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Wilmar Roldán, el árbitro más famoso de Colombia revela detalles de su exitosa carrera, “mientras los árbitros vamos en Renault 4, los jugadores van en Ferrari”

El árbitro más reconocido de Colombia habla sobre el lanzamiento de su libro, de la fama, el VAR, Cristiano Ronaldo y el futuro del arbitraje.

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13 de diciembre de 2025, 4:24 a. m.
Wilmar Roldán, el árbitro más famoso de Colombia revela detalles de su exitosa carrera, “mientras los árbitros vamos en Renault 4, los jugadores van en Ferrari”
Wilmar Roldán, el árbitro más famoso de Colombia revela detalles de su exitosa carrera, “mientras los árbitros vamos en Renault 4, los jugadores van en Ferrari” | Foto: Julián Martínez - Esteban Lara

SEMANA: ¿Cómo se gestó la idea de escribir Silbato de oro?

Wilmar Roldán: La idea del libro nace porque todo el mundo me empezó a preguntar hace mucho tiempo quién era Wilmar Roldán. En ese momento uno empieza a cuestionarse sobre la vida y sobre lo que uno ha hecho. A preguntarse, ¿quién soy yo? Y de ahí también se cruza con una conferencia que yo les daba a los alumnos de los diferentes colegios donde me dieron la idea de contar quién era yo, no solamente en lo que he logrado personalmente, sino ¿cómo llegó Wilmar Roldán a convertirse en eso? A veces la gente solamente ve la punta del iceberg y no todos los elementos del éxito de una persona.

La verdad, nunca he pedido tener fama. Sí, me gusta que reconozcan mi labor, claro, pero quería ir más allá. Le decía a un grupo de alumnos que yo hubiese pagado mucho para que a mi colegio, cuando yo estaba en esta edad, hubiese llegado un ganador a decirme: “Muchachos, independientemente del lugar donde ustedes están, de las dificultades que tengan, de las herencias desafortunadas con las que uno nace, con un tema de pobreza, ¿ustedes por qué no pueden soñar más grande?, ¿por qué no pueden creer en ustedes mismos?”.

SEMANA: En su libro, usted aborda su infancia. ¿Qué es lo que más recuerda?

W.R.: El libro me ayudó a hacer catarsis. Antes y después de hacer este libro, yo bajaba a Remedios, y no me gustaba bajar. No porque ya me creyera una persona importante o famosa, sino por la sencilla razón de que cuando iba a Remedios me daba una cosa en el pecho y se me venían las lágrimas. Fue como un flashback en la cabeza de Wilmar Roldán niño corriendo y sin camisa, a pie limpio, y eso me pegaba duro. Recuerdo que cuando era niño me hacía cerca a las puertas de las casas para ver los partidos por los televisores y la gente me echaba.

Tenía familiares que estaban haciendo una fiesta y yo me acercaba y me decían: “Usted no está invitado, se va”. Y yo en ese entonces era un niño inocente, no entendía por qué mi presencia molestaba. Y ese desprecio me ayudó a armarme una coraza, fuerte, frente al desprecio. ¿Y por qué cuento esto? Porque cuando volví a Remedios, todo el mundo me quería invitar a las casas. Y eso, en vez de darme felicidad, me da tristeza. Esta gente que hacía fiestas y veía a un niño al que quería que lo hubiesen invitado y no lo hacían. Y yo veía cómo rompían las piñatas y me preguntaba: ¿por qué no me invitaron? Me cuestionaba eso todo el tiempo.

SEMANA: ¿Cuál ha sido el error que más recuerda de toda su carrera?

W.R.: El error en América-Chicó. He dejado de pitar penales y sacar rojas, porque por partido nosotros tomamos entre 350 y 450 señales y es imposible ser perfecto. Con la llegada del VAR, el error y la polémica aumentaron.Mi error ahí no fue no ver la jugada; lo que pasa es que no sabía qué me estaban protestando; yo creí que me protestaban por el tiempo. Hay una imagen en la que les muestro el reloj a los jugadores, como diciendo “el tiempo terminó”. Y luego un asistente me dijo que cuando se estaba acabando el partido, el otro equipo ya metía el balón en el arco. Después el aluvión fue terrible. Casi me mata. Recibí amenazas de gente muy enojada.

Pero como fue un partido de ida, lo que calmó el aire fue que el equipo afectado quedó campeón.Pero yo lo digo hoy: fue un error involuntario, no fue por el color de la camiseta. Si hubiera sido otro equipo, el mismo error se repite. Muchas veces, cuando se critica a árbitros jóvenes que están empezando, dicen que “no sirven”, y la gente pareciera que no entendiera que nosotros convivimos con el error y que un error no debe definir tu carrera.Si me hubiesen sacado por ese error, Colombia se habría privado de tener uno de los mejores árbitros de la historia.

SEMANA: Hablando sobre el VAR, se ha dicho que usted es el peor enemigo. ¿Cómo ha sentido la transición al arbitraje tecnológico?

W.R.: Esa frase de que soy el enemigo del VAR viene porque yo fui el primero en la historia que desautorizó una llamada del VAR. Me enorgullezco. Si vuelvo a ver el partido, mantendría la misma decisión.Es necesario entender que el VAR es manejado por árbitros, pero a veces con menos experiencia que nosotros en cancha. Lo usan para evitar errores claros y manifiestos.

Cuando empieza a revisarse todo tipo de contacto o jugadas pequeñas, ahí no estoy de acuerdo, porque no falla la tecnología, falla quien la opera.Respecto al futuro del arbitraje, podría ser que los partidos sean juzgados por inteligencia artificial; no lo sabemos. Hoy los asistentes están siendo desplazados por tecnología, con el VAR semiautomático que traza líneas y muestra en 4D si hay offside. Todo eso servirá para el futuro; la inteligencia artificial llegará con fuerza y ayudará a suplir ciertas funciones.

SEMANA: La Fifa confirmó que usted no estará en el siguiente Mundial. ¿Cómo se siente con esa decisión?

W.R.: A mí me dejaron fuera del Mundial por decirme: “Usted ya fue a muchos, estuvo en muchos eventos, dos mundiales; les daremos oportunidad a nuevos árbitros”. No estoy en desacuerdo con eso. Lo que sí rechazo es que le pongan límite a alguien que puede seguir compitiendo si tiene las capacidades físicas, técnicas y psicológicas.No puedes decirle a un competidor que no siga intentando porque ya estuvo en varios mundiales. Es como si a Messi o a Cristiano les prohibieran ir.

Eso se lo dije a quien me quitó la oportunidad; lo entendí, pero no lo comparto. Él dijo que algún día lo entendería entero. Esperemos si eso pasa. Pero esa decisión me dejó una gran enseñanza, y sobre todo para mi hija Mariana. Ella me preguntó: “Papi, ¿por qué tú, siendo el mejor árbitro de nuestro país, no puedes ir a un Mundial?”. Y yo le respondí que le servirá para entender que, aunque seas el mejor, a veces la vida te pone personas con pensamientos limitantes, y eso no te deja seguir.

SEMANA: De todas las anécdotas que ha vivido, hay una que sigue generando mucha curiosidad: ¿qué pasó con Cristiano Ronaldo en el clásico de Arabia en 2023?

W.R.: He pitado muchos partidos importantes en Arabia, y tengo una buena relación con Cristiano; lo admiro como gran futbolista. Pero uno debe entrar a trabajar en la cancha. Él se enojó principalmente con el VAR semiautomático. Todos los jugadores protestan; él es una figura franquicia que ayudó a crecer la liga árabe muchísimo. He estado en esa liga antes de que llegara Cristiano y el cambio ha sido notable.Lo que sucedió es que, en un clásico, el VAR anuló un gol que habría sido empate para su equipo.

En el camerino le mostraron imágenes donde se veía habilitado, pero le expliqué que el VAR semiautomático marcó que estaba adelantado por un centímetro. Cuando le dije eso, el equipo entero se descontroló. El partido siguió, y él continuó con su molestia, pero fuera de cámaras, al salir, me pidió cambiar camiseta conmigo. Accedí y él me la regaló. Todavía la tengo conmigo. Me han ofrecido hasta 40 millones de pesos por esa camiseta.

SEMANA: Hablemos de su esfuerzo por dignificar el oficio del árbitro a través de la corporación Casda…

W.R.: Este año estamos cumpliendo diez años de formar árbitros que nutran el fútbol profesional colombiano. Nosotros queremos dignificar la labor del árbitro y que no sea solo visto en los 90 minutos. El árbitro es un ser humano con problemas, familia, dificultades y con otros trabajos, porque el arbitraje no es profesional en Colombia.

Mientras los árbitros vamos en Renault 4, los jugadores van en Ferrari. Si un jugador falla diez goles, pero mete el último, es el mejor. Pero si un árbitro se equivoca, no vuelve a pitar. Hay un desequilibrio muy grande. Por eso queremos seguir luchando por dignificar el arbitraje.

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