Fragmento de la portada del libro "Piel de ébano". Cortesía de Jacobo Celnik

Entrevista

“Piel de ébano”

La última novela del colombiano Marco Robayo se sitúa en la Cartagena del siglo XVIII. Arcadia habló con el escritor sobre la historia detrás de esta historia.

1 de julio de 2020

Usted es Ingeniero. ¿En qué momento comienza a escribir? 

En mis últimos años de secundaria escribí mis primeros ensayos. Pero sólo cuando adelantaba la carrera de ingeniería, decidí embarcarme de lleno en las letras. Comencé a escribir mi primera novela en Barranquilla, alternando mi labor como ingeniero al frente de una empresa cementera con el oficio de escritor.

Encontré mi voz y mi estilo de narrativa escribiendo, trabajando en mis siguientes obras. 

¿Cuál es el origen de sus libros, especialmente el de “El laberinto blanco”? ¿Cómo fue el desarrollo de esa ópera prima?

Todas mis novelas tienen orígenes diversos. Constantemente estoy explorando entre las cosas que hacen parte de mi entorno diario. Me apoyo en esa búsqueda y en mi inspiración. 

“El laberinto blanco” es una historia basada en hechos reales que tuvieron lugar en el llano colombiano y en las calles de Milán. Detrás de la obra hubo una exhaustiva investigación con los protagonistas. Al principio fue complicada la compilación de los hechos porque encontré cierta resistencia en algunas personas que eran claves en la historia. Pero logré -con persistencia- reunir suficiente riqueza de detalles para escribir el libro. 

¿Por qué decide escribir “Piel de ébano”?

La Cartagena de Indias enclavada en el siglo XVIII es de una riqueza histórica invaluable, y sobre ella hay un gran desconocimiento. Es poco lo que se ha escrito al respecto, a pesar de la documentación disponible en el Archivo General de Indias de Sevilla, España, y en los archivos oficiales de Colombia.

Cartagena fue el epicentro de la esclavitud en América, y uno de los focos de la iglesia para la supresión de la herejía por medio de la inquisición. Esto, por supuesto, desencadenó durante el virreinato toda una serie de importantes sucesos que marcaron la historia, y que están reseñados en mi novela.

Foto del escritor colombiano Marco Robayo.

Cuéntenos un poco más sobre la Colombia del siglo XVIII. 

El XVIII fue el siglo con mayores cambios económicos y sociales en la Nueva Granada. Era una nación que nacía y abría los ojos con temor, pero con valentía

Cartagena fue una de las ciudades más importantes durante el periodo colonial. Pero no podemos desconocer la trascendencia que tuvo también Santa Fe donde, a finales del siglo XVIII, personajes como Antonio Nariño y Camilo Torres, entre otros, tomaron protagonismo al alzar su voz de protesta en contra de la monarquía española y su régimen opresor. 

¿Por qué cree que hay un vacío histórico en los procesos de investigación del período en el que se sitúa la novela?

Creo que eso ha cambiado un poco durante los últimos años. La labor para la implementación digital que está desempeñando el Ayuntamiento de Sevilla, la Junta de Andalucía y el Ministerio de Cultura Español, con los registros que reposan en el Archivo General de Indias, declarado como patrimonio histórico de la humanidad, son de vital importancia. Permiten que ciudadanos del común tengamos acceso a la historia consignada por personas de la época, y dan claridad sobre lo que sucedía en las colonias españolas en América. En la actualidad ese centro cuenta con más de 80 millones de páginas para la investigación, lo que posibilitará que conozcamos mejor nuestra historia.

Cuéntenos sobre las lecturas, fuentes, testimonios y autores que ayudaron a darle vida a esta novela. 

Sin duda, el archivo general de Indias y la lectura de las valiosas recopilaciones de algunos autores como Carla Rahn Phillips, Angélica Pérez, María Teresa Ripoll y Luz Adriana Maya, sirvieron para ampliar mi visión sobre la realidad de la vida en América y Europa en ese entonces. Luego vino la estructuración de la escaleta y la investigación sobre los personajes neogranadinos que le dieron solidez al proyecto y vida a la novela.

¿Cuál fue el momento más difícil del proceso de escritura?

Sin duda, la lingüística. Luego de la conquista, y debido a la mezcla entre indígenas, africanos y españoles, aparecieron una diversidad de castas como no se tiene precedente en el mundo. Esto trajo consigo una pluralidad de maneras de hablar. Los chapetones con su español clásico; los criollos con la implementación de un lenguaje menos castizo; los esclavos africanos que traían consigo sus raíces negras; los indígenas con su universo de culturas y, por supuesto, la mezcla entre sus descendientes. Yo procuré ceñirme a la realidad del momento y mantenerme fiel a las expresiones de cada uno. 

Cuéntenos un poco acerca de los personajes principales de la novela.

La mayoría de los personajes de la novela son reales. Los ficticios se construyeron con el perfil biográfico del siglo XVIII para mantener la armonía de la novela. Así surgen Gonzalo de Ulloa y María Catalina Rodríguez interactuando con personajes de la altura de Antonio Nariño o celebridades como Manuel Godoy y Josefa Tudó en la corte del rey Carlos IV.

Hablemos del rol de la mujer criolla, esclava y mestiza en su novela. ¿Cómo logró descifrar sus personalidades?

Gracias a la documentación a la que tuve acceso. Creo haber desarrollado de manera conveniente el rol protagónico de la mujer cartagenera de la época. La vinculación de todos los sectores de esa sociedad facilitó el proceso de identificación y desempeño de cada personaje. Además, el empadronamiento de 1777, el primero de su clase en el virreinato, fue de gran ayuda para entender el comportamiento familiar y el papel femenino en él.   

¿Qué expectativas tiene con Piel de ébano?

Adentrar a los lectores en la Cartagena lúgubre y colonial de los últimos años del virreinato.