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Simón Vargas de Morat se lanza como escritor, “mi obra y mi fotografía subvierten las expectativas”

El cantante y bajista de la exitosa banda Morat habla sobre el lanzamiento de su más reciente libro, su amor por Bogotá y su pasión por la literatura de terror.

Lorena Mahecha S.

Lorena Mahecha S.

Productora periodística

10 de mayo de 2025, 6:28 a. m.
 La exposición A la orilla de la luz/Al borde de la oscuridad estará abierta al público del 4 al 28 de mayo.
La exposición A la orilla de la luz/Al borde de la oscuridad estará abierta al público del 4 al 28 de mayo. | Foto: suministrada a semana api

Ser músico es solo una de las tantas facetas de Simón Vargas. El integrante de Morat, la exitosa agrupación que rompió tres Récord Guinness en 2024 y que volverá este 2025 a Colombia con su gira Asuntos pendientes, habló con SEMANA sobre A la orilla de la luz, su más reciente libro, su amor por Bogotá, la fotografía, su próxima exposición y de la escritora argentina Mariana Enríquez.

SEMANA: ¿Cómo entender a Simón por fuera de Morat y cómo entenderlo como escritor y poeta?

Simón Vargas: Yo siento que es algo muy particular porque creo que mi obra escrita y mi fotografía subvierten las expectativas de alguien que me conoce solo como parte de Morat, pero a mí eso me gusta; antes de verlo como problema, lo veo como una oportunidad. La idea, por ejemplo, con este libro es que cuando tú lo leas te dé un golpe en la jeta y te deje tumbado, porque probablemente no es algo que vayas a escuchar o no es lo que cantaría o escribiría alguien que forma parte de Morat, y eso es lo interesante. Esto no se trata solamente de sorprender, sino también subvertir ese prejuicio, que me parece muy cool.

Simón Vargas, integrante de Morat, lanzó su libro 'A la orilla de la luz'
Simón Vargas, integrante de Morat, lanzó su libro 'A la orilla de la luz' | Foto: Amanda Imm

SEMANA: ¿Su nuevo libro es una oda a Bogotá?

S.V.: Por lo menos en mi trabajo hasta ahora, yo sí siento que una parte muy clave de lo que hago es jugar con Bogotá; siento que es uno de mis grandes amores esta ciudad, a pesar de sí misma, y creo que eso es una cosa que para mí es muy importante. Digamos que en Morat también hemos hecho un ejercicio muy claro por hablar de que somos bogotanos y de que el único acento colombiano no es el paisa, y siento que a la hora ya de escribir y tomar fotos y demás, como que siempre he sentido que Bogotá es una ciudad que tiene como un aura bien densa, loca y hostil, pero al mismo tiempo es bonita, verde y fresca, y esa dualidad se ve, por ejemplo, en el título del libro.

A la orilla de la luz, para mí, es la sensación de estar en el borde, literal y alegóricamente. El borde en el que te metes en la cuadra que no es y estás en donde no toca, pero también el borde del sol saliendo por las montañas o el borde alegórico, por ejemplo, del conflicto armado en que se ve al monstruo en el monte, o más bien no viendo al monstruo, pero sabiendo que está ahí. Para mí, todo ese juego como que habla mucho de Bogotá, de Colombia, y me obsesiona. Es una manera muy interesante, como ese limbo extraño en el que ves un poquito más allá.

SEMANA: ¿Cuáles son sus bordes?

S.V.: Trato intencionalmente de no ponérmelos. Creo que a lo mejor un borde habría sido no escribir un libro de relatos de terror cuando mi trabajo como músico y escritor de canciones no tiene nada que ver. De pronto es un borde que otra persona no hubiera cruzado porque a lo mejor le hubieran dicho “tienes que ser coherente”, o de pronto el borde de lanzarse a hacer fotografía.

A mí me parece muy interesante pensar que lo único que uno necesita para cruzar el borde es cruzarlo y que te valga huevo, y eso ha sido un poco lo que siempre he tratado de hacer, incluso a la hora de estudiar como que nunca me dio miedo saltar de una cosa a otra; al revés, me ha parecido interesante el ejercicio de poder ser multidisciplinario. Sin duda, creo que esa sí ha sido una de las cosas que he tratado de hacer a la hora de formarme y de trabajar, que no me dé miedo. Los bordes son algo que me gusta pensar que, si están ahí, es porque se pueden cruzar fácilmente.

Simón Vargas, integrante de Morat, lanzó su libro 'A la orilla de la luz'
Simón Vargas, integrante de Morat, lanzó su libro 'A la orilla de la luz' | Foto: Amanda Imm
Simón Vargas, integrante de Morat, lanzó su libro 'A la orilla de la luz'
Simón Vargas, integrante de Morat, lanzó su libro 'A la orilla de la luz' | Foto: Amanda Imm

SEMANA: Además de su pasión por la música y la escritura, a usted también le apasiona la fotografía. Cuéntenos más sobre eso.

S.V.: Para mí, la sensación de vivir en Bogotá siempre fue, y supongo que pasará en todas las ciudades en las que uno vive, la de que la realidad supera a la ficción, y esa es la sensación que siempre he tratado de transmitir tanto en mis cuentos como en la fotografía. La sensación de que hay algo más allá de que siempre hay algo más grande detrás. Mi forma de tomar fotos es una forma que les juega a los números. ¿A qué me refiero con eso? A que yo no encuadro, pero disparo como guerrillero y de mil fotos habrá diez que son una chimba y eso lo que me permite es lograr capturar mucho más la esencia del lugar en el que estoy. Para mí eso me parece mucho más interesante, y es la verdadera sensación de estar en Bogotá, de estar transitando la ciudad y de todas las formas posibles, lloviendo, de noche, de día, en la mañana, cerca del río, cerca de la montaña, en el centro, en el norte, en el sur.

Lo que yo quería hacer con la fotografía en el libro, que son nada más como 80 fotos que salieron a lo largo de tres o cuatro años, era transmitir lo que se siente transitar la ciudad, su atmósfera densa, dark, pero a la que amo, porque yo amo a Bogotá. No por nada le he dedicado gran parte de mi obra a la ciudad. Cuando empecé a tomar fotos en blanco y negro, hace ya varios años, dije: esta es realmente la manera en la que yo creo que se puede retratar a mi ciudad, una en la que los grises hay que usarlos como una oportunidad.

Simón Vargas, integrante de Morat, lanzó su libro 'A la orilla de la luz'
Simón Vargas, integrante de Morat, lanzó su libro 'A la orilla de la luz' | Foto: Amanda Imm

SEMANA: A la orilla de la luz no es solo un libro, es un proyecto integral. Cuéntenos sobre la exposición que tendrá.

S.V.: Sí, habrá una exposición que irá del 4 al 28 de mayo. Vamos a hacerla en un sitio en La Macarena, específicamente en la casa en la que murió un fotógrafo de Bogotá muy importante y que también es una gran referencia, que es Manuel H. Por una u otra razón encontré este lugar que estaba en ruinas, comido por la lluvia, llevado del putas y mi sensación fue la de “este lugar es perfecto para poner estas fotos”. Yo quería, además, salirme un poquito de la idea de la galería tradicional y quería una experiencia un poco más profunda y más realista de lo que yo creo que es la ciudad; y como en el libro la lluvia es muy importante, esta es una exposición mojada en la que vamos a darle paraguas a la gente cuando llegue, para que se viva a través de las sensaciones.

Lo mejor que puede pasar es que llueva mucho para que se sienta esa atmósfera de lo que es verdaderamente Bogotá, además desde este lugar se ve Monserrate. La estructura y la forma en que está dispuesta la exposición son bien interesantes porque hay una gran exploración en cuanto a la parte gráfica, en la que sigo rescatando métodos antiguos como la serigrafía o la risografía. La carátula del libro es una risografía de una foto de Bogotá en blanco y negro traducida a color.

SEMANA: ¿Quiénes son sus referentes en la literatura?

S.V.: Creo que, por un lado, hay una referencia fuerte de los cuenteros latinoamericanos, como que para mí los cuentos del boom latinoamericano me marcaron profundamente. Pero también creo que para mí es innegable que una de mis grandes referencias narrativas está en el mundo japonés, ni siquiera tanto en la literatura japonesa, sino en el manga y el anime, que fueron como un lugar en el que había un permiso de deconstruir la narrativa sin el miedo de que eso fuera una desventaja a la hora de presentar lo que estabas haciendo. Las narrativas del anime y el manga son absolutamente salidas de control, una cosa que jamás verías en un libro o en una serie occidental.

Para mí, los japoneses son los verdaderos herederos del realismo mágico. Y últimamente creo que también para mí de lo más fuerte que me ha atravesado han sido las escritoras argentinas, por ejemplo Samanta Schweblin o Mariana Enríquez, lo cual es chistoso porque las descubrí después de escribir el libro, hoy en día siento que también veo ese terror latinoamericano como un terror puramente urbano.

SEMANA: A usted le deben pedir muchos autógrafos, ¿pero usted a quién le pediría uno?

S.V.: Me pasa una cosa y es que las veces que he pedido fotos o autógrafos, después he sentido como que no me terminan de llenar tanto, como que siento que luego ni las vuelvo a mirar. Por el contrario, ha sido increíble, por ejemplo, poder conversar con alguien. Ahora, en este momento, moriría por una conversación con Mariana Enríquez.

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