Además no era nada cauta en expresar sus deseos de verlo morir.

En 1995 tres balas acabaron con la vida de Maurizio. Dos años después la policía reveló el entramado del crimen, del cual Reggiani estaba en el centro. Ahora, sus hijas y su propia madre quieren separarla del todo del emporio, y queda la duda de si esta vez lo lograrán.