Análisis
Contaduría Pública: ¿una profesión en riesgo?
Jorge Castelblanco, CEO de la compañía de consultoría Crowe Colombia, asegura que el cambio en la reglamentación, las intervenciones del Gobierno nacional al emitir decretos que contravienen principios contables básicos y la falta de unión entre los profesionales del sector le han restado competitividad a esta profesión en el país.
Hoy quiero expresar mi preocupación frente al difícil momento que viene enfrentando la Contaduría Pública en Colombia. Esta reflexión busca llamar la atención sobre la alarmante situación por la que estamos atravesando y por la falta de liderazgo y representación que estamos viviendo en la profesión.
El reciente interés de nombramiento de un profesional que no ostenta el título de contador público como director de la Junta Central de Contadores es un claro ejemplo de desvalorización de nuestra profesión y una bofetada del actual Gobierno a la comunidad contable, contradiciendo la tradición y cambiando los requisitos legales que exigían que el cargo fuera desempeñado por un contador público, para dirigir tan prestigiosa y reputada Unidad Administrativa Especial.
Esto no solo refleja una falta de reconocimiento hacia nuestra contribución esencial en el desarrollo económico del país, especialmente en las áreas tributarias empresariales y de control, al responder como profesionales frente a la razonabilidad y la transparencia de la información financiera del entramado empresarial y económico del país, sino un desconocimiento total de los alcances y necesidades de la profesión y sus miembros.
Lamentablemente, esta situación es el resultado de más de dos décadas de declive, durante las cuales la profesión no ha sabido adaptarse a los desafíos de la tecnología, la inteligencia artificial y la globalización. Hemos perdido oportunidades valiosas para modernizar la profesión contable y la revisoría fiscal, debido a discusiones internas infructuosas y a la falta de visión profesional unificada.
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Esta falta de identidad y progreso se ha visto agravada por la intervención del Gobierno nacional y el Ministerio de Hacienda, que han emitido decretos que contravienen principios contables básicos para favorecer aparentemente escenarios e intereses particulares. Pero esto no es todo, ya en el año 2017 el Gobierno de turno había cambiado también las condiciones para que el cargo de Auditor General de la Nación fuera ejercido por un profesional diferente a un contador público, ante lo cual nuestra profesión no se pronunció.
Desde ese entonces se nota la falta de defensa activa por parte de instituciones como el Instituto Nacional de Contadores Públicos (INCP), el Colegio de Contadores Públicos y otros organismos de la profesión que han contribuido a tan desalentadora situación.
Como contadores públicos y profesionales, debemos reconocer nuestra responsabilidad en esta realidad. Hemos heredado una cultura de sumisión y hemos fallado en defender nuestra profesión con la firmeza necesaria. La falta de liderazgo, pertenencia y solidaridad profesional ha permitido que prevalezcan visiones limitadas y contraproducentes que han impedido desde nuestro propio entorno el avance y crecimiento frente a escenarios como, por ejemplo, la adopción de normas internacionales, la modernización de la práctica contable y el uso de la tecnología en beneficio de la técnica contable y la profesión.
Es imperativo que reavivemos el amor propio por nuestra profesión y fomentemos la colaboración con la academia para ofrecerles a las nuevas generaciones un campo atractivo y desafiante. El futuro de la Contaduría Pública y el legado que dejaremos depende de nuestra capacidad para reflexionar y actuar unidos.
Hago un llamado a mis colegas: es momento de reflexionar y manifestarnos. La responsabilidad de revitalizar y defender nuestra profesión está en nuestras manos.
*Contenido elaborado con apoyo de Crowe