Líderes empresariales
Germán Bahamón: “Combinar empatía con firmeza permite transformar sin atropellar y refleja decisiones concretas”
Con una combinación de disciplina operativa y claridad estratégica, el liderazgo de la Federación Nacional de Cafeteros impulsa una modernización institucional que protege el ingreso de miles de familias.
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En un sector acostumbrado a navegar entre la incertidumbre climática, la volatilidad de los mercados y la presión por aumentar la productividad, la Federación Nacional de Cafeteros atraviesa una etapa marcada por disciplina, claridad estratégica y resultados históricos.
Al frente de esa transformación está Germán Bahamón, cuya visión combina rigor operativo, enfoque empresarial y un entendimiento profundo del territorio cafetero, pues sus decisiones recientes –desde la reorganización interna hasta las apuestas tecnológicas y la defensa de la garantía de compra– revelan un liderazgo que busca proyectar al café colombiano hacia un futuro más competitivo y sostenible.
¿Cómo definiría su estilo de liderazgo?
GERMÁN BAHAMÓN: Mi estilo nace de dos escuelas que marcaron mi vida profesional: la japonesa, centrada en la disciplina y el sentido del deber, y la estadounidense, enfocada en el pragmatismo, los resultados y la toma de decisiones sin evasivas. De esa mezcla surge una forma de dirigir que combina empatía con firmeza, que entiende que las transformaciones se logran sin atropellar, y que se refleja en decisiones concretas: la disciplina financiera que protegió el patrimonio del gremio, la reorganización operativa basada en austeridad, eficiencia e innovación y la transformación de nuestras unidades de negocio para generar más valor en toda la cadena.
¿Qué ha aprendido de ese trabajo directo con los caficultores?
G.B.: Soy de provincia, vengo de una familia de clase media y me eduqué gracias al producto del campo; por eso, escuchar al cafetero de a pie tiene una dimensión personal y ética profunda. Ellos me han enseñado que la tenacidad y la austeridad no son consignas, son formas de vida, pues durante casi un siglo han enfrentado crisis de precios, retos climáticos y cambios estructurales sin renunciar a su dignidad ni a su oficio. Eso me reafirma que con ellos no basta con “hacer lo justo y necesario”, sino que hay que recorrer la milla extra para que cada decisión se traduzca en más ingresos y más oportunidades.
La Federación suele enfrentar tensiones entre precios, clima, costos y expectativas. ¿Cómo maneja estos dilemas?
G.B.: Tengo una convicción aprendida desde joven: cuando uno tiene claro el objetivo, no puede dejar que los factores externos desvíen el rumbo. Eso exige persistencia, pero con los pies en la tierra. “No basta saber, se debe también aplicar; no es suficiente querer, se debe también hacer”. Así que, frente a las tensiones entre precios, clima y costos, mis criterios son claros: proteger el ingreso del caficultor y la estabilidad del sistema; preservar la sostenibilidad de la Federación; y actuar con coherencia frente al rumbo trazado: austeridad, eficiencia e innovación. Cuando ese norte está claro, más que priorizar cada día, se trata de actuar con foco y serenidad, acercando al productor a mayor estabilidad y prosperidad.
¿Qué lecciones le dejó este año?
G.B.: El año 2025 confirmó que la disciplina y la coherencia estratégica transforman realidades: alcanzamos la mejor producción agrícola en más de 30 años, el mayor valor de exportaciones de la historia y ventas e ingresos récord en todas las empresas del conglomerado. Recuperamos el patrimonio de la Federación y del Fondo Nacional del Café, salvamos el sistema cooperativo y cada unidad entregó las mejores utilidades de su historia. Así mismo, en el mercado internacional, el aprendizaje es que la reputación de Colombia se fortalece con seriedad institucional, trazabilidad y calidad consistente. Estos resultados no son un punto de llegada, sino el inicio de una nueva etapa para traducir esos logros en más bienestar y oportunidades para la familia cafetera.
¿Cómo logró proteger el ingreso de los caficultores y generar estabilidad en las regiones?
G.B.: Lo esencial ha sido proteger la garantía de compra, un sistema único en el mundo que asegura que siempre habrá un comprador que pague el mejor precio posible según el mercado, transfiriendo la mayor porción del valor al productor. También hemos impulsado estrategias para elevar calidad y agregar valor en origen: Centros de Transformación, Centros de Industrialización Regional, cafés de especialidad, compra en cereza y tostión en origen. Estas iniciativas aumentan la rentabilidad, generan empleo y fortalecen las economías regionales. En un entorno volátil, esto protege el ingreso y da estabilidad.
¿Cuál ha sido la apuesta para fortalecer la sostenibilidad y la adaptación climática del sector?
G.B.: Mi apuesta es romper paradigmas para promover cambios estructurales. Sin tecnología, eficiencia y productividad no habrá sostenibilidad, por eso hemos insistido en soluciones que bajen costos, aumenten la productividad y conecten al productor con su cliente. Y las terrazas como estrategia de adaptación, la compra en cereza, el uso de drones y la plataforma Cafenlace –el Amazon del café– ejemplifican esa visión. A esto se suma el trabajo de Cenicafé, que desarrolla variedades resilientes y de alta calidad frente a los retos climáticos. Esa visión se conecta con mi liderazgo: decisiones basadas en evidencia y apertura a la innovación.
¿Se siente optimista frente a 2026?
G.B.: Los desafíos son claros: variabilidad climática y costos crecientes en lo productivo; un mercado internacional volátil en lo comercial; y la estabilidad institucional en lo político. No se trata de cambiar de rumbo, sino de mantenerlo. Hemos superado tormentas internas y externas actuando con claridad. Así que la preparación consiste en seguir anclado a austeridad, eficiencia e innovación. Los resultados han generado respeto y unidad, y esa unidad permitirá navegar 2026 con serenidad.
Si tuviera que sintetizar el legado que quiere dejar como presidente de la Federación, ¿cuál sería?
G.B.: Quiero demostrar que el café de Colombia tiene más futuro que pasado. Aspiro a que la Federación sea vista como un conglomerado empresarial moderno, sólido y despolitizado, conectado con el mercado global y centrado en el productor. Si consolidamos una Federación sostenible, respetada y capaz de transformar el panorama cafetero, sentiré que el deber está cumplido.
“La verdadera dignidad del campo viene de la posibilidad de generar riqueza en la finca y en la región”.

