Cine
Todo lo que debe saber sobre el FICCI 60
El Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Ficci) celebra seis décadas y se consolida como el más antiguo de América Latina. Una mirada a lo que ocurrirá en esta edición.
Hasta 2019, el Ficci había inaugurado su programación con una película de la selección nacional rodada en Colombia. Pero esta vez abrirá su edición número sesenta con el filme italiano Esperando a los bárbaros, dirigido por el colombiano Ciro Guerra –es su primera obra en habla inglesa– y protagonizado por Mark Rylance, Johnny Depp y Robert Pattinson.
La película debutó en la competencia oficial del Festival de Venecia y es una adaptación de la novela homónima (Waiting for the Barbarians) de J. M. Coetzee, nobel de literatura sudafricano, quien colaboró en la escritura del guion. La novela cuestiona el colonialismo y la autoridad, y elabora una parábola de una sociedad desquiciada por el racismo. Mediante un episodio particular en un imperio anónimo, Esperando a los bárbaros denuncia la brutalidad y los efectos del abuso del poder.
Que el Ficci haya escogido este filme para la proyección inaugural señala dos cosas. Uno, que los esfuerzos de dos largas décadas para promocionar el trabajo de los realizadores del país en los mercados y festivales internacionales han dado resultados significativos. Y dos, que la nueva dirección artística del festival está interesada en abrir el Ficci, en hacerlo más internacional. “El Ficci se concibe como una plataforma que debe exhibir el más amplio espectro que hoy conforma la producción mundial”, afirma justamente el alemán Ansgar Vogt, nuevo jefe de Programación, quien sucedió en el cargo al colombiano Juan Carvajal tras su renuncia.
El director artístico Felipe Aljure ha implementado varios cambios estructurales desde 2019, como la eliminación de las competencias y la inclusión de curadores extranjeros en el equipo de programación. Pero también ha expresado su interés por ofrecer un evento de calidad, gratuito e inclusivo, no solo en términos de participación, sino también formales y discursivos.
Este año el Ficci perdió el apoyo de su principal aliado, RCN Televisión, un fuerte golpe para un festival percibido como patrimonio nacional, aunque haya tenido que sobrevivir históricamente con dineros –valiosos pero inciertos– de la empresa privada. Aun así, la gerente del festival, Lina Rodríguez, consiguió reunir por primera vez a cinco ministerios, incluido el de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que apoya la línea conceptual principal del Ficci 60, “La deriva cósmica”, que aborda el papel del ser humano en la emergencia climática y la reapropiación del universo entero como lugar de origen. Bajo ese tema se exhibirán las siguientes películas: Acasa, my home, de Radu Ciorniciuc (Rumania, Finlandia, Alemania, 2020); Erde, de Nikolaus Geyrhalter (Austria, 2019); Honeyland, de Tamara Kotevska & Ljubomir Stefanov (Macedonia del Norte, 2019); O índio cor de rosa contra a fera invisível: a peleja de Noel Nutels, de Tiago Carvalho (Brasil, 2020).
Vogt lideró al equipo de quince programadores que vieron más de mil trescientos títulos, para seleccionar ciento noventa y cinco. Diez de ellos tendrán su estreno mundial en el Ficci. Según él, al cine latinoamericano que el equipo pudo revisar lo caracterizan un interés por releer las historias nacionales y una particular recurrencia de las desapariciones, forzadas o inexplicadas. Esas películas han conseguido visibilidad y reconocimientos en los grandes escenarios europeos y norteamericanos. Algunas de ellas son Canción sin nombre, de la peruana Melina León (Quincena de Realizadores, 2019); La cordillera de los Andes, del documentalista chileno Patricio Guzmán (L’oeil d’Or de Cannes, 2019); y Sin señas particulares, de la mexicana Fernanda Valadez (premio del público y mejor guion de Sundance, 2020).
Con su curaduría, el equipo de Aljure ha querido buscar un equilibrio entre las películas más esperadas por la cinefilia colombiana, como la indiscutible ganadora del Leopardo de Oro de Locarno, Vitalina Varela, de Pedro Costa; y otras que han demostrado una vocación masiva en otros espacios, como las nominadas al Óscar Honeyland y Corpus Christi. La producción local, por supuesto, ocupa un lugar. En efecto, el Ficci ha insistido en reservar un espacio a las obras de Cartagena (con un programa de cuatro cortometrajes) y otro para el cine producido en el Caribe, con una selección caracterizada por lo fantástico materializado en los contextos más ordinarios. Además de presentar las nuevas obras de directores colombianos como Jorge Navas y Carlos Moreno, se ha abierto una nueva sección, Tierra Adentro, que expondrá las producciones comunitarias y más periféricas, y rendirá un homenaje al productor Mauricio Lezama, asesinado en 2019 en Arauca por grupos armados aún indeterminados.
También presentarán muestras especiales de cine español, que incluirán los más recientes trabajos del director experimental Lois Patiño y del ganador del Goya Rodrigo Sorogoyen, así como una muestra indígena y afro que acompañará el Primer Foro Indígena Andino, en el que participarán comunidades de Bolivia, Perú, Ecuador, Chile y Colombia –iniciativa liderada por el Sundance Institute y Proimágenes–. Por último, habrá muestras enfocadas en jóvenes mujeres realizadoras y fuertes personajes femeninos en pantalla, y la salud mental.
Habrá tributos a dos legendarias y aún prolíficas figuras del séptimo arte. Se trata del director y productor estadounidense Roger Corman, emblema del cine de serie B y colaborador de las primeras obras de Scorsese y Coppola; y el alemán Werner Herzog, quien a finales de los años ochenta rodó parte de su en compañía de Luis Ospina y Carlos Mayolo, y quien entre abril y mayo de este año desarrollará un taller de realización en la Amazonia colombiana.
El festival también presentará una retrospectiva de uno de los cineastas más originales de la cinematografía brasileña contemporánea: Adirley Queirós, director de trabajos híbridos de corta y larga duración, sobre el racismo, la periferia urbana y los debates políticos actuales, que lo han conducido a explorar una contundente estética afrofuturista. Esos trabajos han sido estrenados y reconocidos en escenarios de nicho, como el Festival de Locarno.
De forma paralela a las actividades de industria del festival, que ha seleccionado seis largometrajes y dos cortometrajes colombianos en etapa de posproducción, Proimágenes Colombia organiza una importante misión de programadores extranjeros, como Alberto Barbera (Bienal de Venecia) y Karen Park (Busan), para promocionar las más recientes obras del país en búsqueda de su estreno mundial. Y, el Ministerio de Cultura, mediante la Dirección de Cinematografía, celebrará la edición quince de su encuentro de productores y el octavo encuentro de festivales y muestras colombianas de cine.
En esta edición, la programación académica estará a cargo del Centro Ático, de la Pontificia Universidad Javeriana. Y el Puerto Ficci, encabezado por la productora Teresa Gaviria, lanzará la primera versión de un proyecto que atenderá las necesidades del cine de la región, Ameribérica. Este funcionará como una especie de banco de películas latinoamericanas que generalmente se quedan en los anaqueles de los festivales. Ameribérica pretende ser una red, un mercado permanente de filmes de la región, que garantice la circulación y exhibición de esas cintas en las salas de cine de la zona. Con el anuncio de esta iniciativa, el sueño de tener un mercado común y de intercambio para la producción cinematográfica podría convertirse en realidad.