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Taylor Swift vence en los tribunales y abre una nueva era en la industria musical
Taylor Swift termina su disputa legal luego de casi 6 años.

A inicios de 2019, la cantante Taylor Swift se vio envuelta en una disputa legal al enterarse de que su antigua disquera, Big Machine Records, había vendido por aproximadamente 300 millones de dólares los derechos de sus primeros seis álbumes al representante musical Scooter Braun y su firma discográfica, Ithaca Holdings.
La discografía adquirida incluía los seis primeros trabajos de la cantante proveniente de West Reading, Pensilvania: Taylor Swift, Fearless, Speak Now, Red, 1989 y Reputation.
Esta operación generó un intenso conflicto que se prolongó durante casi seis años, periodo en el que la cantante no tuvo otra opción más que regrabar sus álbumes para recuperar el control de su obra.
El conflicto legal se centró en una diferencia clave entre los derechos de composición y los derechos de master.
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Los derechos de composición pertenecen a quien crea la melodía y la letra de una canción —en este caso, Taylor Swift—, mientras que los derechos de master corresponden a la disquera, puesto que es quien financia la grabación profesional y proporciona recursos como el estudio, músicos y personal técnico.
Dependiendo del contrato firmado entre artista y disquera, la empresa puede tener total libertad para comercializar la música, lo que incluye autorizar su uso en películas, series o comerciales sin requerir la aprobación del artista.
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— Taylor Swift (@taylorswift13) May 30, 2025
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Sin embargo, el verdadero conflicto no fue solo la venta de los derechos a Braun, sino su historial. Scooter Braun, conocido por representar a figuras como Kanye West y Ariana Grande, había intentado en varias ocasiones firmar con Taylor Swift, sin éxito.
Ante su negativa, Braun optó por comprar los derechos como una posible estrategia para atraerla a su empresa, lo que no funcionó. Aun así, al ser dueño de los masters, él recibía ingresos por las reproducciones, mientras Swift seguía recibiendo un pequeño porcentaje, como estipulaba su contrato original.
Lo que Braun no previó fue que Taylor aún conservaba control sobre la distribución de sus canciones, es decir, la capacidad de decidir en qué producciones podían ser usadas. Este detalle le impidió a Braun monetizar plenamente el catálogo, debido que no podía licenciarlo para comerciales, películas o series sin la aprobación de la cantante.
En 2020, Braun se vio obligado a revender los derechos de los masters a la firma de inversión Shamrock Holdings, vinculada a Disney, también por una suma estimada en 300 millones de dólares.
Finalmente, el 30 de mayo, Taylor Swift anunció a través de sus redes sociales que había recomprado su catálogo, asegurando el 100 % de los derechos de su propiedad intelectual.
Gracias a su nuevo contrato con Universal Music Group, también se convirtió en propietaria de los masters de su música futura, marcando así un hito en la industria musical y cerrando uno de los capítulos más polémicos de su carrera.