Especial Colegios
Seis propuestas educativas que le apuestan a modelos pedagógicos innovadores para formar niños y jóvenes con habilidades para la vida
Estas instituciones rompen esquemas y buscan priorizar el aprendizaje a partir de experiencias, problemas del mundo real y prácticas progresistas e innovadoras que priorizan el desarrollo humano.
Pensar en una educación más humana es la invitación que hacen organizaciones como CoSchool para responder de manera más asertiva a la realidad del mercado laboral y conseguir que los estudiantes sean felices y disfruten de los espacios de aprendizaje. CoSchool ha avanzado en ese sentido y a través del modelo pedagógico Edumoción, logró vincular la educación con la emoción y la experiencia, y abordar las diferentes dimensiones del aprendizaje: sentir, pensar, actuar y reflexionar.
Al igual que ellos, otras entidades, instituciones y organizaciones le apuestan a propuestas pedagógicas basadas en el bienestar, la creatividad y el fortalecimiento del carácter de los estudiantes. Kajuyalí School, por ejemplo, es el único colegio a campo abierto en Bogotá. Su filosofía está enmarcada en el modelo finlandés Phenomenal School Based Learning, el cual se basa en la idea de que el conocimiento que se gana en el salón de clase debe ir acompañado de los problemas y situaciones de la vida real. Por eso, la institución le apuesta a una educación basada en experiencias, aventuras y retos.
“Durante la pandemia empezamos a ver que los estudiantes estaban al frente de una pantalla sin poder conectarse con sus amigos, la naturaleza, el deporte y los juegos, por lo que arrancamos con este proyecto que se interesa por los jóvenes que quieren aprender de una manera revolucionaria”, explicó Juan Mario Gutiérrez, rector de Kajuyali School.
La unión entre la academia y las experiencias a campo abierto permiten que los estudiantes de bachillerato puedan recorrer el país y aprender de diferentes comunidades que viven en los territorios. Según el rector, estas experiencias facilitan a los jóvenes poder conectarse con la realidad del país y entender el mundo de una manera diferente. “Nos interesa que haya motivación por el aprendizaje”. Además, Kajuyalí School busca que los estudiantes puedan ganar habilidades como liderazgo, organización, pensamiento crítico y estratégico, conexión con el espacio, autonomía, empatía, criterio y toma de decisiones.
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Una perspectiva similar es la de Cartagena Internacional School, en donde los estudiantes, más allá de aprender fórmulas y ecuaciones, se preparan para la vida real. Por eso, el programa académico tiene como prioridad educar sobre emprendimiento, inteligencia emocional y robótica. Para impulsar ese espíritu emprendedor en los niños, a lo largo de su paso por la institución cuentan con un minimarket en el que hacen juegos de roles para aprender la dinámica de la economía, organizan una cámara de comercio estudiantil, ferias empresariales y viajes internacionales. Según explicó Daniela Carvajalino, presidenta de la institución, recibir clases de emprendimiento es tan importante como las materias de ciencias, lenguaje o matemáticas.
“Enseñar emprendimiento no se hace a través de un tablero y la memorización de fórmulas. Ahí es precisamente donde se encuentra la clave del éxito de nuestro programa: un currículo basado en neurociencia y en aprendizaje experiencial, dinámico y muy divertido”, explicó Carvajalino.
A través de esta metodología de educación experiencial se busca preparar a los estudiantes para que vayan más allá de las pruebas estandarizadas. De eso está convencido Juan Sebastián Hoyos, rector del Colegio Tilatá, para quien la educación debe dar herramientas que permitan construir proyectos de vida auténticos, significativos, de plenitud y de contribución a los demás.
“En Tilatá tomamos lo mejor de los modelos tradicionales y los enriquecemos con prácticas progresistas e innovadoras que le apuntan al desarrollo humano. Entendemos que la educación es una herramienta muy poderosa para construir una mejor sociedad a partir de la formación”.
Por medio de diferentes programas de educación emocional, psicología del bienestar y mindfulness, entre otros, transforman y fortalecen el carácter, enseñan a gestionar las emociones difíciles y a cultivar emociones positivas, a relacionarse mejor y, sobre todo, a crear propósitos de vida a partir de la pasión. “El desarrollo del ser debe estar por encima del saber o del tener”, dijo Hoyos. Por eso, otra de las estrategias del colegio es la autoevaluación y el uso del error como una forma de aprendizaje y reparación.
Educación para la paz
El modelo Montessori, creado por la educadora italiana María Montessori, revolucionó el método de enseñanza. Aunque este sistema tiene más de 100 años de historia, cada vez cobra más fuerza en los colegios en Colombia. Pablo Lipnizky, fundador y director del Colegio Ekirayá Montessori, ubicado en el municipio de La Calera, aseguró que el protagonista de este modelo es el desarrollo de la responsabilidad personal.
“La educación Montessori se basa en la confianza que se les entrega a los estudiantes”, dijo Lipnizky, y agregó que el colegio cuenta con un programa curricular que está a su disposición y son ellos quienes van desarrollando sus ritmos de aprendizaje.
El Ekirayá, que ya tiene 470 estudiantes, también se sostiene como una comunidad educativa, por lo que se les entregan responsabilidades a los estudiantes para que puedan desarrollar conciencia de que su aporte es clave en la sociedad. Por eso, desde las etapas más tempranas aprenden a limpiar su espacio, a mantenerlo organizado y a compartir. Además, los alumnos están mezclados en los salones, lo que permite que los mayores les enseñen a los menores, y cuando estos crezcan, puedan enseñarles a los demás.
Otra de las propuestas del colegio es educar para la paz, la cooperación y la solidaridad. “La educación basada en la competencia con el otro genera violencia. Nosotros creemos en la cooperación: te ayudo para que puedas crecer, así como tú me vas a ayudar a mí el día de mañana para que yo crezca”, precisó Lipnizky.
Otro modelo académico es el que lidera AteliED, que se define como una Comunidad de Aprendizaje. Este espacio, ubicado en Zipaquirá, está inspirado en el movimiento maker, que fomenta el aprendizaje basado en proyectos, innovación y desarrollo de herramientas para el siglo XXI.
Según Jorge Restrepo, su cofundador, el conocimiento no se debe limitar al salón de clases tradicional, y por eso prefieren hablar de ‘talleres’. Hoy, la infraestructura incluye parques, huertas, y pistas para bicicletas y patinetas. Esta propuesta educativa busca fortalecer la creatividad y romper esquemas. “Pensar en una educación diferente implica dejar de aprender a partir de la memoria y la repetición, el trabajo individual y las disciplinas entendidas como conceptos independientes. En el mundo laboral no existen las reuniones de matemáticas ni de español, por lo que se debe trabajar de forma integral”, concluyó Restrepo.